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Maracanazo

Nunca me ha gustado lo del gol psicológico. Todos los tantos tienen repercusión a nivel mental, sea cuando sea. Puede haber un equipo dominante durante la primera media hora, hasta que encaja. También repercute, aunque lleves media hora.  Pero si hay algo que influye es lo que le sucedió a Perú en uno de los mayores coliseos del balompié mundial. Quizás el más importante. Paolo Guerrero, con suma tranquilidad tras el nervio que impuso el VAR, engañó a Alisson en el descuento del primer tiempo. Que poco les iba a durar. Arthur recogió el cuero en el centro del campo y con una fantástica conducción se la puso a Gabriel Jesus. Jarro de agua fría. Su tanto psicológico se había transformado en una broma de mal gusto. 

Difícil de explicar lo del delantero del Manchester City. No sabes si hay mucho que aclarar o poco. Se le ha vilipendiado por no ser titular en el mejor club de Inglaterra, en una de las plantillas más exorbitantes de todo el planeta. Arrancó esta Copa América en el banquillo, relegado y encasillado a lo que parecía una sola posición: la de delantero. Sin embargo, tras las dudas de David Neres, agarró ese flanco derecho de la canarinha para ser uno de los nombres propios de la competición. Ya no es alzar el título. Es la confirmación de que, por lo menos, sabe jugar al fútbol. Lo que algunos dudaban. 

Asistió a Éverton en el primero del choque, otro que sale en hombros y con contrato en Europa, seguramente. Perú, por su parte, jugó a lo de siempre. Ricardo Gareca no mejora a su combinado en cada competición cada X años. Lo hace en cuestión de minutos. En cada partido. La presencia de Zambrano, que no estuvo en los grupos ante la anfitriona, resultó imprescindible. Quizás, solo quizás, se rasgarán las vestiduras por la poca presencia ofensiva tras la expulsión de Jesus. Ya al final su central cometió un penalti para darle a Richarlison la oportunidad de dejar su sello. Tiró el penalti con maestría para volver a lo alto de unas emociones que estaban en el subsuelo. Todo lo que sube baja, ¿no? El toffee pasó de ser vital a tener paperas y perderse los cuartos de final y semifinal. Hizo un gol psicólogo. Perú, a falta de tres minutos, no iba a poder remontar.

Martorell (Barcelona), 1996. Periodista freelance. Amante del fútbol y loco por la Premier League. En mis ratos libres intento practicarlo.

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