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Sam Allardyce o el pragmatismo insensible

Javier MERCADAL (Londres) – Primera clase de primero de derecho en una facultad cualquiera. El profesor se dirige a los alumnos y, después de las procedentes presentaciones, les lanza una pregunta clara: ¿El fin justifica los medios? Quizá algo retardado por la lógica tensión del primer día, pronto empezará el debate entre dos posiciones enfrentadas que, a lo largo de los siglos, jamás han llegado a encontrarse. Seguramente, en un punto determinado, el profesor intente encauzar el tema hacia la existencia del imperio de la ley y la base teórica sobre la que se ha de sustentar los cuatro años de carrera. Sin embargo, siempre habrá un sofista, incluso puede que todavía ignorante de su condición, que diga sí con la boca pequeña.

Estos días, el este de Londres vive inmerso en una discusión similar. Aplicada a un terreno mucho más liviano, eso sí. O quizá no tanto, al tratarse el objeto de estudio un club de la importancia social del West Ham United. Con 37 puntos en su bolsillo y la sensación generalizada de que, salvo catástrofe improbable, el siguiente curso continuarán en la Premier League, ha llegado el momento de hacer balance. ¿Ha merecido la pena el camino emprendido?

El epicentro de la discusión tiene nombre y apellido; Sam Allardyce. Con su particular estilo de juego, el técnico inglés ha logrado que los 'Hammers' pasen de jugar en Championship a estabilizarse entre la élite. De manera más reciente, los de Upton Park han conseguido ganar seis de los últimos nueve partidos de Liga. Un acelerón que le valió a su entrenador el galardón de mejor preparador del mes de febrero. Así pues, los resultados no son, en ningún caso, motivo de duda o polémica. El quid de la cuestión se focaliza, más bien, en el espectáculo que se ve sobre el verde. O, según algunas voces discordantes, en la falta del mismo.


Andy Carroll es el futbolista que mejor explica al West Ham | Getty Images

Tómese como ejemplo válido el último encuentro disputado por los de borgoña y azul. En un partido casi agónico para su rival, el Sunderland, los 'Hammers' consiguieron llevarse el triunfo del Stadium of Light por 1-2 gracias a la actuación del futbolista que mejor explica cómo es el West Ham de Sam Allardyce, Andy Carroll. El ariete inglés marcó el primer gol y dio la asistencia del segundo. Imponiendo, además, su figura en el desarrollo del juego. Según las estadísticas recogidas por la prestigiosa revista 'Four Four Two', la tercera combinación más empleada por los visitantes en el encuentro fue la formada por Adrián y Carroll. Esto es, del portero al delantero y, a partir de ahí, a jugar. Tan simple como, a tenor de los guarismos, efectivo. Un pragmatismo que, en cierto modo, chirría con los cánones de belleza establecidos actualmente en el balompié mundial. Tras el éxito de la selección española a nivel internacional y el impacto que posee el demoledor ataque del Liverpool de Brendan Rodgers en Inglaterra, la propuesta abanderada por, entre otros, 'Big Sam', como se le apoda cariñosamente, resulta ciertamente anacrónica. Célebre fue, a este respecto, la descripción realizada por José Mourinho, quién tras un empate a cero en Stamford Bridge calificó la táctica de sus contrarios como “fútbol del siglo XIX”.

La imagen contrasta poderosamente con la tradición de un club que porta orgulloso el sobrenombre de 'The Academy of Football'. El apodo, ganado por lo históricamente prolífico de su escuela, refleja la manera en la que todavía muchos seguidores ven a su equipo. De hecho, en el imaginario popular 'hammer', todavía está muy presente el éxito de 1966, cuando Inglaterra se proclamó campeona del mundo con Bobby Moore como capitán y Geoff Hurts y Martin Peters como goleadores en la final. Los tres, jugadores formados y defensores de los martillos cruzados. La  imagen de que, durante algún tiempo, hablar del West Ham era sinónimo de vanguardia.

Lo cierto es que Allardyce nunca ha engañado a nadie. Llego al popular East End como la solución más directa para alcanzar el retorno a la Premier, entendida dicha aseveración en su contexto más amplio posible. Y, por su parte, ha cumplido. Sin embargo, las  voces críticas, que siempre han estado ahí, permanecen discordantes. Así, el 'Evening Standard', el diario gratuito que se reparte en la capital británica por la tarde, con una tirada superior a los 600.000 ejemplares, se preguntaba en sus páginas este miércoles si resultaba idóneo que Allardyce continuara en el cargo. A tres columnas, James Olley firmaba la reflexión: “Juego apasionado, o poesía en movimiento, o los dos… ¿Qué quiere hacer el West Ham con el dinero?”. En él, tras repasar la obra, vida y milagros del técnico, el periodista concluye: “En una entrevista en 2012, Allardyce dijo: 'Al contrario de lo que los medios dicen, los fans del West Ham están más interesados en la pasión y el compromiso que en todo eso del fútbol bonito'. Allardyce o Alladrici, siempre se ha creído que los dos son necesarios”. 

Último día de clase de quinto de derecho en una facultad cualquiera. El profesor, ascendido a padrino de la promoción, se dirige a los alumnos y, después de las procedentes felicitaciones, les lanza una pregunta clara: ¿El fin justifica los medios? No hay consenso.

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