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Señales de alerta

Existe un elemento clave en la detección y el diagnóstico
del Trastorno del Espectro del Autismo. Un concepto al que se denomina ‘Señales
de alerta’. Una serie de conductas que por inclusión u omisión provocan que las
alarmas se disparen y el diagnóstico se acerque. Permitan que, con todo el
respeto, apoyo y comprensión que merecen todos aquellos que conviven con ello, afirme
que el Real Madrid presenta señales de alerta que le acercan a un diagnóstico preocupante.

Estas señales, tanto en el campo del autismo como en el caso
del Real Madrid, no son concluyentes por si mismas. Es preciso realizar un
seguimiento para confirmar que efectivamente el diagnóstico se puede establecer.
En el caso del equipo merengue, la fragilidad defensiva, el desorden, la
aparente debilidad física y la alarmante falta de pegada constituyen un motivo
inequívoco de sospecha. Y algunas de ellas, pese a que se camuflen tras la euforia
de la victoria, también se pusieron de manifiesto en el duelo del Bernabéu ante
el PSG en Champions League.

La primera reacción cuando recibes la noticia de que tu hija
puede presentar Autismo es de negación. A ella le sigue el hundimiento anímico.
El estado actual de los merengues es de euforia, aunque viene precedido de una
negación de la realidad en la competición liguera (la Liga no está perdida,
recuerden) y de una profunda depresión provocada por el provisional diagnóstico
general, que incluía el pesimismo más absoluto en Champions.

No es sencillo superar el mal trago de recibir una noticia
tan descorazonadora como la que encajas al conocer que tu hija puede tener
Autismo. La siguiente fase es el duelo, un período variable en duración e
intensidad en función del carácter por el que la persona se defina. Sin
embargo, la responsabilidad se apodera de ti, consciente de que de tu
constancia, trabajo y dedicación dependerán las expectativas de futuro de la
persona a la que más quieres.

Esa fase es la que el club presidido por Florentino Pérez
desea evitar a toda costa. La del duelo. En el caso del padre (o la madre,
claro) solo hay dos formas de evitarlo: un diagnóstico equivocado o una extrema
fortaleza. A ambos conceptos se están aferrando los madridistas para evitar
atravesar el deprimente desierto del duelo. A creer que el diagnóstico es
equivocado, que el Madrid jamás tuvo un pronóstico tan desfavorable como los
especialistas presagiaran y que en caso de tenerlo, la plantilla goza de tal
fortaleza mental que podrá superar cualquier obstáculo, por enorme que se
presente. Aceptar el Desafío, mirarlo de frente y minimizar las dificultades
que el trastorno que sufre el equipo provoca en la consecución de objetivos.
Aplicar terapias adecuadas para que el pronóstico se torne favorable. En el
vestuario merengue se empaparon de ambos modos de subsistencia y los aplicaron
el pasado miércoles en una nueva exhibición de supervivencia en el Bernabéu,
ante un PSG que por fases desnudó las debilidades blancas.

Tras superar la fase de duelo, llega la aceptación de la
realidad. A ella sigue la concienciación y el constante aprendizaje, el
esfuerzo, el sacrificio, personal y económico, la entrega a un objetivo
primordial, enfrentar el problema y minimizar las negativas consecuencias de
una realidad que jamás desaparecerá, pero que puede mejorar lentamente hasta
alcanzar un nivel que permita subsistir a tu hijo, que le otorgue la
oportunidad de mejorar para labrar un futuro. Un proceso duro, difícil de
afrontar, pero posible. Eso al menos es lo que me gusta creer.

Pero no nos desviemos del tema, hablamos de deporte,
hablamos de fútbol. El Real Madrid goza de una historia repleta de títulos, de
éxitos, de logros y proezas. Pero en ella no se ausenta un diagnóstico
negativo: la incapacidad para mostrar la regularidad necesaria para completar
una temporada perfecta. Por suerte, este diagnóstico no es definitivo, aunque
su duración se está prolongando hasta hacer pensar que será eterno.

También para mí es inevitable pensar en el futuro y sentir
vértigo. Por no saber qué va a pasar, por desconocer cuál será la evolución de
mi hija. Pero dejemos de hablar de Autismo, dejaré de escribir en primera
persona.

Les quería hablar de señales de alerta y del Real Madrid.
Quería contarles que tras una noche mágica más en el Bernabéu, se esconden
demasiadas señales que deben alertar a Zidane y los suyos de que el pronóstico
madridista no ha variado. Continúan presentándose debilidades y es que ya
saben, los problemas nunca desaparecen por arte de magia. Lo que la verdad
esconde es la necesidad de afrontar el futuro inmediato con las armas con las
que se afronta el Autismo: esfuerzo, constancia, perseverancia, trabajo y sacrificio.
Sólo así se encuentra la mejoría, solo así se alcanzan pequeñas metas hasta
alcanzar cotas más altas.

Con eso y con amor. El de unos padres a sus hijos y el del
Real Madrid por la Champions. Un ingrediente absolutamente imprescindible para
el gran objetivo en la vida: la felicidad.

Vocación de periodista. Pasión por el fútbol, especialmente Segunda División Española. Escribo en @SpheraSports.

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