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Maracanazos

En el lenguaje periodístico del deporte podemos distinguir dos tipos de préstamos léxicos que se producen entre distintas modalidades: los consolidados, esto es, las palabras y expresiones que se han instalado en la jerga de cada deporte tras haberse importado desde hace muchos años desde otras disciplinas, como asistencia, melé o eslalon; y los de carácter ocasional, aquellas otras que han comenzado a utilizarse metafóricamente para describir situaciones concretas en las crónicas originando nuevos usos que, con el paso del tiempo, pueden culminar en nuevas acepciones y formar parte del argot de una nueva modalidad. En ambos casos y más allá de su grado de expansión y afianzamiento final en el habla cotidiana, se trata de vocablos que nacen a partir de un momento histórico, de un resultado, de la existencia de un grupo sensacional de deportistas o de una cita proferida por un comentarista que luego trasciende en forma de titulares periodísticos.

Dentro de la primera categoría mencionada, encontramos voces y frases que han dejado de usarse exclusivamente en el contexto futbolístico del que proceden, tales como miedo escénico, galáctico o maracanazo. Todas ellas son conocidas globalmente pese a que no figuran aún en el diccionario (ni probablemente lo harán). Su uso entre la población se ha desarrollado paralelamente al de los medios y periodistas deportivos, quienes han ampliado su significado aplicándolo en diferentes situaciones hasta convertirlas casi en palabras comodín. Este es el caso de «maracanazo», voz a la que se acude cada vez que se produce una derrota en un gran campeonato de un equipo o selección que juega en casa y cae eliminada. Pero, ¿realmente es esto lo que significa esta palabra?

Como recoge el Diccionario Espasa de Términos Deportivos de Recaredo Agulló, «maracanazo» sirve para designar, la ‘derrota inesperada de la selección en su propio feudo’. Se trata, como el propio autor recuerda, de una voz que toma este significado del Estadio Maracaná de la ciudad brasileña de Río de Janeiro, donde la selección de Uruguay se impuso en la final del Mundial de fútbol de 1950 a la selección anfitriona y gran favorita. Desde entonces, a esta expresión se recurre cada vez que se produce un hecho deportivo similar, es decir, una derrota contra pronóstico del conjunto local en la final de una gran competición internacional que causa una enorme decepción entre sus aficionados.

Como derivación de esta expresión, y dentro aún del ámbito futbolístico, el periodismo ha creado palabras como centenariazo, con motivo de la victoria del Deportivo de La Coruña en la final de la Copa del Rey celebrada en el año 2002 ante el Real Madrid en el estadio Santiago Bernabéu con motivo del centenario del club blanco, un resultado que obligaría a suspender una serie de actos que se había preparado para celebrar un triunfo madridista que nunca se produjo. Siguiendo esta línea, años más tarde se acuñaron alcorconazo como forma de destacar la eliminación en 2009 del Real Madrid en treintaidosavos de la Copa del Rey ante el Alcorcón, un equipo entonces en Segunda B, por 4-0 (en esa ocasión hubo una gran sorpresa sí, pero el triunfo fue del equipo local); iniestazo, gol de Iniesta en el tiempo de prolongación en Stamford Bridge ante el Chelsea en semifinales de la Champions League en 2009 (en este caso, el visitante no ganó sino que empató, si bien se clasificó para una final); mineirazo, que, al igual que en 1950, tomó el nombre del estadio, el Mineirao, donde Brasil cayó goleada con estrépito en las semifinales de su Mundial ante Alemania (la sorprendente derrota, no obstante, llegó en una semifinal, no en una final); o, este mismo año, se indicó que hubo un moratazo cuando Álvaro Morata marcó el tanto que supuso la eliminación de su exequipo en el partido de vuelta de la semifinal de la Champions disputada en el Santiago Bernabéu.

No obstante, el término «maracanazo» ha seguido su curso periodístico natural ampliando su significado y llegando a emplearse de forma más o menos recurrente en otras modalidades. Así, la derrota de España en la final del Europeo de baloncesto celebrado en nuestro país en 2007 al caer ante Rusia de forma inopinada fue calificada también como «maracanazo en el Palacio de los Deportes»; en 2010 se produjo el minimaracanazo de la selección española de fútbol sala, que venció en Brasil a la canarinha en la final del Grand Prix o Mundialito de selecciones; en 2011, también se habló de maracanazo en balonmano cuando las Guerreras se impusieron en los cuartos de final del Mundial de Brasil a las anfitrionas (no fue una final ni un partido por las medallas ni Brasil era entonces la favorita); Javier Gómez Noya dio el maracanazo en Londres al vencer en la última prueba de la Copa del Mundo de triatlón en 2013 e imponerse al británico Alistair Brownlee, primer clasificado antes de la competición; también hubo un «maracanazo de la ÑBA» contra Francia en el último Eurobasket (semifinales), en Lille ante casi 27.000 espectadores; e incluso se destacó el «maracanazo de Gales en Twickenham», el templo del rugby inglés, pese a tratarse tan solo de un encuentro de la primera fase del Mundial.

Vemos, por tanto, cómo cabe hablar de ‘maracanazos’, de diferentes usos periodísticos que no siempre se ajustan al sentido original de la expresión y que tan solo parcialmente contienen uno o varios de los elementos que conforman su verdadero significado: derrota local, en una final de un gran campeonato, contra pronóstico y causando una gran conmoción en el país anfitrión.

Sevilla. Periodista y profesor universitario. Periodismo, lenguaje y deporte.

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