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Llull, Curry y las comparaciones

Una de las diferencias más infravaloradas entre los seres humanos y los animales es la necesidad de comparar. Hay muchas formas de medir las cosas, pero ninguna tan eficaz como la comparación. ¿Que si la nueva pareja de Adrián está buena? «Pues hombre, si la comparas con su ex, sí». ¿Y Juan, te trata bien? «Ni te lo imaginas. Es un cielo. Y si lo comparas con Miguel ya ni te cuento». Y así hasta el infinito.

Por eso no debería sorprendernos que, instantes después del mandarinazo de Llull, se iniciara un intenso debate sobre si era mejor su tiro o el que anotó Curry unas horas antes para tumbar a los Thunder. La comparación es el alimento de toda discusión que se precie, y si en este país hemos conseguido situar a Sálvame en lo más alto de las listas de audiencias es por algo. Que uno no se chupa cuatro horas para luego no poder discutir. Como Antonio, que iba cada día a comer al McDonalds para así tener un motivo para ir al gimnasio. « ¿Si no, qué voy a quemar?», respondía ofendido a los que discutían su método.

OKLAHOMA CITY, OK - FEBRUARY 27: Stephen Curry #30 of the Golden State Warriors hits the winning shot against Andre Roberson #21 of the Oklahoma City Thunder on February 27, 2016 at Chesapeake Energy Arena in Oklahoma City, Oklahoma. NOTE TO USER: User expressly acknowledges and agrees that, by downloading and or using this photograph, User is consenting to the terms and conditions of the Getty Images License Agreement. Mandatory Copyright Notice: Copyright 2016 NBAE (Photo by Joe Murphy/NBAE via Getty Images)

Los dos tiros no admiten comparación. Comparten el resultado final pero difieren en ejecución, estética y calidad. No compararlos seria deleitarse con los dos, y aquí lo de disfrutar no nos gusta. No vaya a ser que todo salga bien y nos joda la vida.

El de Llull es un churro, como él mismo se apresuró a reconocer, evitando así que la gente pensara que jugar en el Madrid y ser el mejor implica ser un egocéntrico con tendencia a la paranoia. Esto es cosa del fútbol. Su lanzamiento fue un golpe de suerte, pero a ésta hay que perseguirla, invitarla a copas hasta que se rinda o se te acabe el dinero. Y ésta insistencia define a Llull y su carrera. Lo vi jugar en directo en Manresa y le daba las mismas opciones de llegar a la élite que a mí de aprobar matemáticas. Claro que también dije que Ibaka no aguantaría más de un año en la NBA tras verlo en el Nou Congost. Los números no eran lo único que se me daba mal.

Si tuviéramos la energía de Llull, nos tomaríamos una tila cada media hora para relajarnos. Él toma Red Bull’s en los descansos, no vaya a ser que a sus músculos les dé por relajarse. Juega para ganar y por eso le pidió el balón a Reyes, cuando sus compañeros se preguntaban si habría pasta o pizza para cenar. Uno puede imaginarse a su excompañero Rafa Martínez, ya en el túnel de vestuarios, preguntándole porque coño no se rindió, como cuando en la genial Snatch, Cerdos y Diamantes El Chino le suelta a Tony Dientes de Bala aquello de «¿Por qué cojones no mueres?», tras vaciarle un cargador encima.

Con lo de Curry ya no me atrevo a hablar, no vaya a ser que deje de sonreír y se quede en un simple jugador mortal.

Periodista. Saul Goodman tenía razón. “Quizá haya enemigos de mis opiniones, pero yo mismo, si espero un rato, puedo ser también enemigo de mis opiniones”, Borges.

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