El gato no siempre caza al ratón. Para muestra un botón, o véase Tom y Jerry. Aunque el felino tenga más tamaño, plantilla y mejor rendimiento en lo que llevamos de curso, el roedor es astuto. Aguirre, sabedor de la superioridad de su rival, trazó su plan para salir con vida y contó con dos factores inigualables: la ilusión de volver a unas semifinales de Copa quince años después y las gradas de un infierno donde todo arde. Además de obtener su propio beneficio ante la clemencia y los errores del conjunto txuri-urdin. Jaque.
A Abdón Prats, protagonista de los goles más significativos de los últimos tiempos del club bermellón, le corría el duelo en la sangre. Es el club de su vida. El de Artà, que tiene la apariencia de conducir una tartana en tiempos modernos, tuvo las ocasiones más claras para enseñar su bigotazo y generar las dudas a su adversario. Por su parte, Samu Costa, un centrocampista ordenado y que se crece en los duelos, volvió a mostrar que el trueque que el club balear hizo con el Almería tuvo una clara ganancia a favor de la isla. En el atrevimiento, Copete le lanzó un caño al mismísimo Take Kubo y en la batalla, la defensa bermellona resistió el acoso.
Sabía el ‘Vasco’ – el más demonio – que, en este partido que dura 180 minutos, no se debían perder los nervios ni saltarse los semáforos. No usa un lenguaje grandilocuente ni emplea un libreto lleno de adornos. Su Mallorca es la sorpresa de esta Copa y quiere competir para seguir agarrado con firmeza a la hermosa historia de volver a una final. Está a una victoria, que puede sonar como un reto abrumador o con la naturalidad de que únicamente queda un paso para la Cartuja, depende de cómo se mire el vaso.
Javier Aguirre, conocedor de la etiqueta de favorito que cuelga del traje de los de San Sebastián y de que “en el fútbol no hay nada escrito”, baila entre la cautela y la picardía. De momento, le ha colado a la Real un empate, la presión, sobrasada y ensaimadas en su equipaje de vuelta a casa, para que tengan presente el sabor de Son Moix. Ya sabemos que este hombre, al que se le cae el carisma de los bolsillos, anda buscando tomarse otro trago de whiskito. Anoeta lo decidirá.
