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Tenis

¡Que bueno que volviste, Verdasco!

Existen deportistas por los que una persona tiene predilección. En mi caso es un tenista, al que le guardo un cariño especial, y que quizás, me hizo centrarme en este deporte con mayor interés. Español, un tenista por el que enamorarse del tenis, Rafael Nadal diréis, pero no. El personaje que con su juego pasional, y a veces, desesperante es ni más ni menos que Fernando Verdasco. Hace tiempo que te marchaste pero parece que has vuelto… no te vuelvas a ir.

Si me disculpáis, me quiero poner un poco romántico. El juego de Verdasco, ese que puso contra las cuerdas a Nadal en Melbourne, y que después brilló por las pistas durante dos años, ese juego, es el que me enamoró. Y de pronto, se diluyó. Quizás era previsible, quizás su manera de jugar tan intermitente, generalmente, pronosticaba un bajón de nivel tan alto como el que se produjo en su persona. Quizás, yo no lo quería ver.

Aunque hay que decirlo todo. Tan intermitente es su juego como potente su derecha. Tan inseguro cuando el viento está a su favor como resolutivo cuando se encuentra remando a contracorriente. Tan bueno es lo que le diferencia de los demás, como incomprensible aquello que no le hace único. A pesar de todo, incluso reconociendo las cualidades deficientes del madrileño, solamente cabe mencionar sus puntos fuertes para darse cuenta lo diferencial que es como tenista.

Con sus pros y sus contras Fernando es un tipo de tenista que da gusto verle bien en la pista. Y él parece sentirse cómodo en la cancha. Son los buenos resultados cosechados en Qatar, pero esencialmente las sensaciones que dejó en los partidos jugados, lo que nos hace soñar. Soñar por tener de nuevo a Fernando Verdasco. Así que como diría un buen amigo mío argentino, ¡qué bueno que volviste Fer!

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