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Lo que Bosman se llevó: jugadores de culto. Stan Libuda, la magia del Ruhr

Piensa en una ascensión meteórica, regates imposibles, idolatría por parte del pueblo, escándalos y caída en desgracia asociados a un futbolista. Seguramente de manera inmediata habrán surgido los nombres de George Best y Manuel dos Santos Garrincha. Ambos son dos figuras reverenciadas en el fútbol británico, brasileño y, por supuesto, mundial. Pero el fútbol alemán también tiene su propia leyenda cuya existencia permaneció unida a todas estas vicisitudes: Reinhard Libuda. Stan.

Libuda, nativo de una pequeña localidad cercana a Lemgo (ciudad más asociada al balonmano que al fútbol), se hizo grande en el fútbol del Ruhr, pasando años en los dos grandes rivales de la región: el Schalke 04 y el Borussia Dortmund.

El club koenigsblau, que todavía militaba en la Oberliga Oeste, le dio la alternativa cuando cumplía la mayoría de edad y el joven Reinhard, piernas delgadas, físico desgarbado, medias bajadas, comenzó a despuntar en cada carrera por la banda derecha. Pronto se ganó el apodo por el que todos le conocería: Stan. Por el gran Stanley Matthews, de quien copió su famoso regate, amagando a la izquierda y saliendo por la derecha. Lo cierto es que el estilo de Libuda, driblador incansable en la banda derecha, no tenía mucho de los amagos en parado del astro del fútbol inglés, y sí mucho de retorcer la cintura del rival cuando el extremo del Schalke ya iba en carrera. Con la creación de la Bundesliga en 1963, Stan saltó al estrellato nacional y debutó con la selección en un encuentro contra Turquía disputado en Frankfurt. Al acabar la temporada 64-65, con el Schalke en el fondo de la tabla y descendido a segunda división, Reinhard dio la primera muestra de que no se casaba con nadie. Se cambió de acera. Efectivamente, firmó por el gran rival del Schalke, el Borussia Dortmund, que por entonces construía un equipo competitivo para salir a jugar en Europa. En Dortmund, el sensible y reservado Stan encontrará al que será uno de sus mejores amigos, Rudi Assauer.

En 1965 y vistiendo de amarillo llegó su consagración. Forma una delantera arrolladora durante la campaña del Borussia en Alemania, que había ganado la Copa el año anterior. Los aficionados la recitan de memoria: Lothar Emmerich (el hombre del cañón en la zurda), como extremo izquierdo, Siegfried Held (que había sustitído al mítico Friedhelm “Timo” Konietzka, un goleador implacable), en el centro y por la derecha Stan Libuda.  Ese año nuestro protagonista se convierte en la pesadilla de todos los laterales izquierdos de Alemania. Destruye cualquier entramado defensivo y asiste a sus compañeros de ataque. Se muestra absolutamente imparable.

La imagen de Libuda superando a su par y asistiendo a los goleadores del Borussia se repite aún con más frecuencia al año siguiente. Europa, que hacía poco más de un año que había bautizado a su quinto Beatle, descubre a Libuda y este tira del Borussia durante la Recopa de 1966.

En este torneo, el Borussia arrasa al Floriana maltés en la primera ronda, sufre más de lo esperado para eliminar al rocoso CSKA Sofia, se carga al potente Atlético de Madrid en los cuartos y luego da una lección de fútbol al West Ham de Bobby Moore, Martin Peters y Geoff Hurst. Los de Dortmund derrotan al campeón vigente del torneo en las semifinales con un 5-2  global que deja poco lugar a las dudas. La final, enfrentará a Borussia y Liverpool en Hampden Park. Ambos clubes compartían un pasado reciente en común: sus grandes aspiraciones continentales habían sido frenadas en seco por el Inter de Helenio Herrera en las semifinales de Copa de Europa. En 1964 la víctima fue el Borussia, a lo que se unieron unas acusaciones de HH que afirmaba que los jugadores alemanes iban drogados, a juzgar por la agresividad de su juego. Ya sabemos cómo funciona aquello de la sartén y el cazo. En 1965 le tocó al Liverpool, remontada polémica del Inter en la vuelta incluida.

La final de la Recopa de 1966 es, como todos estos encuentros, duro y competido, ya que el Liverpool es un auténtico equipazo. Grandes jugadores ingleses y escoceses conforman su once titular, en el que destacaban Roger Hunt, Ian St. John, Ron Yeats o Ian Callaghan, todos mitos de Anfield. Fue el rubísimo Held quien adelantó a los borussers, pero la alegría duró poco ya que el implacable Roger Hunt estableció la igualada apenas siete minutos después. El marcador no se movería y en la prórroga, el George Best alemán marca el gol de la victoria en la prórroga contra el Liverpool. No sin su cuota de fortuna. Una parábola inverosímil supera al guardameta inglés y rebota en Chris Lawler antes de entrar. Este gol convierte al Borussia Dortmund en el primer club alemán en ganar un título continental.

Y como es evidente, Alemania se lo lleva ese verano a Inglaterra para la Copa del Mundo. Un equipo renovado y joven, comenzando por el propio entrenador Helmut Schön, que ha sustituido al eterno Sepp Herberger. También están los jóvenes Beckenbauer, Maier y Overath y sus compañeros de club Emmerich, Held y el guardameta Tilkowski.

La lucha por la titularidad es dura, y Schön no se fía demasiado de Stan. El centro del ataque pertenece a Held y el gran Uwe Seeler. Emma es indiscutible en la izquierda. Sin embargo, Libuda lucha su puesto con los consagrados Helmut Haller y Albert Brülls, dos veteranos jugadores de la Serie A. Resultado: Alemania acaba segunda, pero Libuda no juega ni un solo minuto. Su momento está por llegar.

Dos años después, Libuda regresa a su Schalke 04, que lo nombra capitán de un conjunto talentoso que podía aspirar a los primeros puestos. Por allí irán apareciendo futuros internacionales como el guardameta Norbert Nigbur, el defensor Klaus Fichtel, el goleador Klaus Fischer y los hermanos Erwin y Helmut Kremers.  Además, la carrera internacional de Libuda despega definitivamente y su presencia es capital para que Alemania alcance la clasificación para el Mundial de Mexico 70. Su gol de la victoria contra Escocia en Hamburgo en 1969 dio la victoria a los alemanes contra una talentosa selección escocesa, que era su mayor rival en el grupo clasificatorio. Con empate a dos, Libuda recibió un pase de Haller en su propio campo y empredió una carrera en solitario marca de la casa. Cincuenta metros después depositaba la pelota en la meta escocesa y aseguraba los dos puntos para los de Helmut Schön.

En México, increíblemente no juega el primer partido contra Marruecos, pero sí lo hace como titular en todos los demás encuentros del Mundial. Especialmente destacado es el segundo partido de la primera fase contra Bulgaria. El propio Libuda lo considerará el mejor partido de su vida. Los búlgaros, qué había perdido su duelo inicial contra la Perú de Teófilo Cubillas tras fundírseles los plomos a la hora de juego debido a las terribles condiciones de juego, tienen imperiosa necesidad de puntuar para seguir vivos. Con Libuda de titular, los búlgaros recuperan a su capitán Boris Gaganelov para marcar al jugador del Schalke, un trabajo propio para un hombre considerado uno de los mejores marcadores europeos. El búlgaro vivirá una pesadilla. Libuda, partiendo desde bastante atrás le superará una y otra vez sin que Gaganelov pueda hacer nada. Alemania carga el juego por su banda y desde allí va a llegar el caudal ofensivo de los de Schön. Tan bestia será la exhibición de Libuda que marcará un tanto, creará dos más, forzará un penalti cometido por el propio Gaganelov y hará que este sea sustituido inmediatamente tras derribar a Stan en el área. Contra Perú repetirá exhibición y contra Inglaterra en los cuartos de final realizará un trabajo de acoso y derribo sobre el lateral Terry Cooper que será completado por Jürgen Grabowski. En tierras mexicanas Libuda es uno de los jugadores más destacados del equipo alemán (y el más aclamado por la afición), y aunque frecuentemente es cambiado porque el calor mexicano le agota, contribuye a un brillante tercer puesto.

(Izquierda a derecha) Stan Libuda, Uwe Seeler, Horst-Dieter Höttges y Gerd Müller en el Mundial de 1970.

Libuda está en la cresta de la ola, todo el mundo tiene un límite, excepto Libuda, cantan los aficionados de Gelsenkirchen. Ni en el campo ni fuera de él se le puede atrapar, Stan tiene alas, es incontrolable. Su velocidad y resistencia no se corresponden con las de un fumador empedernido. En 1972 el Schalke se queda cerca del título de liga, pero gana la final de copa al Kaiserslautern.

Pero llega la inevitable polémica. Él y dos internacionales más del Schalke (Fischer y Fichtel, dos leyendas del club), se ven envueltos en el llamado Bundesligaskandal, una trama de amaño de partidos para que el Rot Weiss Oberhausen y el Arminia Bielefeld no descendiesen en la temporada anterior.

Stan, sancionado, tuvo que dejar el país (y también la selección), pero no se fue muy lejos. Cruzó la frontera y jugó para el Strasbourg. Regresó poco después al Schalke, pero apenas tuvo protagonismo durante esos tres años de exilio francés. Con 32 años tomó la decisión de abandonar el fútbol.

Su caída en desgracia llegó pronto, casi al momento de abandonar su gran pasión: la pelota. Alcohol, tabaco, mujeres, malos negocios…y desaparición de la vida pública.

Libuda murió el 25 de agosto de 1996 a los 52 años por una apoplegía. Ya estaba en la miseria, solo y deprimido. Sus últimos años los pasó luchando contra el cáncer de garganta, producto de su adicción al tabaco. Stan era famoso por saltarse todas las normas establecidas, tanto en entrenamientos como en partidos, para dar unas caladas, especialmente junto a su amigo Rudi Assauer en su época del Borussia. Por desgracia, ambos estuvieron unidos en lo malo también: problemas financieros y de salud (sufrió de Alzheimer durante años), minaron la vida de Assauer, que llegó a ser General Manager del Schalke 04 dirigiendo al club con mucho éxito (victorias en UEFA y Copa, construcción del Veltins Arena…), aunque su reestructuración económica acabó con problemas para la institución y para él mismo, ya que fue acusado de maniobras fraudulentas. Assauer murió en 2019.

Por su tremenda habilidad, su relación con las masas de aficionados, su rebeldía y su triste final no sorprenden las numerosas comparaciones de Libuda con Garrincha y Best. Tuvo que vender todo lo que tenía, incluso su negocio de venta de tabacos, que le proporcionaba un humilde sustento.  Y por supuesto también todos sus trofeos. Y aun así, su oscuro final fue el punto opuesto a la enorme brillantez y la alegría que transmitía en cada una de sus cabalgadas pegado a la cal de la banda derecha de cualquier terreno de juego alemán, europeo o mexicano.

Imagen de cabecera: Imago

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