El Leicester City está a solo tres puntos de lograr una hazaña histórica, de un sueño inigualable que podría hacerse realidad este mismo fin de semana en Old Trafford, el Teatro de los Sueños, si los foxes vencen a un Manchester United en busca y captura del indulto de sus aficionados tras otra temporada de obligada reflexión.
El fútbol inglés vive en los últimos tiempos enamorado de ese espejismo tan real llamado Leicester. Con el sempiterno y simpático Claudio Ranieri al mando, los zorros se han encomendado a la magia de Riyad Mahrez, los tantos de ese obrero del gol llamado Jamie Vardy, la omnipresencia del binomio Ngolo Kanté – Danny Drinkwater, las segundas juventudes del ‘Big Captain’ Wes Morgan, Christian Fuchs y Robert Huth, la eclosión de Danny Simpson en el lateral diestro, o la confianza bajo palos que inspira Kasper Schmeichel para citarse con la historia.
Todos ellos forman un cóctel sólido y cada vez más fiable que está rozando el milagro con la punta de los dedos. Y un cóctel que tiene otro ingrediente principal en el que (casi) nadie repara: Marc Albrighton (Tamworth, 1989). Un auténtico guerrero, uno de los mayores hombres de confianza de Ranieri y que, a base de trabajo y más trabajo, está también gestando su pequeña gran leyenda.
Llegado hace justo dos temporadas a aquel recién ascendido Leicester desde su equipo de siempre, el Aston Villa, al que llevaba quince años enrolado y que decidió prescindir de él, Albrighton intentó ganarse a su nuevo equipo derrochando esfuerzo desde el primer minuto. Le costó entrar, pero consiguió hacerse importante en las últimas jornadas de la pasada campaña para sacar a su equipo del atolladero. Tuvo en los nueve partidos finales los minutos que no había tenido en toda la Liga, y en los que los foxes sumaron siete victorias, un empate y una derrota frente al Chelsea, para dejar la última posición que hasta aquel entonces habían ocupado casi toda la campaña en Premier y terminar en un tranquilo decimocuarto puesto.
Pero, ¿qué fue lo que llevó en aquel momento tan crítico al entonces técnico del Lester, Nigel Pearson, a confiar en Albrighton? Seguramente, su gran golpeo de balón, su espléndido desplazamiento en largo, pero también su destreza con y sin cuero, y sobre todo, su manera de ver el fútbol. Ese don para entender que esa técnica que tanto le sobra no está reñida con el trabajo y balance defensivo. Lo mismo que ha encandilado a Ranieri, que ha comprobado de primera mano que ‘The Rifle’ es uno de esos jugadores que parece que no están pero que cuando faltan, se nota en demasía.
En ese 4-4-1-1 del técnico transalpino, Albrighton (al que año atrás la prensa inglesa bautizó como ‘el nuevo Beckham’) parte desde el interior izquierdo (o el derecho, depende de cómo vaya el partido para Mahrez), oxigenando el juego desde su banda y ayudando a Drinkwater y Kanté en una tarea tan fundamental como es blindar al equipo y darle equilibrio. Se desgasta abajo y arriba, derrochando físico en ataque y defensa, incrustándose en un costado del centro del campo para ayudar en la salida de balón y también generando peligro en los contragolpes y aportando en ataque.
Suma siete asistencias y dos goles en lo que va de temporada, curiosamente en la primera y la última jornada. En la primera, hizo el último de los suyos en la victoria 4-2 ante el Sunderland; y este último fin de semana fue el encargado de cerrar la goleada (4-0) al Swansea en el primer partido de la temporada en el que Ranieri premiaba con algo de descanso su desgaste y le hacía partir desde el banquillo y no de inicio.
De hecho, Albrighton es el jugador que más partidos ha disputado esta temporada en el Leicester City. 39 de los 40 que ha disputado el líder de la Premier en todas las competiciones, ni más ni menos. Solo se quedó fuera en la goleada endosada en la segunda ronda de la Capital One Cup (o League Cup, como prefieran) por 1-4 al Bury, de la tercera división británica. En Premier, solo él, Morgan y Schmeichel han participado en los 35 encuentros de los de Ranieri hasta la fecha en la mejor temporada de su historia. Palabras mayores.
En Inglaterra, muchos se quedaron con las ganas de verle debutar con los Three Lions en los amistosos preparatorios para la Eurocopa disputados el pasado mes de marzo frente a Alemania y Holanda. Leicester era un clamor esperando que, más allá de Vardy, Hodgson también se acordase de Drinkwater y Albrighton. Del primero sí lo hizo. Pero del segundo no. Y probablemente tampoco lo haga de cara a la cita europea. Pero no importa. Será solo otra muesca en la culata para un pistolero que está a punto de alcanzar una magnánima proeza en el club que le ha dado la oportunidad de resarcirse. Porque, a sus 26 años, el ‘Rifle’ de Leicester todavía tiene muchos disparos pendientes.
Madrid, 1992. Periodismo y Comunicación Audiovisual. Escribo en el Diario MARCA. También Deporte de Alcorcón y el periódico 'Al Toque'. Premier League y Southampton FC en Sphera Sports. La verdadera historia está en lo que no se ve.
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