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Fútbol

Malditos cruzados

En la vida de un deportista de élite no todo es de color de rosa. A pesar de que generan admiración en el resto de los mortales y de que ser considerado como profesional suele ir acompañado de una serie de privilegios, a la hora de la verdad existen también aspectos que pueden ensombrecer cualquier trayectoria. La presión es uno de ellos. Ser consciente de que todos tus seguidores están pendientes de tus resultados, y que en función de ellos su estado de ánimo puede cambiar, puede provocar una sensación tan halagadora como agobiante para quien carga con tal responsabilidad.

Pero por mucho que la presión pueda convertirse en una losa para el rendimiento de un o una deportista de primer nivel, estoy convencido de que no es el factor más temido por ellos. Si hay algo que genera auténtico pavor entre los profesionales del deporte son las lesiones, capaces de alterar un rendimiento e incluso de echar por tierra toda una carrera en un abrir y cerrar de ojos. En un segundo, el futuro más prometedor puede acabar mutando en semanas, meses e incluso años en el dique seco, con quirófanos de por medio e interminables sesiones de recuperación que le añaden dolor anímico y psicológico al ya padecido a nivel físico.

Es cierto que en un deporte como el fútbol, en el que abundan los cambios de ritmo, los saltos y el contacto físico, las lesiones están a la orden del día. Las roturas fibrilares, los esguinces, las contusiones y las sobrecargas son más que numerosas a lo largo de una temporada, pero no dejan de ser gajes del oficio. No existe futbolista que no se haya perdido un entrenamiento o un partido por estar recuperándose de una entrada, de una caída o de un encontronazo. Hasta ahí todo normal. Pero lo que no deberíamos tomar como algo habitual son las lesiones graves, aquellas que realmente pueden dejarte todo un año en blanco, aquellas que por desgracia en los últimos años estamos viendo casi semanalmente.

Para desconsuelo de todos, la Primera Iberdrola se ha convertido en el escenario fetiche de las roturas de ligamento cruzado. Una de las peores pesadillas de cualquier futbolista es, a día de hoy, un lastre demasiado presente en la rutina de todos los equipos. Raro es el fin de semana en que las jugadoras de alguno de los clubes de la liga no saltan al terreno de juego portando camisetas con un mensaje de ánimo, dirigido a alguna compañera que, a causa de esta lesión, deberá pasarse meses alejada de los terrenos de juego.

Tras 27 jornadas disputadas los datos son verdaderamente escalofriantes. Un total de 16 futbolistas de Primera Iberdrola se han roto el ligamento cruzado anterior de la rodilla desde que se diera por iniciada la temporada, un problema que ya resultaba demasiado frecuente en la campaña 2019/20 y que ha acabado de estallar este año, favorecido por un calendario más ajustado que nunca debido a la situación creada por la pandemia. Es fácil atribuir la culpa de todo esto al exceso de partidos y al poco descanso que pueden haber tenido las jugadoras a lo largo del curso, pero lo cierto es que hay otros motivos.

Afortunadamente diferentes estudios médicos aportan un poco de luz a esta cuestión. No solo la mala suerte o el exceso de competición son las causantes de este grave contratiempo. La ciencia nos confirma que la rotura de ligamentos cruzados es un problema que afecta entre dos y cuatro veces más a mujeres que a hombres, una situación que puede venir propiciada por diferentes aspectos. El factor hormonal es uno de ellos, dado que los niveles de estrógenos que presente la futbolista puede aumentar la laxitud del ligamento, favoreciendo de este modo la rotura del mismo.

Factores físicos habitualmente presentes en la mujer, como el desplazamiento de la pelvis o un fémur de poca longitud, juegan también a favor de la aparición de esta lesión. E incluso la forma de la rodilla, por lo general más recurvada y laxa en mujeres que en hombres, acaba sumando puntos para que esta desalentadora lesión esté por desgracia mucho más presente en el deporte femenino que en el masculino.

La última futbolista en unirse a la larga lista de afectadas por la rotura de ligamento cruzado es Salma Paralluelo. La jugadora del Villarreal CF, nacida en Zaragoza y de ascendencia ecuatoguineana, no ha podido celebrar sobre el césped el histórico ascenso a Primera Iberdrola de su equipo. En su caso la lesión supone un doble varapalo, puesto que además de ver frenada una carrera futbolística más que prometedora, el atletismo español también pierde momentáneamente a una de sus mejores atletas en 400m y 400m valla.

Salma Paralluelo recuperándose de su lesión de rodilla. (@SalmaParalluelo)

La rotura de ligamento cruzado anterior, al igual que el resto de lesiones, no entiende de nombres, edades, ni equipos. Futbolistas más y menos reconocidas han sufrido y sufren a día de hoy un mismo problema que afecta tanto al físico como a la mente de la deportista. La rodilla duele, pero la impotencia y el miedo a que en un futuro pueda volver a padecerse, pueden llegar a doler más incluso. A falta de pocas jornadas para finalizar la Primera Iberdrola 2020/21 esperamos con ansia una tregua, un respiro que nos permita finalizar este curso sin más lesiones graves que lamentar. Toquemos madera para que así sea. Y a las futbolistas que han sufrido este duro golpe y se encuentran en plena recuperación: Ánimo, sin duda volveréis más fuertes.

Imagen de cabecera: Salma Paralluelo (@SalmaParalluelo)

Contenido patrocinado por Iberdrola

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