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Padre e hijo

A comienzos de la década de los 90, en España, al futbolista técnico y de talento le costaba un poco más que a otros asentarse en la élite. El Madrid de la Quinta del Buitre y el Barça de Johan Cruyff que desembocaría en el Dream Team, abrieron camino, pero a las primeras de cambio se dudaba de la capacidad de competir con ese perfil de futbolista.

El verano del 92 cambió para siempre la historia del Deportivo de la Coruña. La llegada de Bebeto y Mauro Silva, por entonces poco conocidos, sobre todo Mauro, y un grupo de futbolistas de nacionales, que venían de curtirse en otros equipos o en el propio Depor, con ascensos y salvaciones milagrosas, formaron un gran bloque. Y con la experiencia de Arsenio Iglesias, el Zorro de Arteixo en el banquillo, conquistaron el corazón de media España.

En aquel equipo descubrimos a un zurdo de una calidad extraordinaria, pieza clave en el Deportivo más importante de la historia que pasó a llamarse Súper Depor. Francisco Javier González Pérez, Fran, nació en Carreira, A Coruña, jugó 17 años en el Depor, fue internacional y se convirtió con los años en uno de los centrocampistas más queridos y admirados del fútbol español.

Fran tenía una visión de juego extraordinaria, jugó toda su carrera entre la mediapunta y la banda izquierda, desplazaba bien en largo, tenía un gran disparo y era muy protestón con los árbitros. Bajo su apariencia tímida, asomaba un Fran muy reivindicativo con los colegiados.

Tuvo firmado un pre contrato con Ramón Mendoza en 1992, que no llegó a hacerse efectivo porque su sueño era jugar en el Depor y no quiso marcharse de allí. También lo pretendió el Barça de Cruyff y Fran se mantuvo en sus trece. Ahora, casi 20 años después de la aparición de Fran, su hijo, Nico González Iglesias, está llamando muy fuerte a la puerta del éxito con sus actuaciones en el F.C. Barcelona.

Su estilo de juego es radicalmente distinto al de su padre. Fran era zurdo, no llegaba al 1,80 m de estatura, habilidoso, con mucha capacidad para el amague y un disparo magnífico. Nico roza el 1,90 m y es un interior de manual para ir y venir, con buen disparo y mucha capacidad de trabajo. No exento de calidad. Uno fue y otro es centrocampista, pero muy distintos.

Nico está jugando con una madurez impropia de su edad y en un momento muy delicado para el Barça. No es lo mismo subir al primer equipo en una época exitosa a todos los niveles, que con la presión y exigencia que tiene ahora mismo el club en todos sus estamentos.

Nico, como Gavi, son jugadores a los que no se les debe exigir nada, pero se da la circunstancia que son ellos los que están sacando la cara y el juego cuando más necesitado está su equipo, reconocido por su propio entrenador.

Es tan cierto que no son las circunstancias ideales para debutar en un club grande, como que a lo largo de la historia tenemos muchos ejemplos que la mayoría de oportunidades, llegan cuando un club de la magnitud del Barcelona pasa por graves problemas económicos y deportivos. Por eso se mira hacia abajo y se tira de cantera. Porque la necesidad manda más que el deseo propio.

La Quinta del Buitre asomó en el primer equipo del Madrid cuando el club blanco estaba muy mal, económica y deportivamente, en el otoño de 1983 bajo la Presidencia de Luis de Carlos y con Alfredo Di Stéfano en el banquillo. Es muy difícil mirar hacia abajo en un club grande cuando hay época de bonanza, porque se exige resultado inmediato y la cantera necesita tiempo y confianza para ser efectiva.

Fran y Nico, padre e hijo. Uno triunfó plenamente, el otro recién empieza. El fútbol español y sus preciosas historias.

Imagen de cabecera: FC Barcelona

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