Cuando un delantero repunta en cualquier liga suele llamar la atención de todo el mundo. Pero cuando el delantero que destaca mide más de 2 metros, al menos yo, me vuelvo completamente loco. Por ello, en el artículo de hoy hablaremos de Onuachu, un tanque nigeriano que aprendió de Nwankwo Kanu.
Los jugadores como Onuachu son futbolistas que desafían durante toda su carrera ese típico tabú de que los jugadores altos son torpes y lentos. Obviamente, un futbolista que supera los 195 centímetros no va a ser un galgo, hábil y con una aceleración explosiva. Pero en carrera y tras un despegue accidentado, un futbolista alto, puede volar. Usain Bolt, el hombre más rápido de la tierra, mide 195 centímetros. Todos sabemos que de no ser por sus malas salidas (debido en gran parte a su envergadura) hubiese pulverizado aún más sus propios récords. ¡Pero allí está! En el olimpo de la velocidad.
En este grupo entran muchos futbolistas, y entre ellos, Onuachu. 201 centímetros de altura. Más alto que una furgoneta Volkswagen California y tan liviano como la pluma de un ave gigante.
Onuachu es un tipo humilde y singular. Un delantero único. Alto y aparentemente tosco, pero muy coordinado con el balón. Es un delantero que engaña, ya que por su perfil, imaginas que únicamente se dedica a peinar balones, jugar de espaldas y esperar cualquier jugada a balón parado para meter la frente. Pero Onuachu se deja querer en el campo. Le gusta estar en contacto con el balón y bajar a zona de creación. Se adapta al partido. Si puede hacer daño corriendo a la espalda del rival, lo lee y lo hace. Si el equipo rival juega encerrado atrás y con las líneas muy juntas, lo percibe, lo analiza y ejerce de hombre objetivo u hombre boya apoyándose en su increíble juego de espaldas.
En el área es letal. Su altura, su salto y su gran remate de cabeza le convierten en el objetivo de todo centro lateral y de toda jugada ensayada, sean faltas o córners. No solo la altura es su única arma, Onuachu lee y se anticipa como nadie dentro del área. El famoso ‘timing’ es en él una virtud.
Ebere Paul Onuachu es el máximo goleador de la Pro League con 25 dianas y dos asistencias en 29 partidos. Tiene 26 años, es el ‘9’ titular del Genk y actualmente opta a la lucha por la bota de oro.
Un delantero nigeriano que se mudó a Togo, que se formó en Dinamarca y que la está rompiendo en Bélgica.
Su techo, por naturaleza, ya debe ser más alto que el de los demás, pero por lo visto hasta ahora, le queda recorrido al chaval, que está pidiendo a gritos un reto mayor. La Premier League, la Bundesliga y la Ligue 1 le tienen en el radar. Aunque por su estilo de juego quizá la Premier sea su próximo escaparate.
Mucha gente no entenderá la pasión por los delanteros gigantes, pero hay noches en las que sueño con un ataque compuesto por Onuachu y Henk Veerman rematando centros teledirigidos de Jesús Navas, en el banquillo Žigić de entrenador, con Petr Crouch de segundo y de delegado de campo Jan Koller. Sueño con que algún día, los delanteros tanque no sean algo único. Sino que sean, la nueva normalidad.
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