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Pierre-Emile Højbjerg: alumno de Pep, clave de Mou

Si está jugando el Tottenham, y el partido no está detenido, lo más probable es que el balón esté en poder de Pierre-Emile Højbjerg. Si no es así, ya se encarga él de ser protagonista. El danés coloca, manda y ordena. Discute si tiene que hacerlo con el colegiado, y se encarga de todas las tareas propias de ese que tiene alma de capitán pese a no llevar brazalete. Esa experiencia ganada adquirida porque, pese a tener solo 25 años, lleva desde los 17 jugando al máximo nivel. “Es un jugador fantástico, es necesario para el equipo”, admitía José Mourinho en rueda de prensa tras la victoria en Europa League ante el LASK. No va de farol, pues el portugués le ha alineado en todos los partidos jugados hasta la fecha por los Spurs salvo en uno (segunda ronda previa de EL) y en Premier League aún no se ha perdido un solo minuto de juego, el único que lo ha jugado todo junto a Hugo Lloris. Ayer, en un duelo a priori sencillo de Europa League, descansó, pero fue la primera baza de Mou en el descanso cuando a los ingleses se les atragantó el partido.

No es de extrañar que el técnico portugués le dé tanta importancia a un jugador por el que tanto peleó en verano. Cuando todo hacía indicar que el danés recalaría en Londres, Pep Guardiola se entrometió, buscando ese equilibrio que no termina de encontrar en la pareja Rodri-Gündogan, recurriendo a aquel que en sus inicios fuera su aprendiz para terminar de dar el relevo a Fernandinho. Porque Højbjerg llegó al Bayern Múnich con apenas 16 años, cuando el catalán estaba en el banquillo, y bajo unos informes que le catalogaban como un diamante en bruto. Højbjerg, que considera a Pep el mejor técnico que ha tenido siempre (o al menos así lo admitió al poco de recalar en el Tottenham) también cree que ser dirigido por él con 17, 18 y 19 años fue una exigencia demasiado grande para un joven imberbe sin experiencia y que aquello le acabó sobrepasando. Si bien en Alemania le tenían como el mejor profesional, una esponja que todo lo absorbía, que aprendía a pasos agigantados y aquel tan sumamente inteligente que podía adaptarse a casi cualquier posición del campo (de hecho jugó partidos complicados como lateral), fue el propio jugador quien no se sintió feliz cuando en una edad en la que tenía que aprender en el campo estaba viendo cómo era relegado al banquillo por otros con más experiencia.

Højbjerg salió cedido al Augsburgo y al Schalke y luego buscó una transferencia definitiva al Southampton, donde se ha terminado por pulir como un futbolista de unas dimensiones desproporcionadas. Poco necesitó para ser capitán, esta vez sí con brazalete, nada más llegar al Soton, y tras cuatro temporadas donde ha sido pieza fundamental, un mercado condicionado por la pandemia y una situación contractual que le era favorable para forzar su salida le han hecho llegar casi regalado a un equipo que ahora opta a pujar por todo.

Pep Guardiola, con Pierre-Emile Hojbjerg en sus tiempos en el Bayern. (Alexander Hassenstein/Bongarts/Getty Images)

Højbjerg no mete goles ni da asistencias. Alguna, sí, evidentemente, pero no es su cometido. Lo suyo es brillar en todo lo demás, eso que muchas veces es invisible al ojo menos hecho a ver fútbol desde un prisma no tan resultadista. No hay nadie que haya dado más pases que él en la Premier League, y tampoco nadie que los haya dado con éxito. Por eso, si el partido está en juego y hay que apostar porque un futbolista tenga la pelota, lo seguro es pujar por el danés. Tampoco hay muchos que hayan robado más balones que él, una asignatura donde lleva años siendo sobresaliente, encabezándola casi siempre cuando acaba el curso o si no asomando bien arriba.

No es casualidad que Højbjerg haya llegado a este punto en su carrera. Cuenta Martí Perarnau en Herr Pep, que Guardiola siempre consideró al danés como el relevo natural de Busquets, en cuanto a la posición se refiere y no al club, y que a ningún jugador le ha dedicado nunca tanto tiempo el entrenador en un máster acelerado de aprendizaje para el que él ya tenía unas tablas impresionantes. Que siendo aún un adolescente sin estar convocado para entrenar con el primer equipo, solía dejarse ver por las zonas comunes del club buscando que el técnico le dijera que bueno, que ya que estaba ahí, se sumara a entrenar con los mayores.

Y en un Tottenham donde los flashes son para Kane, Son y un recién repescado Gareth Bale, es la presencia de Højbjerg la que permite que Ndombelé, el fichaje más caro de la historia del club y que el año pasado había estado cuestionado por su nivel, esté liberado para demostrar que sí es un futbolista que vale la pena el pastizal que se pagó por él. Es la inteligencia posicional del danés, siempre perfectamente colocado, la que dota a carrileros tan profundos y alocados como Aurier, Doherty o Reguilón de autoridad para perder de vez en cuando la posición, sabedores de que el ‘6’ siempre les hará la cobertura en el momento exacto. Guardiola le enseñó a dominar los partidos con y sin balón. Ahora Mourinho disfruta de ello.

Imagen de cabecera: Catherine Ivill/Getty Images

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