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Las plantillas más desaprovechadas de la historia: Barça 2002/03 (parte I)

El último Barça de Louis van Gaal

Desde su ascenso a la presidencia en el verano del 2000 en sustitución del eterno Josep Lluis Núñez, Joan Gaspart había pretendido mantener en el Barça el sistema cruyffista, pese a que los buenos resultados del por entonces entrenador Louis van Gaal parecían agotarse. La Liga con la que este se despidió fue seguramente demasiado premio para el juego desplegado por los azulgranas en aquella 99/2000.

Pero como Núñez pensase cuando tras contratar a Bobby Robson en 1996 apenas lo dejara terminar su exitoso año, el actual presidente veía igual de claro su camino. Para él, Robson había sido un pragmático paréntesis entre Johan Cruyff y van Gaal, pero la senda del fútbol holandés que colocase al club en el primer orden mundial era innegociable.

En ese sentido, la salida de Louis pretendió solucionarse primero con Lorenzo Serra Ferrer y luego, por la crisis futbolística, con el propio Rexach. Ambos entrenadores hacían gala de una idea de juego netamente ofensiva. Serra Ferrer había maravillado con su Real Betis y Carles había mamado todo de Cruyff, en una relación bidireccional. Pero a Gaspart todo le salió del revés. Quizá las plantillas no tuviesen el nivel exigido o tal vez los entrenadores no fuesen aptos para transmitir y aplicar los arriesgados conceptos de la escuela holandesa. Lo cierto es que tanto Ferrer, que no acabó la temporada, como Rexach, situaron al equipo en cuarta posición dos cursos seguidos y sin ningún título en su haber. Se trataba de la peor clasificación y el papel general más pobre del club desde que Johan Cruyff relevase a Luís Aragonés en 1988.

Gaspart tenía entonces el agua al cuello. Al acabar su segunda temporada de mandato las críticas eran duras, casi crueles. Ya no podía permitirse una nueva probatura, un tercer desliz. Por ello, y pese a dividir a la Junta, intentó acudir a lo aparentemente seguro repescando a un Louis van Gaal que si bien se marchó con mal juego, lo hizo con tres competiciones bajo el brazo. Así retornó el holandés al Barça dos años después, en un periplo que a la postre resultaría dramático.

El corto camino de van Gaal

Tras firmar su contrato el 17 de mayo de 2002, Louis van Gaal fue presentado con medio Camp Nou en ebullición. Con menos de un par de meses al mando, el de los Países Bajos dio luz verde a la salida de un Rivaldo con quien había tenido problemas de orden táctico en su primera etapa y que ya contaba con 29 años y varias lesiones a sus espaldas. Tras expirar su contrato en junio, y apresurándose la directiva a decir que la no renovación era una cuestión técnica, no económica,  Rivo se marcharía gratis al AC Milan, donde nunca remontaría el vuelo.

«A mí no me gusta él, ni yo a él tampoco. Viene de nuestra anterior experiencia», declararía Rivaldo a la prensa brasileña.

Para sustituirlo en la vacante extracomunitaria y presuntamente en la alineación, sin la aceptación del técnico llegó Riquelme (24), un futbolista de similares características que era la sensación argentina del momento. Como Rivaldo, un enganche puro a quien acudir para dar finalización a las jugadas. Quizá por sus similitudes, el destino con van Gaal le depararía el mismo sino que al brasileño. Román, pese a ser titular en muchos partidos, nunca llegó a encajar en las exigencias del neerlandés, que posicionándolo en la banda izquierda se quejaba de su poca aplicación y esfuerzo en favor del colectivo.

En una entrevista para el programa Animales sueltos, Riquelme declararía años después: «Van Gaal es de las personas que dicen las cosas a la cara. Tras la presentación, me sentó y me dijo que yo era un fichaje del presidente, que él no me había pedido: usted es el mejor jugador del mundo con la pelota, pero cuando no la tiene jugamos con uno menos».

«Dijo que me necesitaba en la izquierda. Empecé jugando, y en el partido contra el Racing me metí por dentro, delante del cinco, y di los dos pases de gol a Kluivert, para acabar ganando dos a uno. Van Gaal se dirigió a mí al día siguiente en el entrenamiento: todos dicen que ha hecho un partidazo, pero yo le digo que es usted un desordenado, ya que tenía que jugar en la izquierda. A partir de ahí, salí desde el banquillo. Van Gaal era una persona honesta».

Otro punto flaco achacable a la planificación estuvo en el lateral zurdo. El italiano Coco, titular un año antes, acabó su cesión y regresó al Milan, toda vez que Sergi, con quien el míster tampoco contó en la recta final de su anterior ciclo, se marchó al Atlético de Madrid. La posición no se reforzó y van Gaal tuvo que confiar en el canterano Fernando Navarro (20). La lesión de este con trece jornadas disputadas dificultó aún más la labor.

«Sé que ellos representan más que yo, pero si no se van no puedes subir a los de la cantera», declararía el técnico en El país sobre la marcha de Sergi y Abelardo del Barça.

Para el ataque se siguió confiando en Kluivert (26) y Saviola (21), que venían de hacer 18 y 17 goles respectivamente, desechando las dos posibilidades que más se escucharon durante el verano, en las figuras de Ronaldo y Mario Jardel. La vuelta del primero la descarto el propio van Gaal, como él mismo declaró, y el astro acabó fichando por el eterno rival. El contundente goleador Jardel fue negado finalmente por la junta directiva.

En general, pese a la entidad de sus integrantes, la plantilla era defectuosa. El eje longitudinal que formaban Bonano, Frank de Boer, Cocu, Luís Enrique u Overmars pasaba de sobra los treinta años de media, habiendo dejado atrás sus mejores momentos. La mayoría de los jóvenes no acababan de dar un paso adelante. Motta (20), Gabri (23), Christanval (24) o Rochemback (21) eran correctos complementos para un grupo que funcionase, pero se mostraban cortos para tirar de un carro con una carga tan pesada.

Todo resultó un galimatías que, pese a su principal premisa: el orden, el experimentado técnico no supo ordenar. Tratándose de fútbol al máximo nivel de exigencia, el descontrol acabó en cese, como no podía ser de otro modo dadas las circunstancias. Van Gaal aguantó en el cargo hasta la fecha 19. Los constantes cambios de sistema para encontrar el adecuado y la sustitución permanente de piezas también perjudicó sobremanera el correcto funcionamiento del mecanismo. Van Gaal pasó del 4-4-2 al 4-2-3-1 con parada en un 5-2-3, y nada le dio solución. Su conocido estilo era en extremo arriesgado y exigido, con una mirada hacia el marco rival casi suicida. La veteranía del grupo y las incesantes variaciones favorecieron a que los jugadores no acabaran de asimilarlo.

Primera alineación habitual: V.Valdés/ Mendieta-Puyol-Frank de Boer-F.Navarro/ Xavi-Cocu-Motta-Rochemback-Luís Enrique (Saviola)/ Kluivert

Foto: Sport.es

En la portería, un desafortunado Dutruel abandonó la entidad y el cupo se cubrió con el alemán Robert Enke (25), llegado del Benfica, y el veinteañero Víctor Valdés. En Enke no se confió, viéndosele nervioso y fallón en su participación copera. Valdés empezó jugando y luego perdió el sitio por Bonano, que había sido uno de los destacados la campaña anterior y sorprendentemente van Gaal relegó en favor del joven arquero, en su conocido afán por dar confianza a los futbolistas de las categorías inferiores.

El recién llegado Gaizka Mendieta (28), cedido desde la Lazio, fue usado en multitud de puestos, entre ellos los de lateral ofensivo y carrilero derecho, desconocidos para él y a todas luces contrarios a su poca velocidad, para acabar visitando el banquillo con asiduidad. Riquelme lo hizo siempre en izquierda y Saviola como mediapunta caído a la derecha, lejos de Kluivert.

Tras el despido del holandés, Saviola declararía a la revista Don Balón: «El nuevo sistema empleado por Antic me beneficia, juego más cerca del área y sin preocuparme tanto de los marcajes».

A Christanval se le podía ver a menudo asimilando mal los conceptos, temeroso, reculando en exceso en lugar de saltar sobre la marca a mitad de campo, en la presión del mecanismo posicional ofensivo, permitiendo con ello que los delanteros rivales tomasen velocidad y ya fueran imparables. La fe en un Rochemback que pese a su ímpetu no alcanzaba el nivel exigible y las constantes variaciones en la zaga, donde Cocu, Gabri y por último Gerard (23) llegaron a ocupar la posición de central, no hicieron más que embrollarlo todo.

Los únicos destacados fueron los jóvenes a quienes el mismo entrenador diese la alternativa años atrás: Puyol (24), fijo en el lateral derecho, y Xavi (22), que seguía actuando de «4».

El equipo no dominaba nunca, quedó eliminado por el Novelda de Segunda B (resultado 3-2) en el primer partido de la Copa del Rey, perdía a menudo en Liga y sorprendentemente ganaba en Champions League. Aquí se había deshecho del Legia de Varsovia en la previa por un global de cuatro goles a cero y del Brujas, el Lokomotiv de Moscú y el Galatasaray en la primera liguilla, ganándolo todo. Los azulgranas se plantaban en la segunda fase de grupos pudiendo batir el récord histórico de ganar diez partidos consecutivos en Liga de Campeones, hecho que finalmente acabaría sucediendo. Todos eran rivales asequibles a priori, pero que servían de bálsamo momentáneo al cuerpo técnico.

Pero la competición doméstica era la que mandaba, dada su semanal periodicidad. El equipo no lograba alcanzar siquiera los puestos europeos y los pañuelos blancos pidiendo la rescisión del técnico eran constantes. Dado el descontento de Riquelme, el nombre de Carlos Bianchi sonó con fuerza, aunque finalmente acabó fichando por Boca Juniors, alejándose así el rumor de la Ciudad Condal. Gaspart tampoco estaba a salvo, ya que se cocía una propuesta de moción de censura por su evidente mala labor.

Última alineación habitual: Bonano/ Puyol-Gerard-Cocu-Gabri/ Xavi-Motta-Rochemback-Iniesta-Overmars/ Kluivert

En los primeros compases de 2003, todo se precipitó. Luís Enrique, que había sido el jugador más destacado en los primeros partidos y parecía tener diez años menos de sus 32, y el sueco Andersson (31) seguían lesionados. Mendieta y Saviola ocupaban plaza estable en la banqueta, y ni este cuando saltaba al césped ni Kluivert lograban encontrar portería.

El 15 de diciembre la derrota por 0-3 contra el Sevilla CF casi acaba con van Gaal, a quien sólo mantuvo en el cargo la contundente victoria en Son Moix una semana después contra el buen Mallorca de Manzano y Samuel Eto´o que acabaría ganando la Copa.

En referencia a los supuestos contactos con Carlos Bianchi tras la derrota contra el Sevilla, Sixte Cambra, vicepresidente del club, en declaraciones recogidas por el diario Clarín el 12 de diciembre tras ganar en Mallorca, manifestaría: «El Barça lo tiene todo previsto por si hay emergencias, pero que quede claro que eso no quiere decir que pensemos en otro entrenador«. La cabeza de van Gaal continuaba sobre sus hombros.

Precisamente en diciembre se data la última acción realmente positiva que el técnico le dejó al Barça. Como no podía ser de otra manera, relacionada con la cantera. Van Gaal mostró confianza en Andrés Iniesta (18), a quien hizo debutar y dio varios partidos como titular en la mediapunta, por delante de Riquelme. Este debut se unía al del central Oleguer (22), que también tuvo la alternativa previamente. Víctor Valdés había sido apartado de la primera plantilla por negarse a jugar con el filial tras su suplencia, acusado por el entrenador de falta de respeto y profesionalidad, pero con él y Fernando Navarro, ya eran cuatro los canteranos que catapultó van Gaal en su etapa definitiva.

A comienzos de 2003 sucedió lo probable. Un empate a cero contra el Málaga y dos pérdidas consecutivas después, colocaban el balance negativo de los azulgranas en ocho derrotas, cuatro empates y sólo seis victorias. Además de ello, lo contundente de las mismas hizo mucho daño. Al 2-4 cosechado contra el Valencia se sumó el 2-0 frente al Celta en Balaídos que dejaba al equipo en décima posición, a tres puntos del descenso y a siete de la sexta plaza que daba acceso a Europa y precisamente ocupaba el Celta de Vigo.

«Siento mucha vergüenza por la situación, soy responsable de ella», declararía Gaspart en unas manifestaciones recogidas en El País.

Van Gaal no pudo ser el salvador, llegando su despido el día 28 de enero. Y entonces llegó Antic. Para cambiarlo todo.

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