Síguenos de cerca

Tenis

Pasear por París en tiempos de Roland Garros

Roland Garros es ese Grand Slam que, para un español, significa algo más. Roland Garros ha sido la cita culmen en la carrera de Rafa Nadal, el tenista masculino con más majors de todos los tiempos.

Por eso, en estos días, pasear por Roland Garros es llenar la cabeza de recuerdos y asistir al encuentro con la Historia de este deporte por cada rincón próximo a Bois de Boulogne, el bosque que se da la mano con el lugar de la tierra batida por excelencia. Un torneo que sorprende si paseas cerca de él.

Caminando por las aceras circundantes, te topas con la algarabía de las gradas de las pistas exteriores, como la 4 y la 5, próximas al Boulevard d’Auteuil. A pie de calle, por las rendijas que dejan las publicidades de los fondos, se cuelan curiosos sin entrada que buscan ojear si la última bola tocó línea o fue out.

El complejo del Grand Slam francés luce espectacular, tras la última renovación por parte de la Federación Francesa de Tenis. Lavado de cara para afrontar nuevos tiempos. En París, lo buscaban. La ITF lo quería. Era impensable tener un Grand Slam sin una pista principal cubierta. Y más en la capital francesa, donde las nubes hacen y deshacen a su antojo.

Ahora, la Philippe Chatrier es algo más que una pista. Es un templo que huele a nuevo. Es un tapete que respeta el nombre pero que se ha convertido en un viejo nuevo lugar en el que muchas y muchos buscan cambiar el rumbo de sus carreras deportivas.

En los accesos al estadio, cuelgan los nombres de aquellos y aquellas que inscribieron el suyo en el trofeo final. Apellidos que lapidaron épocas y a rivales en otros tiempos en los que el tenis gozaba del mismo respeto con el que el Grande francés rinde homenaje en los aledaños al epicentro de las gestas reservadas a los más curtidos.

A lo lejos, se ve la Suzanne Lenglen. Ella, quien marcara una época dorada para el tenis femenino local, sale al encuentro de los espectadores, en forma de estatua, para decirles que fue alguien importante que no merece pasar al olvido.

Las pistas de sus alrededores están colmadas de aficionados ataviados con todo tipo de merchandising de Roland Garros pero sin tener claro si echarse a la manga corta o continuar con la gabardina.

Del otro lado de la Chatrier, el Jardín de los Mosqueteros (los cuatro tenistas de la época dorada del tenis galo de los años 1920 e inicios de los 1930) y el Jardín Contemporáneo, entierran la vieja Pista 1 conocida como la ‘Plaza de Toros’ de París.

Ahora, como resultado de la ampliación del complejo, entre tanto verde, se esconde la Simonne-Mathieu, una pista con encanto hundida sobre el suelo francés que es puro deleite arquitectónico y un placer visual para el espectador refinado.

Pasear por París en tiempos de Roland Garros es un paraguas con el logotipo del torneo, una bola que se escapa directamente a la calle como en cualquier patio de colegio, una hamaca marrón esperando ocupante y un polo Lacoste postrado sobre los hombros de cualquiera que mínimamente entienda de tenis y tenga respeto al lugar que pisa.

Imagen de cabecera: Roland Garros

Periodista/ Journalist | Freelance | Colaborador en Sphera Sports, Radio MARCA, esRadio, Radio Internacional y Match Tenis | Blogger El HuffPost | Antes: Dpto. Comunicación de LNFS | Fundé dos proyectos periodísticos

Comparte la notícia

No te lo pierdas

Más sobre Tenis