Síguenos de cerca

Polideportivo

El más difícil de Ona Carbonell

Estaba destinada a no disputar los Juegos Olímpicos. Su retirada temporal, marcada por la enfermedad de dos familiares cercanos y por su reciente embarazo, le alejaba de la cita olímpica. Por primera vez en su vida dejó su pasión, la natación artística, en un segundo plano, y decidió disfrutar de la familia. Pero el destino es caprichoso, y en el mismo mes que debía haberse celebrado Tokio 2020 dio a luz a su hijo Kai. Por entonces ya se sabía que, por la pandemia, los Juegos se habían aplazado al verano de 2021, y que Ona Carbonell iba a aspirar a estar en ellos.

También sabía que el camino iba a ser el más tortuoso. Ona participó en sus primeros Juegos Olímpicos en Londres 2012, la cara de la moneda. Allí consiguió la plata junto a Andrea Fuentes (cuatro medallas olímpicas, solo igualada por Mireia Belmonte) y el bronce por equipos. La cruz llegó a las puertas de Rio 2016, ya como líder del combinado español. En un entrenamiento sufrió un accidente al chocar su cabeza con otra compañera en un salto. Faltaban dos días para la final de preolímpico por equipos y Ona no pudo participar porque se mareaba cuando se colocaba boca abajo en el agua. España acabó quinta y se quedó sin plaza por equipos por primera vez desde 2004.

Más de 70% de las nadadoras que lograron aquel bronce en Londres estaban retiradas, y las que les sustituyeron pecaron de inexpertas. La destitución de Anna Tarrés (15 nadadoras la acusaron de abusos) también dejó un vacío en la dirección muy difícil de llenar. “Esto es España, han destrozado todo por lo que muchas entregamos nuestra vida», declaró entonces Thaïs Henríquez, una de las nadadoras que se quedaron fuera del equipo para el preolímpico.

Ona fue a Rio como clara opción de medalla junto a Gemma Mengual, otra leyenda de la entonces llamada natación sincronizada. La ilusión se disipó en la piscina brasileña, quedando en quinto lugar y lamentando el supuesto favoritismo de los jueces por países como Japón. “Nuestro objetivo era luchar por el bronce pero creo que nos están intentado relegar (…) Se ha visto que a Japón lo quieren meter ahí”, declaraba la pareja, resignada. Mengual se retiró dejando el listón muy alto, pero Ona lo derrumbó. En julio de 2019 se convirtió en la nadadora más laureada de la historia de los Mundiales, alcanzando las 23 preseas (solo Phelps y Lochte le superan si contabilizamos categoría masculina y femenina). Su palmarés es adornado ya por 39 medallas entre Mundiales, Europeos y Juegos Olímpicos. Una auténtica barbaridad.

Parecía que lo había conseguido todo, y a pesar de su juventud (cuando anunció su retirada tenía 29 años, por los 40 de Mengual) todos entendimos que apartara el deporte al más alto nivel para priorizar la familia. El aplazamiento de los Juegos fue como si el destino quisiera decirle que si quería, podía volver y tratar de estar en Tokio. Antes de meterse en la piscina en el Europeo de Budapest del pasado mes de mayo, Ona llevaba dos años sin competir. No solo eso: a los pocos meses de dar a luz ya estaba entrenando para recuperar la forma, al tiempo que hacía de madre. Decidió que su hijo se alimentara solo de leche materna, como contó en una maravillosa entrevista en EL PAÍS, y ello le supuso un duro esfuerzo en cuanto a organización (pasaba tres horas en el agua, se ponía el sacaleches, congelaba la leche en una nevera que tenía al lado de la piscina y se volvía a tirar al agua); y asumir un componente importante de riesgo de lesión, debido al comportamiento de ciertas hormonas en madres lactantes.

El desgaste físico y mental ha sido importante en estos últimos meses (llegar totalmente destrozada a casa, pasar noches sin dormir, viajar con el bebé a las concentraciones), pero Ona ha logrado superar el que ha sido seguramente el reto más importante de su carrera. Una recuperación en tiempo récord digna de admirar, pues la motivación vino dada no solo por estar en la gran cita olímpica, también por demostrar que se puede dar a luz, hacer de madre y competir al máximo nivel, todo en menos de un año.

No es el único caso de madre-deportista que ha vuelto a lo grande a la élite. Serena Williams o Allyson Felix si nos vamos al estrellato internacional, pero también Maialen Chourraut, Teresa Portela o Liliana Fernández (la eterna pareja de Elsa Vaquerizo en vóley-playa) en el ámbito nacional. Todas ellas estarán en los Juegos Olímpicos de Tokio, pero Ona lo ha hecho en una carrera a contrarreloj que pocas podrían igualar. En Budapest volvió a ser la líder del equipo español conquistando un bronce histórico, otra medalla más en un palmarés de leyenda. Al mes siguiente afrontaba un preolímpico en el que se alzaban con la segunda plaza de las tres que se repartían para Tokio. Fue un momento especial, en Barcelona, su casa, en un día mágico para devolver al equipo español de natación artística a unos Juegos Olímpicos tras la dolorosa ausencia en Rio. Quedaron por delante de Grecia (dirigida por Anna Tarrès) y Estados Unidos (bajo el mando de Andrea Fuentes). La coreografía contó con un poderoso mensaje de igualdad, pues incluye el lenguaje de signos, algo que valoraron mucho los jueces.

Ahora, Ona afronta sus terceros Juegos Olímpicos, los más duros por la forma en que llega (ha asegurado en varias entrevistas que le cuesta dormir) y porque estará lejos de su hijo pequeño mientras compita en Tokio por culpa de los protocolos del covid-19. Pero no pierde la sonrisa y lo deja todo en cada cosa que se propone. Solo un mes y medio después de tener a su pequeño comenzó a entrenar. Hoy está preparada para luchar por su tercera medalla, aunque muchos la dejen fuera de las quinielas por primera vez. Se antoja difícil, pero Ona ha demostrado que no entiende de límites.

Contenido patrocinado por Iberdola

Imagen de cabecera: Ona Carbonell (@onacarbonell)

Alicante, 1991. Mi madre siempre me decía: "No sé por qué lloras por el fútbol, sino te da de comer". Desde entonces lucho por ser periodista deportivo, para vivir de mis pasiones (y llevarle un poco la contraria).

Comparte la notícia

No te lo pierdas

Más sobre Polideportivo