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Leo Messi, y el sentimiento inexplicable, en primera persona

Solo si algún día os toca escribir sobre Messi, sabréis lo difícil que es. Tan difícil que, fuera de bromas, hay que hacerlo con un diccionario al lado. Un diccionario que se te hace corto, que al final no te sirve, un diccionario donde no encuentras lo que buscas, donde no hay nada, ninguna palabra que dé a entender lo que quieres explicar. Porque Messi es Messi, pero eso (aún) no es un adjetivo. Porque solo Leo me eriza la piel, solo Leo me hace pensar que lo imposible no esta tan lejos, y no es tan impensable. Solo él me hace estar seguro, de que tendré algo que explicarle a mis nietos, la historia de cómo un pequeño gran hombre, conquistaba el mundo desde Rosario, pasando por Barcelona, con una pierna izquierda que supongo que será estudiada después de todo, porque no sé, a veces creo que no es normal.

Es domingo, por la mañana, y me llega un mensaje al teléfono: “te vienes hoy al Camp Nou?”, ante una propuesta así, no suelo pensármelo y respondo que sí, con una sonrisa boba que solo un loco por el fútbol entenderá, ilusionado como un niño que siente todo de forma más mágica y especial.

Inmediatamente después de responder se me viene la cabeza la posibilidad de que Messi haga una de sus actuaciones memorables, y pueda explicar a través de mi ordenador, hacía todos los lectores de Sphera como es ver a Messi en vivo, como realmente se vive el fútbol. Especialmente para aquellos que no tienen la posibilidad de vivirlo, sentir de primera mano las maravillas de Leo, porque aunque parezca mentira, su magia es mucho más eficaz a los ojos del hombre, en vivo y en directo, no hay ninguna repetición que logre transmitir los sentimientos que de verdad Messi consigue inyectarte en el cuerpo durante 90 minutos, 90 cortísimos minutos.

Leo Messi | Getty

Llego al campo, huele a verde y limpio césped, huele a fútbol, cierro los ojos mientras subo unas escaleras y respiro hondo, los vuelvo a abrir y ya estoy ahí, llego al templo donde gobierna el pequeño rey del fútbol, y los jugadores salen al campo, uno por uno, alabados como héroes en pleno coliseo romano, valorados como auténticos Dioses, idolatrados como cantantes de Rock, por toda clase de personas, de distintas nacionalidades. Sale el último Messi, que desprende algo diferente, le veo y algo se para en mí, siempre me pasa lo mismo, y es algo que no puedo evitar, es el tiempo de asimilar que estoy ahí, y que estoy viendo de verdad a la persona que tantas veces me traslada a mi infancia de la forma más simple y breve posible. Parece que camina lento, con calma, con pausa. Desprende algo que hace que 80.000 personas y yo, entremos en estado de ‘shock’, ese algo que con el diccionario a mi derecha no puedo explicar, una luz especial, un aura limpia, una seguridad impecable que hace que todos los ‘culers’ estén tranquilos, hoy el derbi estará en las mejores manos (bueno, pies, mejor dicho) posibles.

Comienza el partido, genera y potencia aún más ese sentimiento inexplicable jugada tras jugada, porque lleva el tempo, porque lleva la batuta, porque el equipo juega del todo cuando empieza a jugar él, porque coge el balón y noto como todo el estadio se levanta un poquito de su asiento, como para no perderse ni un detalle de lo que pueda hacer Messi, porque realmente no es recomendable perderé ni un segundo de su fútbol, hay que devorarlo entero, porque te nutre.

Fue en la segunda mitad cuando realmente sacó a relucir una de sus infinitas maravillas, una especial, una que pudo ser uno de los mejores goles de su carrera, fue una acción que silenció el Camp Nou por unos segundos, sientes como el ambiente, ya conocedor del potencial de Leo, se prepara para algo grande.

Leo cogió el balón después de otra maravilla de Iniesta, que era el prólogo de lo que venía. Borde del área, Leo tira un caño, como en el parque, dribla a otro, con esa facilidad que rompe caderas, dribló a otro y a otro más en un segundo, como el que camina, como el que respira, acababa de deshacerse de 5 rivales en exactamente 5 segundos, en 5 metros cuadrados, no hace falta decir nada más, yo solo podía mantener la boca y los ojos cerrados, antes de mirar a mi amigo, con una cara de “yo no sé lo que acabo de ver, y tú?”. Leo acabó su truco de magia tirando forzado, y Suarez anotó al rechace del guardameta, el Camp Nou gritaba Messi, cada gradería, cada butaca, era consciente de que acababan de ver otro truco más del mejor mago de Barcelona. Miraba a mi alrededor y todas las caras eran similares, incredibilidad máxima, en un momento que pasará a la historia, otro momento que hizo que todos los niños sonrieran y comenzarán a sentir quizás por primera vez el sentimiento inexplicable, con sus padres mirándolos, pensando en la acertada decisión de llevarles a ver el fútbol ese preciso y bonito día. Porque Leo es todo, y mucho, mucho más.

Imparable, Messi | Getty

Es Messi quien nos hace, en cierta parte, parecer bobos a todos, cada fin de semana hace algo que no pensabas que podía hacer, el de al lado dice “pero, como la hace?” y yo le respondo “deja de intentar explicártelo, es Messi, no lo vas a conseguir, se trata de ese entrañable sentimiento inexplicable”.

Además de ese momento, Messi regaló una gran asistencia a Jordi Alba, después de volver a driblar a otros rivales en 2 segundos. Algo imposible? Ya, son esas cosas inexplicables de Messi, no hay más. Además, se asoció fantásticamente con Suárez para anotar, con esa facilidad de patio, un precioso gol de caño a Roberto. El partido acababa 4-1, y la gente se iba muy satisfecha a casa.

Desde tiempos inmemorables, se han explicado historias, leyendas de mayores a jóvenes. Mi abuelo me explicó que vio jugar a Kubala, mi padre, que vio jugar a Cruyff, y me siento realmente afortunado y agradecido de saber que podré explicar a mis hijos y a mis nietos que yo vi jugar a Leo Messi, y que sentí ese sentimiento inexplicable, aunque quizás para cuando ellos vivan, ya se haya credo un adjetivo especial para definirlo, quien sabe.

Messi es único, Messi es especial, Messi es magia, Messi es Messi.
Yo vi jugar a Leo Messi.

Entro a escribir en Sphera Sports con muchas ganas, es como un sueño que vivo despierto y un gran reto. Prometo poner muchas ganas, esfuerzo y dedicación. Creo que tengo mucho que aportar, pero sobre todo y a lo que más importancia doy, mucho que aprender.

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