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Renato Gaúcho, a repetir la hazaña de 1983

El 11 de diciembre de 1983, Renato Gaúcho marcó los dos goles con los que Gremio venció al Hamburgo en Japón para consagrarse campeón de la Copa Intercontinental. Ahora, 34 años después, el equipo brasileño se encuentra otra vez a las puertas de la gloria con aquel héroe como gran protagonista.

Tras haber ganado este año la Copa Libertadores en el banco de Gremio, Renato se convirtió en el primer brasileño en conseguir ese torneo primero como jugador (1983) y luego como técnico, y ambas con el mismo equipo.

Y ahora, ya clasificado a la final del Mundial de Clubes en Emiratos Árabes Unidos, el entrenador quiere que su nombre quede marcado para siempre en la historia del fútbol mundial. Si consigue quedarse con el certamen, el brasileño se convertirá en la sexta persona en ganar este torneo (o la Copa Intercontinental) como técnico y como jugador.

La selecta lista de personas que ya lo lograron está conformada por los uruguayos Luis Cubilla (campeón en 1961 y 1971, y en 1979 como DT) y Juan Mujica (1971 y 1980), los italianos Giovanni Trapattoni (1969 y 1985) y Carlo Ancelotti (1989 como jugador, y 2007 y 2014 como DT) y el francés Zinedine Zidane (1996 y 2002, y 2016).

De cara a la gran final del Mundial de Clubes, que, de no mediar una sorpresa histórica, será ante el Real Madrid, Renato ya dejó bien claro cuáles son sus expectativas.

«Hay gente que piensa que Gremio ya cumplió su papel. No pienso así. Soy campeón del mundo y voy a trabajar con el grupo para ganar el torneo«, declaró el estratega tras el triunfo 1-0 de su equipo ante Pachuca de México por la semifinal del torneo.

La carrera de Renato, primero como jugador y después como técnico, está íntimamente ligada al Gremio, club en el que ya es venerado casi como una especie de «mito» eterno.

El entrenador sabe el lugar que ocupa en la historia del club y juega con su condición. A menudo, un poco en broma y un poco en serio –Renato no se caracteriza por su humildad-, reclama que el club debería construirle una estatua en el estadio.

“¿Cuántos títulos voy a tener que ganar para tener mi estatua?”, se pregunta el técnico, que nació con el apellido de Portaluppi hace 55 años en Guaporé, en el estado de Rio Grande do Sul.

La historia del actual entrenador y el equipo de Porto Alegre comenzó en 1982, cuando, a los 19 años, llegó al equipo procedente del Club Esportivo Bento Gonçalves.

De inmediato, fue un amor a primera vista entre el club, sus hinchas y el jugador. Renato encarnó como pocos el espíritu futbolístico del “torcedor” de Gremio, que rechaza como un mantra la idea de “jogo bonito” asociada a Brasil.

En Gremio, antes que el juego vistoso, lo principal es la entrega: ir a trabar cada pelota como si fuera la última, y marcar fuerte y con ganas. Y en su posición de atacante, Renato supo sintetizar como pocos ese espíritu, juntando fuerza y habilidad con una personalidad avasallante dentro y fuera de campo de juego, lo que lo transformó en ídolo de la afición.

Fueron solo cinco años como jugador de Gremio, pero suficientes para convertirse en el máximo representante de la historia del club. Y mucho que ver tuvo su gran nivel en la primera Copa Libertadores ganada por el equipo, en 1983, al derrotar a Peñarol de Uruguay en la final, y luego la consagración definitiva en Tokio.

Después de 17 años como jugador, en 1999 le llegó la hora del retiro y un año después comenzó la carrera de entrenador. Sin embargo, tardó 10 años en volver a Porto Alegre como técnico de Gremio. Desde entonces, comandó al equipo en tres oportunidades.

La actual etapa comenzó en agosto de 2016 con buenos augurios: a final de año venció en la final a Atlético Mineiro y se consagró campeón de la Copa de Brasil. Así se clasificó a la Libertadores de este año, en la que derrotó a Lanús en el partido decisivo y se quedó con el trofeo de vencedor.

Por su contribución histórica a la causa «gremista», por el lazo que lo identifica con el club y por sus logros, como jugador y como entrenador, Renato ya entró en la historia del club de Porto Alegre y también en la del fútbol de Brasil.

Ahora, el técnico está a sólo un partido, que se disputará el sábado en Abu Dabi, de subir un escalón más y entrar por derecho propio en la historia grande del fútbol mundial.

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