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Rayo: historia de un descenso anunciado

Es oficial. El Rayo Vallecano jugará en Segunda División la próxima temporada. No es algo que pille por sorpresa, pero duele igual. El contexto del equipo, marcado por una y mil penurias extradeportivas, le condenaba desde el principio a una caída segura.

En realidad, hace años que la sección femenina del Rayo tiene escrita la crónica de su muerte. Solo el esfuerzo de sus jugadoras, de sus guerreras, ha mantenido viva la llama. Mucho antes de eso, pasó de ser uno de los clubes punteros del fútbol español (capaz de ganar tres ligas consecutivas, atraer a las mejores jugadoras y vencer a todo un Arsenal en Champions) a un equipo de media tabla que apenas podía aspirar a jugar la Copa de la Reina. La crisis de los Ruiz-Mateos estuvo a punto de llevarse por delante a la sección, que desde entonces ha vivido prácticamente en el alambre, luchando por su supervivencia. Pese a las promesas, nada mejoró con Presa, y cada año la situación se ha agravado hasta desembocar en la pérdida de la categoría, justo a las puertas de la primera liga profesional de la historia del deporte femenino español. ¿Casualidad?

Así, las jugadoras del Rayo se acostumbraron a firmar temporadas milagro, como la 18-19. Aquel verano empezó sin su entrenador (Quejigo), sin su mejor jugadora (Estela) y sin la gran leyenda del club, una Natalia Pablos que tuvo que retirarse por la puerta de atrás porque le exigían 250.000 euros de cláusula para rescindir su contrato. De la mano de Irene Ferreras y un grupo que rebosaba juventud e inexperiencia (las titulares rondaban los 16-20 años), el Rayo firmó una primera vuelta imposible, alcanzando incluso la sexta posición. Luego se derrumbó, pero acabó firmando la permanencia a dos jornadas del final. “Muchos nos daban por descendidas antes de empezar, no tenían ni idea de lo que es el Rayo femenino”, escribió Pilar García, una de las capitanas. La siguiente temporada, la pandemia del covid-19 suspendió la competición en la jornada 21, con el Rayo en una más que meritoria octava posición.

Empezamos a conocer los problemas que sufría el vestuario rayista en la temporada siguiente, primero siendo las últimas en empezar a entrenar (con la temporada empezada) y después con la famosa imagen del bocata de jamón york. Un comunicado de las futbolistas denunciaba retrasos en los pagos de los salarios (incumpliendo uno de los artículos del convenio colectivo), falta de material para los entrenamientos y la ausencia de remuneración a la mitad del cuerpo técnico. Amenazaron con plantarse y no jugar ante la Real Sociedad, pero finalmente cedieron (una vez más) para no perjudicar al club. Perdieron 2-0, pero en las siguientes cuatro jornadas sumaron 10 puntos (tres victorias y un empate) y solo encajaron un gol. De nuevo lograron la permanencia a dos fechas del final, con un espectacular 5-0 frente al Santa Teresa y con Sheila García, Tere Morató e Isadora Freitas como máximas exponentes.

Y todo se tuerce en la 21-22: de nuevo se empieza la pretemporada tarde, sin reconocimientos médicos… y sin ningún contrato firmado. Jugadoras y cuerpo técnico entrenaban sin estar dadas de alta en la seguridad social. Eso condicionó el mercado de fichajes, frustrándose operaciones encarriladas y limitando el margen de mejora de la plantilla, necesario tras la salida de figuras como Sheila y Morató. Ya con la temporada empezada, supimos que hasta 16 futbolistas estaban en riesgo de quedarse en la calle por impago de sus alquileres por parte del club, además de sufrir cortes de luz y agua. Luego pudimos comprobar que el Rayo no contaba con cuerpo médico: en los partidos las jugadoras del Rayo son atendidas por los trabajadores del equipo rival. Y se dejó de contar con los servicios de su histórica delegada y exportera, Isabel Rubio ‘Abu’, tras 20 años en el cargo.

Instalaciones precarias, inestabilidad en los banquillos, ausencia de algunos de los principales puntos del convenio… era imposible que las jugadoras no pagaran las consecuencias, que el rendimiento en el campo no se viera afectado. El Rayo ha permanecido en puestos de descenso en 26 de las 27 jornadas disputadas, y es colista desde la jornada 6. Solo ha ganado dos partidos en todo el año y es, junto al Sporting de Huelva, el equipo menos anotador del campeonato (23 tantos). Hace meses que el descenso parecía seguro, pero el vestuario rayista no ha dejado de luchar. En las últimas semanas lograron empatar con el Atlético, competir con el Barça en Copa de la Reina y hacer sufrir a Levante (perdió 4-3 con honor) y Real Madrid (las blancas ganaron 0-1 con gol en el 89’ de Olga Carmona).

Ahora, con la pérdida de categoría ya matemática, el futuro es una incertidumbre. El Rayo jugará en la nueva categoría de Segunda División y no estará amparado por la nueva liga profesional. Adriana Martín, que fue una de sus históricas figuras entre 2009 y 2011, habló sobre la situación del equipo vallecano en el programa EstrELLASaEscena. “No te voy a decir que lo han dejado morir, pero quizá no se han preocupado demasiado de una sección femenina que es histórica en nuestro fútbol y que le ha dado tantas alegrías al Rayo. Yo también lo sufrí en mis carnes, fue una época complicada con los Ruiz-Mateos, de problemas económicos. Te prometían una cosa y nunca llegaba. Me da mucha pena, sinceramente, porque he hablado con una compañera del Rayo y casi todo lo que me contaba eran penurias. Me da pena que un club como el Rayo esté en esa situación y espero que se den cuenta de que una institución como el Rayo tiene que estar en Primera sí o sí”.

Fueron casi 20 años consecutivos en la máxima categoría del fútbol femenino español, protagonista de grandes hazañas, referente para muchas mujeres que soñaron con ser futbolistas de su mano. Fue el equipo de estrellas como Jenni Hermoso o Sonia Bermúdez, el equipo que fichó a la primera jugadora extranjera, una Milene Domingues que hizo más por el futfem fuera del césped que dentro de él. Fue el equipo cuya cantera produjo innumerables joyas que han elevado con creces el nivel de la Primera Iberdrola durante años. Ojalá la sección femenina del Rayo Vallecano consiga sortear la desaparición, librarse de las cadenas que le impiden crecer y recuperar el lugar que se merece. Que no se pierda la esperanza.

Contenido patrocinado por Iberdrola

Imagen de cabecera: @RayoFemenino

Alicante, 1991. Mi madre siempre me decía: "No sé por qué lloras por el fútbol, sino te da de comer". Desde entonces lucho por ser periodista deportivo, para vivir de mis pasiones (y llevarle un poco la contraria).

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