Pochettino, un adiós de muchos quilates

Álex JIMÉNEZ – Ya es oficial. Mauricio Pochettino cambia Southampton por Londres, y firma por el Tottenham por las próximas cinco campañas, tras temporada y media de éxito en la ciudad del Titanic.

El preparador argentino, que tenía contrato en vigor hasta la próxima temporada, cierra uno de los grandes culebrones de los últimos tiempos con una decisión que, casi sin quererlo, a buen seguro abrirá otros tantos.

Pochettino llegó a Southampton en enero de 2013 tomando el difícil relevo de Nigel Adkins, y desde entonces su crecimiento y el del equipo caminaron de la mano, hasta llegar hacer del conjunto Saint el equipo de moda del fútbol inglés, con un fútbol diferente, valiente, más de toque y elaboración, que ha roto las ancestrales reglas de la Premier. Todo ello ha llevado al conjunto del Sur de Hampshire a terminar el año en octava posición, con récord histórico de puntos incluido.

Números de los que gran parte de culpa ha tenido el técnico de Santa Fe, que ha sabido hacerse con el vestuario y la afición, pero que ahora ha decidido cerrar un ciclo menos de cinco meses después de las polémicas marchas del club de Nicola Cortese (director ejecutivo y máximo valedor de Pochettino) y del delantero Dani Osvaldo (apuesta personal del técnico), fichaje más caro de la historia del club, y que tuvo que salir de manera forzada tras propinarle un puñetazo a uno de los pesos pesados del equipo, como Jose Fonte.

Dos circunstancias que, sin duda alguna, han influido directamente para que el entrenador haya decidido despedirse de Southampton. El consabido deseo del club era su continuidad, establecer un proyecto de futuro en base a él, la actual plantilla y el Southampton Way, para poder luchar por cotas más altas a corto-medio plazo.

Pochettino era un mimbre fundamental en el Southampton del futuro, y su adiós trastoca mucho los planes de la directiva, entre otras cosas porque de su presencia en el equipo dependía el futuro de bastantes jugadores de la primera plantilla.

Ya dijo Adam Lallana, buque insignia de la nave Saint, que confiaba ciegamente en la continuidad de Pochettino para armar un equipo de mucho porvenir y que por fin pudiese luchar por la zona alta de la tabla. Como también lo hacían otros como Chambers, Schneiderlin, Ward-Prowse, Fonte, Boruc, Jay Rodriguez o Shaw. Pero no, es un hecho que Pochettino no seguirá, y ahora la pelota está en el tejado de sus jugadores, que deberán decidir entre quedarse en el club que les ha encumbrado como futbolistas o seguir con sus carreras fuera de Southampton, incluso con la posibilidad de continuar creciendo a las órdenes del que hasta ayer era su entrenador, aunque ahora 200 kilómetros al Norte.

Situación muy complicada en el St. Mary’s Stadium, no del todo inesperada, pero que desatará una oleada de comentarios, rumores y más de un disgusto. Habrá que ver quién recoge el complicado testigo del preparador, y si su proyecto es lo suficientemente llamativo para hacer que los jugadores más importantes del equipo no hagan las maletas. En cualquier caso, todo parece indicar que se avecina un verano muy largo en Southampton.

Hay vida después de Pochettino, está claro, pero como también lo está que su marcha del banquillo saint dejará un vacío que tardará bastante en llenarse. Casi tanto como el que pueden dejar aquellos que decidan seguir los pasos del técnico. El de Pochettino no es un adiós cualquiera, sino un adiós que puede echar por tierra años y años de trabajo. Y eso no se compra con dinero.

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