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Reflexiones sobre el Argentina, Nigeria, Bosnia e Irán

Fermín SUÁREZ – La selección de Sabella empieza a recobrar las buenas sensaciones en el momento más importante del despegue. Ante Nigeria, se evidenció una mejora colectiva y, sobre todo, individual, con un Messi demoledor, un Di María omnipresente, un Higuaín móvil, un Lavezzi potente, un Zabaleta expeditivo, un Rojo llegador y un Garay jerárquico. Colectivamente, el equipo se muestra un poco más engrasado, fluido y vertical en ataque, siempre partiendo de la solidez defensiva, con cuatro hombres de pierna dura y un ancla como Mascherano. Además, Romero parece no acusar la falta de minutos en el Mónaco porque tuvo una gran actuación ante Irán, salvando lo que hubiera podido suponer una catástrofe para la Albiceleste, pero los de Sabella supieron resistir hasta encontrar la luz en el añadido.

Messi ha marcado 4 goles y ha sido esencial en todos los encuentros. De hecho, y con la excepción del golpeo de rodilla de Rojo en el tanto de la victoria ante Nigeria, ha sido el único argentino que ha visto puerta, motivo de ligera preocupación para un Higuaín que, pese a no convertir, contribuyó a la victoria ante Bosnia con una gran combinación con Messi y un recital de desmarques contra Nigeria. Se teme que Agüero se pueda perder lo que resta de campeonato como consecuencia de un desgarro, pero apenas se le estaba viendo y Lavezzi pisa fuerte y genera una amplitud espacial muy beneficiosa para Argentina, habitualmente embotellada por el centro, con un Gago que sigue sin encontrar la brújula. El cruce ante Suiza se antoja desequilibrado, con un conjunto helvético bastante tierno, desnudado en el centro del campo por Francia y que apenas consigue imponer su fútbol más asociativo. Tiene fisuras en el eje, tanto de la defensa como del centro del campo, y sólo le servirá una gran actuación de Inler y Shaqiri para tener alguna opción de alcanzar los cuartos.
Nigeria también cuajó su mejor actuación en lo que va de torneo ante Argentina. Se mostró efectiva, sólida, competitiva y bastante fluida con balón. Onazi-Obi Mikel constituyen el andamiaje, junto a Omeruo y Yobo en defensa y el porterazo Enyeama.

Arriba, se vive de la potencia descomunal de Emenike, musculatura salvaje que causa estragos en las defensas, y también de un Ahmed Musa entonado de cara a puerta en el último partido, algo poco habitual en un futbolista con tendencia a la irregularidad y a la desacertada toma de decisiones. Funciona Odemwingie y también rinde muy bien Babatunde, que desgraciadamente será baja lo que resta de torneo por una lesión en el brazo. Omeruo está sensacional y se está erigiendo como uno de los mejores jóvenes del Mundial, con su recital de saltos, carreras, duelos cuerpo a cuerpo y decisiones arriesgadas. Muy maduro para su edad.

Bosnia e Irán se despiden con la sensación de que el conjunto de Safet Susic hubiera podido hacer más y el de Carlos Queiroz menos. Los Príncipes de Persia han competido mejor de lo esperado gracias a una arquitectura táctica, encabezada por Nekounam y Teymourian, que les ha convertido en un conjunto difícil de roer y deshuesar. Haghighi, Hosseini, Sadeghi, Montazeri y Pooladi (portero y defensa de cuatro) han cuajado un buen torneo, al igual que Dejagah y Reza Gochannejad, los hombres más ofensivos, desequilibrantes y con más potencial. Además, ya se ha empezado a asomar un talento como Alireza.

Es cierto que era la primera participación histórica de Bosnia pero deja unas sensaciones pobres, pese a la victoria intranscendente del último duelo. Contaba con experiencia y talento, en las botas de Begovic, Spahic, Misimovic, Pjanic, Medunjanin, Ibisevic y Dzeko pero no ha sido suficiente porque el estilo de juego bosnio es tremendamente dependiente del artista Misimovic, que sólo aguanta 50 minutos a buen nivel. Daba la sensación de que, si se tapaban en defensa, no le alcanzaba para atacar y acumular hombres por delante del balón. Dzeko, Lulic, Medunjanin, Mujdza o Spahic han estado por debajo de su nivel y han menguado el potencial de Bosnia, que, eso sí, nos ha regalado la participación de un talento llamado Muhamed Besic, que pronto abandonará el Ferencvaros húngaro.

Valencia (VE), 1980. Periodista y trotamundos. De Venezuela a España, vía Boston, Bolonia y Turín. Deportes en general, fútbol en específico y si es italiano mejor. Zebra con Z. Estamos hechos de la misma materia que los sueños.

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