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Messi, el fichaje del verano

Una opinión de Joan Sagués, KANTINU | Barcelona | Me aseguran periodistas muy bien informados que, A DÍA DE HOY -así me lo enfatizan-, Leo Messi está decidido a irse al Chelsea. Dando por buena su información, que sin duda lo es, me cuestiono 1. si es realmente cierto que el futbolista se quiera ir, una vez conocido lo que sus allegados quieren que se sepa, 2. si, de ser cierta su intención de marcharse, sería esa momentánea decisión revocable en los próximos meses, y 3. qué y/o quién la podría revocar.

Que el vestuario hace tiempo que dejó de creer en su entrenador es una evidencia, que las estrellas del equipo le quieren fuera es algo que empezamos a asumir, y que Messi podría conseguirlo sólo con chascar los dedos lo sabe Bartomeu -acorralado por el argentino, presionado por sus directivos y asfixiado por las encuestas- y lo sabe Leo, quién el jueves recibió de su catatónico presidente un cheque en blanco que no había solicitado. 

Lo que quiere el argentino es volver a ganar, y ve en Lucho más un lastre que una ayuda, y lo que pretende Bartu es llegar vivo a los comicios, y ve en la clemencia del crack argentino su única tabla de salvación. La contingencia espacio-temporal no deja margen alguno al presidente: contra Messi no se entrena ni se preside, ni mucho menos se ganan elecciones.

Leo Messi es, pues, el gran fichaje del verano sin fichajes. Su continuidad vale oro para el que la consiga. El argentino, por mucho que se le valore en algunos lares sólo por lo que dio, y no por lo que sigue dando y lo que todavía va a dar, no cuenta con 32 y busca su último contrato sino que está en los 27 y mantiene intacto el apetito. Cuando el que compra acepta pagar 250M al que vende se le escapa algo. Y gordo.

No hace falta tener dos másters en entorno culé para adivinar que no es Bartu el mejor colocado para convencer a Leo Messi de renovar sus votos con su novia futbolística de toda la vida. Sus años de vice deportivo del presidente que le metió el dedo en el ojo a Leo no ayudan. Tener de vicepresidente económico a ese señor que lo desairó en una de las más desafortunadas intervenciones de un directivo azulgrana, tampoco. 

No ayuda ahí la galopante caída del imperio en el que no se ponía el sol ni se perdía el balón. La obra de Sandro y Bartu, la que se empeñó en sepultar cualquier vestigio de Laportismo primero y Guardiolismo después, se desmorona pese a Leo Messi, que sustenta con sus goles y récords a un modelo que no existe, a un míster que no alcanza, a unos compañeros que languidecen y a un club al que no conoce ni el jeque que lo compró. (Esto último no lo vayan contando por ahí, no fuésemos a crear alarma social!)

Y yo me pregunto: podrá algún otro candidato renovar la ilusión del argentino antes de las elecciones? Los primeros comicios sin cromos se los llevará quién se haga con el cromo de Leo Messi, que sigue valiendo más que todo el álbum.

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