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Ni pasillo ni pasilla

El Atlético de Madrid no hará pasillo de campeón al Real Madrid el domingo en el Wanda Metropolitano. Mucho debería cambiar la situación para que los jugadores de Diego Pablo Simeone decidieran, en las últimas horas, homenajear al equipo blanco, que sumó su 35º campeonato de LaLiga el pasado sábado ante el Espanyol. Así lo deslizó Giménez, uno de los capitanes, minutos después de que el Atlético perdiera su duelo contra el Athletic. Porque parece que eso es lo importante. Un pasillo impuesto y exigido que prima sobre cualquier resultado deportivo. Según se desveló ayer mismo, fuentes de la directiva rojiblanca, en la propia voz de Gil Marín, han confirmado que no habrá reconocimiento como tal.

Aquello que nació en los años setenta, como acto de homenaje, de manera altruista y espontánea, precisamente en un partido de Copa entre Atlético de Madrid, que venía de ganar LaLiga y Athletic de Bilbao, se ha convertido en radicalmente todo lo contrario. En un arma arrojadiza que no sirve para homenajear al campeón, sino para avergonzar al que se posiciona a los lados y aplaude el ganador. Y eso se ve claramente cuando uno está a un lado u otro de la situación, o cuando solo se le da importancia si los equipos en la ecuación atienden precisamente a esos con mayor masa social de seguidores y esos en los que la opinión pública encuentra el jugo necesario para abrir debates y polémicas que nunca antes existieron antes de sus portadas y editoriales. ¿O es que alguien se acuerda y puso el grito en el cielo cuando, al Atlético, último campeón de LaLiga, no le hizo pasillo el Celta de Vigo en la primera jornada de campeonato? ¿Cómo le va a hacer el Atlético de Madrid pasillo al Real Madrid amparándose en los estándares del respeto y la deportividad cuando el Real Madrid no dejó de acordarse del Atlético de Madrid en sus celebraciones en Cibeles y el Bernabéu?

Quiere la casualidad, o mejor dicho la historia, que desde hace años exista una hemeroteca extensa y precisa que data absolutamente todo lo que sucede para impedir que los relatos puedan maquillarse de una manera burda y bruta. “No hay que darle tanto revuelo. Ellos tienen el título de LaLiga y el pasillo es indiferente, tanto para ellos como para nosotros”, decía Sergio Ramos en rueda de prensa, preguntado sobre si el Real Madrid tenía que hacerle pasillo al Atlético de Madrid, que se había proclamado campeón de LaLiga siete días antes. Cierto es, que eran competiciones distintas (en competiciones distintas nació esta tradición), pues el duelo inmediatamente posterior era la final de Champions en Lisboa. Un argumento, el de las competiciones diferentes, que ha servido siempre para no dar, pero sí para pedir. Porque también se formó revuelo por parte del Real Madrid cuando el Barcelona no realizó el dichoso pasillo cuando los blancos venían de ganar el Mundialito de Clubes, pero no se especuló nada cuando quien sí se lo hizo fue el Valencia en 2015 por este mismo título. “Nosotros no vamos a hacer pasillo. Pensamos solo en los tres puntos. Es mi decisión, yo no entiendo lo del pasillo”, esgrimía Zidane en 2018 cuando el Barcelona ganó LaLiga y justo después jugó contra los blancos. “No se lo hacemos porque ellos no nos lo hicieron a nosotros con el Mundial de clubes”, explicó después. Lo cierto es que, en 2014, tras ser campeón de LaLiga, los tres partidos oficiales siguientes que realizó el Atlético fueron ante el Real Madrid y nunca hubo, ni se pidió, ni se formó revuelo, por el dichoso homenaje. El acto de bondad, exigido e impuesto, deja de ser altruista y espontáneo y carece del sentido original para general el radicalmente opuesto.

Y en estas, el Atlético de Madrid se enfrenta a un sprint liguero infernal para agarrar una de las tres plazas Champions que aún quedan disponibles mirando más en conservar la cuarta plaza que en intentar alcanzar la tercera. Porque si bien la campaña se le está haciendo larga a todos, los últimos resultados obtenidos por los rojiblancos no invitan al optimismo si no fuera porque el Sevilla también ha bajado un par de marchas, y por detrás el Betis y la Real Sociedad han desperdiciado también los momentos en los que el Atlético ha tropezado. De los cuatro duelos que le restan al Atlético, tres son de altura ante rivales directos (Sevilla, Real Sociedad y el derbi, que siempre es un derbi aunque el Real Madrid ya no tenga nada en juego) y el que podría ser más dulce es el de un Elche prácticamente salvado, aunque quizás eso sea más peligroso si tenemos en cuenta la cantidad de puntos que los rojiblancos se han dejado contra los equipos que intentan huir del descenso.

Ese mes y medio que enganchó al Atlético justo después de perder ante el Levante que le llevó a realizar las mejores semanas a nivel competitivo en toda la campaña parece haberse quedado en nada tras el duelo en Champions contra el Manchester City. Aquella eliminación ha debido dejar a los rojiblancos exhaustos tanto física como mentalmente, porque tras ese encuentro el equipo ha vuelto a las andadas de los primeros meses de competición, volviendo a los errores groseros, la precipitación y una sensación de desgana general que no hace más que poner difícil la necesaria plaza de Champions, si es que el Atlético quiere mantener sus cuentas a flote y no desvalijar en verano una plantilla prescindiendo de los jugadores con más cartel para traer otros a coste regalado.

Imagen de cabecera: @Atleti

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