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Fútbol femenino

Mundial sub-20 femenino: Cuando el éxito no solo está en ganar

Hace tiempo que entendí que la auténtica satisfacción no está en el triunfo, sino en el camino que se recorre hasta llegar a él. Cuando no hay reproches, cuando te has dejado el alma por un objetivo, por una ilusión, por un sueño. Ahí, independientemente del resultado final, el éxito está garantizado.

Es curioso, pero España ha firmado grandes proezas en este Mundial sub-20 y aun así se marcha en cuartos de final, algo quizá inesperado antes del comienzo, porque la calidad de nuestras chicas vale su peso en oro. Es curioso porque España, en apenas una semana, ha logrado vencer a Japón e igualar un 2-0 en contra a Corea del Norte.

Una Corea del Norte que llegaba intratable al enfrentamiento. Tres victorias en tres partidos, nueve goles a favor y dos en contra. La sub-19 del mismo país había conquistado el Mundial solo un mes antes. Su futuro es más que prometedor y en este torneo lo están atestiguando. Cuando marcaron dos goles en dos jugadas a balón parado, el destino no parecía otro que la eliminación del equipo de Pedro López.

 

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Pero no. En el peor momento, cuando lo normal es hincar la rodilla y derrumbarse, España se hizo fuerte. Reaccionó todo lo rápido que pudo para no irse de vacío al descanso. Le estaba plantando cara a Corea como si el fútbol femenino llevara siglos implantado en nuestro país. Si no podíamos igualarles en inversión, en tradición o en recursos, lo íbamos a hacer en coraje. Solo ocho minutos después de encajar el segundo tanto, una gran combinación entre Mariona Caldentey y Patri Guijarro acabó en rechace de la portera y posterior remate de Nahikari García. Esta vez la jugadora donostiarra no falló y cumplió con las expectativas que augura: va a ser una crack de pies a cabeza.

Porque Nahikari también participó en el segundo tanto, presionando en el centro del campo y abriendo a banda a Andrea Falcón. La atlética disparó, la portera volvió a rechazar y esta vez fue Lucía García, delantera del Athletic (y máxima goleadora de España en el Mundial) quien introdujo el balón en las redes. 2-2 y apenas se había cumplido la hora de partido. Las coreanas, en cambio, frenaron en seco sus llegadas al área de la Rojita, en parte por el espectacular despliegue defensivo liderado por Carmen Menayo.

La prórroga se vio como un éxito. Muchas de las jugadoras campaban ya extenuadas cuando Corea tuvo dos claras ocasiones para deshacer el empate en el descuento. Sin embargo, en la segunda mitad del alargue, un golazo de Hwa (precedido, una vez más, de una jugada a balón parado) volvió a poner la eliminatoria cuesta arriba. Con Guijarro con problemas, Falcón desbordada y Lucía protegiendo balones entre cinco defensoras, Mariasun Quiñones mantuvo vivo el sueño hasta el 122′ con dos espectaculares paradas.

 

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Pero el marcador no se movería más. España perdió 3-2 ante Corea del Norte, a quien llegó a empatar un 2-0 en contra, a quien le chutó hasta 17 veces, a quien hizo sufrir pese a jugar por primera vez esta fase en un Mundial sub-20. Volver a España a estas alturas no es, en absoluto, un fracaso. Aplastaron a Canadá, vencieron a la poderosa Japón y tuvieron colgando del larguero con el tiempo cumplido a la máxima favorita para llevarse el título. Todo ello viniendo de un país donde el fútbol femenino, hasta hace muy poco, solo era noticia si una jugadora marcaba un gol de triple tijereta o la protagonista era una rubia de ojos azules.

Lo que más duele de la derrota es que mucha gente no valorará lo suficiente lo que se ha hecho en este torneo. Se exigen finales, cuando apenas contamos con una liga nacional en fase de profesionalización. Duele porque son en estos torneos donde España demuestra ser una de las mejores de mundo. Donde demuestra que hay un futuro tan enriquecedor que no apostar por él sería un absoluto sacrilegio. Hoy podéis marchar a casa con la cabeza bien alta. El éxito no está solo en ganar, sino en hacer que un jueves nos levantemos a las seis  y media de la mañana y nos sintamos orgullosos de vosotras. Y vaya que si lo estamos.

 

Alicante, 1991. Mi madre siempre me decía: "No sé por qué lloras por el fútbol, sino te da de comer". Desde entonces lucho por ser periodista deportivo, para vivir de mis pasiones (y llevarle un poco la contraria).

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