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Osasuna

Oh, capitán, mi capitán rojillo

El siglo XXI trajo consigo la llegada del fútbol moderno. Ahora, los cuerpos técnicos estudian al detalle a sus próximos rivales, los futbolistas perciben ingresos por publicidad, los precios de las camisetas cada vez van más al alza… Pero si hay algo que no cambia es que cada equipo tiene un referente.

En Osasuna, ese referente está representado por su capitán. Desde que entramos en el nuevo siglo, ha habido tres grandes capitanes vistiendo la elástica rojilla y su trayectoria parece haber sido calcada por un estudiante de arquitectura: Cruchaga, Puñal y Oier.

Cruchaga, el central con el 7 a la espalda

Desde que Osasuna lograra el ascenso a Primera el 4 de junio de 2000 gracias a los goles de Orbaiz y Trzeciak ante el Recreativo de Huelva, y ya desde 3 temporadas antes en Segunda, la zaga rojilla tuvo a un emblema en su parte central: César Cruchaga.

El de Ezcároz fue pieza clave en los grandes éxitos que Osasuna alcanzó en la primera década de siglo, esto es, la final de Copa del Rey ante el Betis (2005), el cuarto puesto en Liga y la clasificación para la ronda previa de Champions League (2006) y la semifinal de UEFA ante el Sevilla (2007).

Cruchaga tenía una característica muy particular: a pesar de ser central, su dorsal era el 7, número lucido habitualmente por delanteros o extremos. Más allá de esa anécdota, su porte era el de un defensa clásico: alto, fuerte y contundente. Todo un ídolo para la afición rojilla. Su buen hacer despertó el interés de equipos como el Athletic de Bilbao, pero él antepuso la fidelidad al club de su vida a la mudanza a la comunidad vecina.

Para el recuerdo queda una de sus frases: “Aquí no se rinde ni Dios y vamos a sacar esto adelante. El domingo vamos a ir a muerte y con el cuchillo entre los dientes”. Cruchaga pronunció esa frase a falta de tres jornadas para finalizar la temporada 2008-2009. Después de eso, Osasuna empató 0-0 con el Sevilla, ganó 0-1 en el Camp Nou y certificó la permanencia ganando 2-1 al Real Madrid.

Aquel 31 de mayo, una vez conseguido el objetivo de la salvación, Cruchaga colgó las botas. El capitán rojillo, subido al palco y con lágrimas cruzando su rostro, se retiró con 35 años y unos dolores de los que ya nunca se recuperaría.

Puñal, el que más ha jugado con Osasuna

513 fueron las veces que Patxi Puñal vistió la camiseta de Osasuna. Ningún otro jugador se acerca a esa cifra, un dato que refleja la regularidad del futbolista de Huarte. Su larga trayectoria en Osasuna le llevó, incluso, a que el Gobierno Foral le otorgara la Medalla de Oro al Mérito Deportivo de Navarra.

Puñal cogió el testigo de su compañero y amigo Cruchaga y fue el capitán hasta 2014. Al igual que Cruchaga, él también colgó las botas entre lágrimas, pero en su caso de dolor. Tras 14 temporadas consecutivas en Primera y 20 años después de su último descenso, Osasuna volvía a los infiernos de la Segunda. Una amarga despedida para todo un emblema rojillo.

Patxi Puñal, el día de su despedida. (Denis Doyle/Getty Images)

Pero, además de su regularidad y de su participación en la época dorada de Osasuna, Patxi Puñal es recordado por su educación tanto dentro como fuera del campo. De aspecto desgarbado, el capitán rojillo lo mismo te cortaba una contra del equipo rival que te marcaba un gol decisivo. En 2013, un trallazo suyo que se coló por la escuadra, unido a un posterior tanto de Cejudo, certificaron la remontada contra el Sevilla en El Sadar y la consecuente y sufrida permanencia, que desembocó en una invasión de campo.

Oier, la rasmia en persona

El actual capitán osasunista no recogió directamente el brazalete de Patxi Puñal, sino que fue Miguel Flaño el encargado de liderar la nave osasunista tras la retirada del 10. Sin embargo, ya incluso antes de que Flaño dejara Pamplona, Oier fue el referente rojillo tanto dentro como fuera del vestuario.

El de Estella ha sido un comodín para todos los entrenadores que han pasado por el banquillo rojillo y no ha sido hasta hace un par de temporadas que se ha asentado en el mediocampo. Hasta entonces, se le pudo ver como central, lateral e, incluso, mediapunta en un curioso experimento de Mendilibar.

Oier Sanjurjo, durante un encuentro de la temporada pasada. (Juan Manuel Serrano Arce/Getty Images)

Ahora, tras haber superado una época convulsa en el club, con dos descensos y estar a un minuto de la desaparición, Oier y Osasuna han recuperado su mejor versión. El de Estella es el faro que guía al equipo desde el centro del campo y, cuando él falta, sus compañeros lo notan. La rasmia, qué concepto tan navarro, que él aporta sobre el verde es difícil de sustituir. No hay más que ver cómo lidera la salida de vestuarios para entender ese fútbol intangible alejado de regates y goles.

Vidas paralelas

Cruchaga, Puñal y Oier han vivido trayectorias similares en el mundo del fútbol. Además de compartir origen navarro y de haber sido formados en la productiva cantera de Tajonar, los tres tuvieron que vivir una cesión antes de llegar al primer equipo osasunista.

Gavá fue el destino de Cruchaga, Leganés el de Puñal y Vigo el de Oier. Que tres emblemas de un club tuvieran que foguearse fuera de casa un año para volver más experimentados es la muestra más clara de que una cesión no es sinónimo de fracaso.

¿Quién seguirá esta estela triunfal de capitanes navarros? Cuando Oier, que acaba de renovar su contrato hasta 2022, se retire su testigo lo cogerá Roberto Torres. Y por detrás ya empujan jugadores asentados en el primer equipo como Unai, David, Barja o Moncayola. Cantera y referentes no van a faltar en Osasuna.

Imagen de cabecera: Denis Doyle/Getty Images

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