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Salir del purgatorio

“Tiene que haber un punto de inflexión. No sé si de resultados, pero sí en el campo. No podemos buscar excusas donde no las hay. Lo que ocurre en los partidos está a la vista de todo el mundo. Hay cosas que no se pueden tapar. No hay tiempos para inventos ni comentarios banales. Esto es fútbol, estamos en la élite, y es momento de tratar esto como se merece”.

Las palabras son de Manu Sánchez, entrenador del Deportivo de la Coruña, un día después de la desastrosa derrota ante el Atlético (1-8), la octava en ocho jornadas. El único equipo que todavía no había puntuado y que ya encajaba la friolera de 26 tantos (3,25 por encuentro) recibía un golpe que parecía definitivo. Con una dinámica tan negativa y una goleada de estas características, la destitución del técnico gallego se comenzaba a avistar en el horizonte. ¿Era el fin de una era? No hay que olvidar que Manu Sánchez se sienta en el banquillo coruñés desde la fundación del equipo femenino (temporada 16-17) y que cuenta con más de 170 partidos a sus espaldas. En verano, tras una espectacular campaña, renovó por tres temporadas firmando un contrato pocas veces visto en Primera Iberdrola.

La apuesta por su continuidad dejaba un mensaje claro de confianza, algo que quizá habían perdido las jugadoras tras sufrir un varapalo tras otro en los dos últimos meses. Acostumbrado a ser un equipo ganador (en Segunda logró 29 victorias consecutivas y en Primera asombró firmando un cuarto puesto hasta el parón por el Covid-19), el Dépor había entrado en una espiral de la que es difícil salir sin cambios drásticos. Manu Sánchez utilizó diferentes sistemas de juego, modificó la estructura y se replanteó el modelo. Las jugadoras ya empezaban a verse afectadas psicológicamente, viendo que el esfuerzo realizado no se traducía en resultados.

¿Tanto había cambiado el equipo revelación del pasado curso, el mismo que le había metido siete goles al Valencia y que llegó a maniatar al todopoderoso Barça hasta el punto de llevarle a una prórroga en Copa de la Reina? La plantilla ha sufrido bajas importantes, en especial la de una Teresa Abelleira (Real Madrid) que canalizaba el juego blanquiazul y que ha resultado ser imposible de reemplazar. La guardameta Misa (ahora indiscutible en el once de David Aznar), la central María Méndez (Levante) y la latera Nuria Rábano (Real Sociedad) fueron otras salidas relevantes, pero se mantenía la dupla atacante formada por Gaby y Peke, que entre las dos marcaron 24 goles en la 19-20, además de la talentosa Athenea del Castillo o pilares como Alba Merino e Iris Arnaiz.

De entre las incorporaciones (Stephannie Blanco, Noelia Bermúdez, Helena Torres, Ainoa Campo, Kenni Thompson y Lady Andrade) la pareja Blanco-Campo es la única que se ha asentado como titular, si bien Bermúdez parece haber ganado el duelo con Sullastres por la portería. Tras la goleada ante el Atlético, Manu Sánchez no dudó en señalar la importancia de acudir a este mercado de invierno: “Cualquier refuerzo ahora nos vendría bien, porque tenemos lagunas en muchas posiciones del equipo”, advirtió.

Aquel 1-8 podía haber sido el toque de gracia o el punto de inflexión del que hablaba el técnico gallego. Fue lo segundo, porque una semana después ganaba 2-4 al Éibar, un rival directo por la salvación, y en la siguiente jornada 2-1 al EDF Logroño, otro rival directo al que además adelanta en la clasificación. La consecución de ese último triunfo, remontando un gol encajado nada más arrancar la segunda mitad con una reacción espectacular (los tantos de Athenea y Peke fueron en el 70’ y el 83’) refleja el cambio de mentalidad de unas jugadoras mucho mejores de lo que dice la clasificación. “Son las mismas. El estado de ánimo estaba por los suelos y eso muchas veces complica la labor (…) Ahora se ven capaces de lo que realmente son”. El mismo equipo que encandiló a propios y extraños con un fútbol vertical y agresivo ha pasado el purgatorio que se saltó el año pasado como equipo recién ascendido. Ahora está en situación de recuperar esa versión y mucho más. Cuestión de confianza.

Imagen de cabecera: Imago

Alicante, 1991. Mi madre siempre me decía: "No sé por qué lloras por el fútbol, sino te da de comer". Desde entonces lucho por ser periodista deportivo, para vivir de mis pasiones (y llevarle un poco la contraria).

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