Kun Agüero, Radamel Falcao, Diego Forlán, Antoine Griezmann,
Arda Turan… ¿Quién nos lo recuerda? Por rendimiento, quizás los mejores
fichajes de la época moderna del Atlético de Madrid. Todos dejaron un gran
recuerdo, dieron títulos, tuvieron tardes y noches de gloria y la
mayoría dejó un buen pastizal en las arcas rojiblancas a la hora de salir. Pero
en esto de las operaciones, en aquello del mercado de fichajes, de un
millón arriba o abajo y de un dinero que se cae en comisiones o pagos a
terceros, también ha habido traspasos más que dudosos e, incluso, futbolistas
que nunca llegaron a vestir la camiseta rojiblanca.
Fue ese, por ejemplo, el caso de Rubén Micael. En
agosto de 2011, el Oporto informaba de la venta de su jugador estrella, Radamel
Falcao, al Atlético de Madrid. En el informe que el club luso presentó a la
Comisión Nacional del Mercado de Valores, donde debe registrar todos sus
movimientos, confirmaba que la operación se había cerrado conjunta con la de
otro futbolista: Rubén Micael. Se trataba de un traspaso valorado en 45
millones, de los cuales 5 correspondían al mediocentro luso, un
futbolista que nunca llegó a jugar en el Atlético de Madrid. De hecho, ni
siquiera fue presentado pues, solo tres días después del anuncio y quién
sabe si ni siquiera pasando por la capital, Micael fue cedido al Zaragoza.
Un curso más tarde, se fue prestado al Sporting de Braga, que lo acabó
comprando por 3 millones de euros. El futbolista, internacional en 16 veces
con Portugal, hoy juega en CD Nacional de la Segunda División del país.
No fue el suyo el único caso extraño del mercado de verano
de 2011. Entonces, el Atlético estaba haciendo un equipo ilusionante. Las marchas
de Agüero y Forlán se estaban parcheando con las llegadas de Diego Ribas, Arda
o el propio Falcao. Se trataba de un cambio total en el club, que también había
incorporado a un nuevo técnico. El último día del mercado, la LFP recibió en
sus medios la inscripción de un nuevo futbolista rojiblanco: Julio Alves.
Procedía también del fútbol luso, concretamente del Río Ave. Tenía 20
años, jugaba de centrocampista, aunque también se podía desenvolver como
central, posición en la que su hermano llevaba años destacando. Julio era (y es)
hermano de Bruno Alves, hoy en el Parma y entonces en el Zenit, un
futbolista que solía estar año tras año en la órbita colchonera. Sin
confirmación oficial del Atlético de aquel fichaje, dos horas antes del
cierre del mercado, la inscripción de Julio desaparecía de La Liga, pues el
jugador se había ido traspasado al Besiktas turco. Fue rojiblanco apenas
unos minutos. Julio, una gran promesa de las inferiores del fútbol luso, apenas
contó con oportunidades en Turquía antes de volver al Río Ave. En 2015, con
solo 24 años, se quedó sin equipo y no ha vuelto a tener actividad hasta esta
misma temporada, cuando lo fichó el Cerveira de la tercera categoría.
Otro caso que pasará a la historia de los no debutantes es
el de Martín Demichelis. Fichado libre del Málaga en 2013, a las
pocas semanas de su incorporación el Manchester City le ofreció dinero al
Atlético por el jugador. Fueron 5 millones de euros, que ayudaron a costear
el fichaje de un futbolista más joven que él, Toby Alderweireld, para secundar
la pareja formada por Godín y Miranda. Demichelis tampoco llegó a debutar en
el Atlético en partido oficial (sí lo hizo en amistosos de pretemporada),
aunque estuvo en el banquillo en un duelo de Supercopa de España ante el FC
Barcelona.
Sus pasos los siguieron Jonny Otto y Diogo Jota.
Ambos hoy propiedad del Wolverhampton, donde recalaron cedidos por parte
del Atlético para posteriormente hacer su contrato permanente con el equipo
inglés. Jota era una de las mejores promesas del fútbol luso cuando en 2016 el
Atlético le pagó 7 millones al Paços Ferreira por él. Tras una
pretemporada, donde jugó partidos de preparación, se marchó cedido a los
Wolves, que posteriormente efectuaron una opción de compra de unos 14
millones de euros. Jonny, en cambio, ni siquiera aterrizó en Madrid.
Aprovechándose de su situación contractual, el Atlético lo fichó pagando apenas
7 millones de euros al Celta de Vigo, con vistas a incorporarlo una
campaña más tarde, cuando Juanfran dejaría el testigo a otros candidatos. Por
eso, de primeras, se marchó cedido al equipo inglés. A los pocos meses, la
situación de ahogo económico del equipo rojiblanco y el buen hacer del lateral
propiciaron que el Wolverhampton pagara 22 millones de euros por él.
Nunca se vistió de rojiblanco.
Son las suyas situaciones curiosas que se suelen repetir
verano tras verano. Bernard Mensah y Santos Borré vivieron episodios
similares. Nunca jugaron un partido oficial con el Atlético, aunque sí
amistosos de pretemporada, y hoy todavía el equipo rojiblanco conserva parte de
su pase. En 2011, un año típico de operaciones extrañas, el Atlético recibió la
cesión del jugador del Liverpool Dani Pacheco… Y al día siguiente lo
prestó al Rayo Vallecano. Una cesión a tres bandas que extrañó al mundo
entero y que tiene difícil explicación. Y son operaciones que no parece vayan a
dejar de verse. El caso más claro es el de Iván Šaponjić, quien sí ha
logrado debutar con el Atlético (aunque tuvo que esperar a que el equipo solo
tuviera 13 jugadores disponibles para ello), pero que en condiciones normales
no se habría puesto nunca la rojiblanca.
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