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Oxígeno en el Puchades

Sensación de ahogo. Querer llenar nuestros pulmones y no ser capaces de ello. Esta es probablemente una de las peores situaciones que puede experimentar cualquier ser humano, sabedor de que si en breve no logra respirar la tragedia puede ser inevitable. Pero aunque pueda parecer extraño, no solo los seres vivos experimentan esta terrible experiencia, no es necesario tener un corazón latiendo, sentir ni padecer para acusar la falta de aire, la opresión en el pecho o la imposibilidad por inspirar. Y es que, por ejemplo, un club deportivo también sufre dichos síntomas.

En Valencia ya habían experimentado esta angustiosa sensación en los últimos tiempos. A pesar de mostrarse año tras año como un equipo tremendamente competitivo, en la temporada 2019/20 el conjunto che se convirtió en una de las sorpresas negativas de la Primera Iberdrola. Una plantilla en la que sobresalían nombres como los de Mª Paz Vilas, Marta Carro, Zenatha Coleman, Berta Pujades o Sandra Hernández no dio el rendimiento esperado, situándose en la zona baja de la tabla la mayor parte de la liga. Tal fue así que en el momento en que la pandemia obligó a suspender el campeonato a nueve jornadas del final el cuadro valencianista ocupaba plaza de descenso, con lo que dicho factor extradeportivo acabó liberando al equipo de un final de campaña con desenlace incierto.

Aquel mal tragó quedó atrás, pero como si de una pesadilla se tratara, la sensación de ahogo y falta de oxígeno ha vuelto a acompañar al Valencia este curso. Un mal comienzo supone a menudo un lastre para el resto de temporada, y así ha sido también en esta ocasión. Sumando tan solo un punto de los primeros 18 posibles el conjunto dirigido por Andrea Esteban se situó rápidamente en la parte delicada de la clasificación, convirtiéndose además en el equipo que más goles había encajada tras ocho jornadas disputadas, cifras que hacían presagiar de nuevo un intenso sufrimiento para lo que quedaba de liga.

Pero el cuadro che es de esos que no baja los brazos en ninguna circunstancia. Cuando las cosas no salen el carácter luchador debe estar más presente que nunca, para conseguir revertir una dinámica negativa a base del trabajo y perseverancia. De esta guisa llegaba el Valencia al derbi del pasado fin de semana frente al Levante, acumulando una racha negativa de cinco partidos consecutivos sin conocer la victoria y con el mono de trabajo puesto, siendo conscientes de que un triunfo ante el eterno rival podía suponer ese punto de inflexión tan necesario como el aire que se respira.

El conjunto granota que visitaba el Antonio Puchades no era el de campañas anteriores. Sigue disponiendo de una plantilla de primer nivel, aunque lesiones como las de María Méndez y Eva Navarro, añadidas a la marcha de María Pry el pasado verano, trajeron consigo una versión mucho más gris del equipo levantinista. No obstante, y a pesar de la nefasta racha de resultados que atraviesa, este no dejaba de ser el favorito para dicho encuentro, dado que el Valencia lo afrontaba con un escaso margen de dos puntos sobre los puestos de descenso. Pero de nuevo volvimos a ser testigos de que lo que reza el dicho es completamente cierto: “En un derbi puede pasar cualquier cosa”.

El estadio che volvió a ser el fortín que representaba antaño, donde cualquier equipo que lo visitaba sabía que si quería sacar algo positivo de allí debería dejarse la vida sobre el verde. Eran conscientes las futbolistas de Andrea Esteban de que las opciones de victoria pasaban por mostrar una férrea solidez defensiva, algo que había faltado la mayor parte de la temporada, donde solo habían logrado dejar su portería a cero en cuatro ocasiones. Pero esta vez el cuadro valencianista se mostró impecable atrás, donde Enith Salón, María Jiménez, Marta Carro y Bea Beltrán lograron mantener a raya a las atacantes rivales.

En el plano ofensivo volvimos a descubrir que, cuando las delanteras no atraviesan su mejor momento en cuanto a goles se refiere, las jugadoras con llegada desde la segunda línea pueden ser trascendentales. Candela Andújar y Anna Torrodá son dos ejemplos de ello, las autoras de los dos tantos del partido tienen una facilidad pasmosa para pisar área rival procedentes del centro del campo, y con sus goles permitieron que los tres puntos se quedaran donde hacían más falta. No es de extrañar pues que las encontremos a ambas entre las cinco futbolistas del Valencia con más minutos disputados en Primera Iberdrola esta temporada.

El conjunto che llegó a este duelo con esa sensación de ahogo que describíamos al inicio, falto de aire e incapaz de llenar sus pulmones para poder respirar, sabedor de que una derrota lo dejaba de nuevo en puestos de descenso. Pero también era consciente de que todo lo que necesitaba para dejar de experimentar esa angustiosa sensación era ganar el derbi, un triunfo que acabó llegando y que volvió a demostrarnos que este equipo jamás baja los brazos. Los tres puntos ante el Levante pueden traer consigo un nuevo Valencia, pero lo que es una evidencia es que la victoria en el Antonio Puchades llenó de oxígeno los pulmones del valencianismo.  

Contenido patrocinado por Iberdrola

Imagen de cabecera: @VCF_Femenino

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