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Maynor Figueroa, el eterno

Maynor Alexis Figueroa Róchez tuvo que luchar mucho para alcanzar el sitio en el que se encuentra en la actualidad. Nació un 2 de mayo de 1983 en Jutiapa, Atlántida (Honduras), una ciudad pesquera. Sus padres eran de extracción humilde, aunque la dureza de aquellos días -su esposa, la jugadora de handball Sandra Norales, le comentaba al diario Diez que Maynor no tenía ni siquiera calzado- no le impidió al hondureño sentir un fuerte amor por el fútbol. Todo lo que tenía cerca lo pateaba: una botella de plástico, una piedra, un par de medias enrolladas. El deporte rey lo hacía feliz, sumamente feliz. Tanto que, aunque sus padres le insistían constantemente en que debía estudiar para poder progresar, su pasión lo llevó a romper con aquel mandato para buscar sus propios sueños. El tiempo, indudablemente, le daría la razón.

Su fortaleza, su porte y su sapiencia (1,81 mts de altura y 85 kgs de peso) lo convirtieron en un eficaz defensor central, algo que lo llevó a despuntar como joven promesa en el Victoria, aunque el Olimpia -el conjunto más grande de la tierra catracha- no dudó en llevárselo en el 2002. Figueroa, pese a no tener todavía dos décadas de vida, sorprendió a todos, siendo parte clave de las cuatro ligas que ganarían los Leones en aquellos años. Por supuesto que el rápido crecimiento del hombre de Atlántida no pasó desapercibido para José de la Paz Herrera, el entrenador de la H en el 2003, quién fue el primero en ponerlo en la cancha con la casaca de la selección. Maynor entró a los 30 minutos por Héctor Gutiérrez en la derrota por 1-3 ante la Argentina de Bielsa. Parecía un día más aquel 31 de enero. Nadie podía sospechar que en aquel intrascendente amistoso disputado en el Estadio Olímpico Metropolitano de San Pedro Sula se había presenciado un hecho histórico: aquel fue el primero de los 163 partidos que disputaría -hasta la fecha- el hombre que hoy es, y por diferencia, el jugador con más presencias en la historia de la Garra Catracha

Figueroa se fue ganando poco a poco el respeto de sus pares, algo que lo terminaría convirtiendo en el gran capitán. Con él comandando la defensa, la H comenzó poco a poco a crecer, algo que los llevó, por ejemplo, a finalizar terceros en la Copa América del 2005, perdiendo in extremis ante Estados Unidos. Sin embargo, el objetivo de los Carlos Pavón, Amado Guevara, Noel Valladares, David Suazo o el propio Figueroa era uno solo: clasificar a la H a un Mundial, algo que solo habían alcanzado en 1982

Antes de embarcarse en dicha hazaña, llegó un momento clave en la vida del defensor, ya que el Wigan se fijó en él para potenciar la retaguardia. Era un salto sumamente arriesgado, ya que Maynor no pasaría primero por una liga intermedia (México o Estados Unidos) para sumar experiencia. El hondureño pasaba de golpe de jugar ante conjuntos como Marathón, Motagua o Real España a hacerlo ante colosos como el Manchester United, el Liverpool o el Arsenal. De ser visto por unos miles a ser reconocido por millones. Todo lo que hiciera a partir de allí se magnificaría. Pero Figueroa, lejos de sentir la presión, la aceptó y aprovechó cada momento para explotar más su potencial. 200 partidos después y una FA Cup en la mano terminaron por demostrar que estaba preparado para los retos grandes. 

Getty Images

Hull City, un préstamo en los Latics (que se encontraban en Championship) y la llegada a la MLS para jugar con Colorado Rapids, FC Dallas (donde fue campeón) y Houston Dynamo marcaron los siguientes pasos de un jugador que aprovechó cada momento para dejar su sello. Lugar al que iba, lugar en donde era respetado por todos. Nadie puede decir que no fue una ganancia contratar a un hondureño que valía poco, pero rendía mucho.

Volviendo a la selección, el momento más importante, sin dudas, lo vivió el 14 de octubre del 2009. Llegaban a la última fecha del Hexagonal dos puntos por debajo de Costa Rica en la lucha por la clasificación directa y, encima, el rival no era para nada sencillo: El Salvador (el gran rival de los hondureños) en el Estadio Cuzcatlán. Y no solo debían llevarse los tres puntos de aquella caldera; los Ticos no tenían que hacer lo mismo ante los estadounidenses. Netflix, ávido de documentales en estos últimos meses, lo tiene todo para contar una gran historia acerca de lo que ocurrió aquel día. Bryan Ruiz le daba dos puñaladas a los muchachos de las Barras y las Estrellas en apenas 4 minutos (20 y 23), haciendo que el tanto de Pavón a los 64 quedara totalmente empañado. Era un golpe duro, ya que quién esperaba en el repechaje intercontinental era Uruguay, un rival de mayor fuste. Pero en Washington se vivió una remontada inesperada. Michael Bradley, a los 71 minutos, trajo un poco de ilusión a unos catrachos que debían aguantar su marcador a favor. Y a los 95 apareció Jonathan Bornstein para dejar el resultado en un empate a dos que dejaban a los dos conjuntos empatados en la tabla, aunque Honduras lograba volver a la Copas del Mundo gracias a la diferencia de goles. En tierras africanas lucharon ante Chile (0-1) y España (0-2) antes de marcharse sacándole un punto a Suiza (0-0). La experiencia en Brasil 2014 no sería mejor (dos 0-3 ante Francia y Suiza y un 1-2 ante Ecuador), pero lo importante era que Honduras se había transformado en un equipo digno de disputar el magno evento. 

Los títulos, el estar en grandes eventos e incluso el dinero ganado, sin embargo, no cambió la actitud generosa de Figueroa, que siempre tuvo conciencia, ayudando a los que más lo necesitaban, ya sea invirtiendo en infraestructura, educación o donando distintos elementos. Maynor no sólo es un gran defensor dentro del verde césped, sino que también lo es fuera de él. Es por ello que, a pesar de los años, él sigue siendo el gran capitán, el eterno portador de la camiseta catracha. 

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