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Ligue 1

Malcom in the middle

Francia se divide entre PSG y Mónaco para dilucidar quién será el campeón nacional. El curso pasado, los monegascos se impusieron contra pronóstico en Liga con un renacido Falcao y un sorpresivo Mbappé como estrellas y han sido los de la capital los que, a base de talonario y con Neymar como referencia, se han tenido que reforzar para no dejar escapar un título que por estructura económica, social y deportiva debería ser suya sin problemas. Pero entre los dos gigantes, en medio, surge la figura de Malcom, el pequeño líder de un Girondins de Burdeos que sueña con volver a los puestos de tronío que ocupó hace casi una década. El chico llamado a ser el próximo gran fichaje del mercado galo y un claro opositor a la selección brasileña absoluta.

Brasil se presentó en el Sudamericano Sub20 de Uruguay en 2015 e hizo poco menos que el ridículo. La cuarta posición lograda in extremis le sirvió para conseguir plaza para el Mundial de la categoría por los pelos, pero nada más lejos de la realidad, la actuación de la canarinha dejó tanto que desear que la Federación tomó varias decisiones importantes y rodó alguna cabeza, empezando por la del entrenador. Rogerio Micale sustituyó a Alexandre Gallo y con ello la limpia de la convocatoria para la cita internacional fue notoria.

Uno de los cambios importantes fue la presencia y la importancia de Malcom (26 de febrero de 1997, Sao Paulo), que hasta entonces había sido usado en varias demarcaciones distintas como jugador revulsivo, para pasar a ser exclusivamente extremo derecho, alternando titularidad con suplencia, pero disputando siempre esos minutos donde el partido está más pausado, los jugadores están más cansados, y él puede romperlo y desnivelar la balanza. Aquella nueva Brasil, liderada por un incombustible Danilo Barbosa, venció en todos sus partidos hasta llegar a la final, donde la Serbia de Milinkovic-Savic y Zikvovic que dirigía Paunovic se impuso por 2-1 en un partido ajustadísimo.

Ese fue el torneo que sirvió de punto de inflexión para que Europa se volviera a fijar en Malcom. Ese chico que había debutado con 17 años y un par de meses en el primer equipo del Corinthians bajo la tutela de Mano Menezes y que se estrenó en la Libertadores sin ser mayor de edad por decisión de Tité. En esa su primera temporada, Malcom tuvo una importancia capital, pasando de la nada a la titularidad. En la segunda, el chico confirmó lo que apuntaba, ayudando al Corinthians a ser campeón de la Serie A.

Poco se entendió su decisión de hacer las maletas para aterrizar en el Girondins de Burdeos (5 millones de euros) cuando tenía ofertas mucho más suculentas tanto deportiva como económicamente, pero el brasileño antepuso su crecimiento personal antes que la fama instantánea. Mejor crecer lejos de los focos que saltar al estrellato y acabar estrellado. Y le ha salido bien. Quemó etapas poco a poco. Llegó a Francia en enero de 2016 y se pasó esa mitad de temporada aprendiendo el fútbol europeo, asimilando conceptos y siendo un jugador de segundas partes en un equipo que se podía permitir probaturas para ir pensando en el futuro.

Y cuando arrancó la 2016-2017, Malcom corroboró lo que se esperaba de él. Eléctrico, regateador, incisivo. El brasileño es un puñal, es la pieza por la que pasan todos los balones, el jugador capaz de inventar cuando a nadie se le ocurre nada. Desde la banda repartió siete asistencias y ayudó con nueve goles durante la campaña en un equipo ciertamente falto de calidad competitiva para estar en la buena zona de la Ligue 1. Su nivel fue de menos a mucho más y en verano varios equipos grandes llamaron a su puerta. Los cinco millones que habían invertido los franceses en él se antojaron una ganga cuando el Borussia Dortmund, según aseguraba la prensa en Alemania, ofreció 40 para paliar la baja de Dembélé.

Pero no. En estos tiempos que corren, con los jugadores revalorizándose a cada jornada y con la burbuja económica que no se sabe hasta dónde llegará, jugador y equipo decidieron que la mejor opción era aguantar una temporada más, como mínimo, para que el equipo que venga haga una locura aún mayor. Renovó hasta 2021. PSG y Mónaco, que hoy todo lo pueden en el fútbol galo, se presentan como favoritos para adquirir al jugador toda vez que salga alguna de sus estrellas en verano. Si no, grandes de Europa, como el Bayern, que se fijó en el Malcom dado su parecido futbolístico con un Douglas Costa que parece haberse deshinchado, también se postulan candidatos.

Malcom ha arrancado esta campaña como un auténtico dolor de cabeza para los rivales, entrometiéndose entre el binomio que tienen en cabeza tanto PSG como Mónaco. El Girondins se sitúa a estas fechas a un solo punto de la tercera plaza, que da acceso a Champions League y solo ha cosechado una derrota, que fue dolorosa (6-2) ante Neymar y compañía. No sentó nada bien que nada más sufrir aquel traspiés, el jugador buscase a su compatriota Neymar para hacerse un selfie que se hizo viral. Y tras una pequeña discusión con su entrenador, se le perdonó. En Burdeos le idolatran y en Francia los medios ya han bautizado el término Malcomdependencia, toda vez que ha participado de forma directa (gol o asistencia) en 10 de los 18 goles que lleva el equipo esta campaña.

Cinco goles y cinco asistencias en los primeros 11 partidos de temporada le avalan como la alternativa a los dos colosos, como la estrella de los pobres, como el jugador revelación y como un futuro candidato a la selección absoluta que dirige Tité, aquel que le hiciera debutar con 17 años en la Copa Libertadores, aquel que le conoce desde sus primeros pasos en el fútbol, que sabe de sus orígenes, que es su padre futbolístico, aquel que le sigue semana tras semana y que se deshace en elogios cuando le preguntan por el chico. «Sé que tengo gente delante de mí en mi puesto, pero voy a luchar para conseguirlo semana tras semana». Pocos fichajes hay en el mercado como el del Girondins sobre este chico que se puedan calificar como ganga.

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