Síguenos de cerca

Fútbol

Siempre Bilardo en el recuerdo

Hacía tiempo que las ruedas de prensa de los entrenadores, previas a un partidazo en nuestra Liga no eran las protagonistas el día antes a un gran encuentro. Eso sucedió el pasado sábado cuando Diego Pablo Simeone recordó a Xavi que su libreto futbolístico «también era de un equipo grande«. Y añadió que ahora Xavi tendría la oportunidad de batirle con el suyo. Xavi replicó sobre el estilo del Atlético como opuesto al suyo e inviable en el Barça, añadiendo más leña al fuego.

Este debate, tan viejo como el propio fútbol, invadió de nuevo las tertulias de radio, los programas de televisión y las líneas de los periódicos, como si el tiempo no hubiera pasado y Menotti y Bilardo hubieran vuelto a nuestras vidas. Al fútbol se puede jugar de muchas formas y todas válidas. La crítica popular y en gran parte del Periodismo depende siempre del éxito de la propuesta elegida por cada uno.

El paso del tiempo apacigua los debates y dulcifica a sus protagonistas. En los últimos días hemos conocido que pronto se estrenará un documental sobre Carlos Salvado Bilardo. Un loco del fútbol en toda la extensión de la palabra, ya mayor y con la salud deteriorada, pero una de las mentes más lúcidas que ha dado el deporte rey.

A Bilardo se le recuerda más por sus excentricidades, que las hay, que por su enorme contribución a un deporte del que es campeón del Mundo con Argentina en el inolvidable Mundial de México 86. Pero detrás de muchas de sus obsesiones, encontramos una extraordinaria forma de vivir su vida en permanente relación con el fútbol.

Óscar Ruggeri, campeón del Mundo con Bilardo en el 86 y jugador fundamental de la selección argentina durante casi una década, podría ser el cronista de su vida. Ruggeri ha contado de la forma más divertida posible y con mucho cariño, durante los últimos años, anécdotas varias sobre Bilardo y su forma de entrenar. Si vamos un poco más allá del chascarrillo en sí, encontramos un auténtico estudioso del fútbol.

Calentar en un avión, trotar por el pasillo de un hotel, hacer jugar al propio Ruggeri una pachanga en un parque cercano a su casa con unos críos, para ver si estaba recuperado de una lesión, o las más desternillante de todas, cuando en la boda de Maradona, Bilardo hizo bailar a los defensas invitados de la selección argentina cerca de los compañeros de Maradona en el Nápoles. Allí estaban Ferrara y Careca. Bilardo no perdió la ocasión para ver a quién podría marcar a ambos si Argentina se enfrentaba a Italia o Brasil en el Mundial del 90, unos meses después.

La conclusión que uno saca de todas estas anécdotas es la de encontrarnos ante un amante de su profesión. Con su estilo y forma de entender el fútbol, ganó un Mundial y llegó a la final de otro. Menotti con el suyo, ganó otro Mundial y también se ganó respeto de su país y del mundo entero. Su eterna rivalidad tuvo continuidad en los banquillos con Cruyff o Valdano y Clemente, por un lado, y Guardiola o Mourinho por otro, unos años después.

Tras un tiempo con el debate más alejado del foco, aparecen Simeone y Xavi para avivar ese fuego y encontrar adeptos de uno y otro que se arman de razones para defender su estilo predilecto. El debate no terminará nunca y dependiendo de lo mediáticos que sean los entrenadores que lo defiendan en el momento, nos interesará más o menos.

Pero será difícil encontrar a alguien tan auténtico y genuino como Bilardo y cualquier oportunidad es buena para recordar y homenajear a una persona muy especial que no pasa por sus mejores momentos.

Imagen de cabecera: Getty Images

Comparte la notícia

No te lo pierdas

Más sobre Fútbol