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Femenino

Pies en el suelo

Quizá muchos no sean conscientes de la importancia de la cita que se
avecina para la Selección española femenina. Un reto mayúsculo, probablemente
el mayor al que se haya enfrentado en su historia. El Mundial de Francia es el
evento que mejor ha preparado el combinado español desde que disputara su
primera Eurocopa en 1997. En tierras galas habrá más ojos que nunca, pues el
fútbol femenino crece a pasos agigantados en toda Europa, y en Francia goza de
una afición muy superior a la media. Pero sobre todo la expectación ha
aumentado con creces en nuestro país, donde pocos han pasado por alto que las
nuestras disputan el máximo torneo a nivel de selecciones este verano.

Si hay que remarcar la importancia, más necesario todavía es poner un
contexto. Porque España puede caer en primera fase y llegan los “madre mía” y
frases sin sentido como “qué malas son” y blablá. Así que, aficionado medio que
vas a enchufar la tele para ver por primera vez un partido de la Roja en un
Mundial, debes tener en cuenta lo siguiente:

  • Este es
    el segundo Mundial que disputa la Selección española en toda su historia.
    El primero fue hace cuatro años en Canadá, donde las nuestras solo
    lograron un punto y quedaron últimas de su grupo. Es decir, el principal
    objetivo de este grupo de jugadoras será lograr la primera victoria de la
    historia de la selección femenina en un Mundial absoluto. Llegar a
    octavos, aunque figura dentro de las expectativas esperadas, no será
    fácil. Sudáfrica es la vigente subcampeona de África y cuenta con
    jugadoras de notable fortaleza física. China es aguerrida y puede dar un
    susto. Y Alemania, poco que añadir… es la número dos del ránking mundial
    de FIFA. El primer puesto es más que difícil. De ser segundas, el rival es
    Estados Unidos. De ser una de las mejores terceras, el rival podría ser
    Australia, Brasil, Inglaterra o Japón, rivales más asequibles (si se puede
    utilizar la palabra) pero cualquiera está en posición de eliminarte. En
    resumen: todo pasa por acceder a octavos y soñar.
  • Que
    este sea el torneo en el que España ha gozado de una mayor preparación en
    todos los sentidos es una gran noticia, porque la comparación con eventos
    pasados (Mundial 2015 y Eurocopa 2017) es terrible. Ello no quiere decir
    que el equipo dirigido por Jorge Vilda no tenga algunas carencias,
    empezando por el físico (inferior al de las selecciones más potentes), la
    dificultad para adaptarse al juego del rival o la falta de fluidez en tres
    cuartos de campo, lo que provoca un problema con el gol, quizá la asignatura
    pendiente de este equipo. Esto en un Mundial penaliza y mucho. Ocurrió en
    la Eurocopa ante un rival inferior como Austria. En Francia habrá que
    aprovechar al máximo las oportunidades que se generen, o se pagará
    carísimo.
  • No sé
    si solo es una sensación mía, pero se está creando una expectación tal con
    la Selección que no se ajusta a la realidad. Es decir: seamos conscientes
    de que nos encontramos en el mejor momento de nuestra historia, pero es
    que dentro de dos años estaremos aún mejor, porque el margen de
    crecimiento es elevadísimo. Solo hay que ver todas las medallas
    conseguidas en las categorías inferiores durante 2018. Las más pequeñas se
    preparan mejor que como se preparaban a su edad las que hoy afrontan el
    mayor torneo de selecciones. El ‘boom’ del futfem en España tiene que ver
    en cómo puede llenarse San Mamés un miércoles por la tarde para unos
    cuartos de Copa de la Reina o cómo la Real desplaza a miles de aficionados
    para festejar un título inolvidable en Granada. Que el Barça alcance la final
    de la Champions es un paso tremendo que quizá olvidemos en 20 años, cuando
    consigamos ganar a francesas y alemanas con regularidad, o estemos (ojalá)
    entre las favoritas para ganar una Eurocopa o (palabras mayores) un
    Mundial. Para eso puede quedar 20 años o puede quedar mucho más. Otros
    países llevan recorrido tanto como podamos imaginar. Y aunque no soy fan
    del conformismo y creo que la ambición debe ser el sustento de todo equipo
    que aspira a crecer, en este Mundial hay que andar con los pies en el suelo.
    Ellas y nosotros.

Alicante, 1991. Mi madre siempre me decía: "No sé por qué lloras por el fútbol, sino te da de comer". Desde entonces lucho por ser periodista deportivo, para vivir de mis pasiones (y llevarle un poco la contraria).

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