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Las plantillas más desaprovechadas de la historia: Barça 2002/03 (Parte II)

La de Antic, una inesperada y acertada contratación

«Vi que Antic tenía ganas y confianza de que podía hacer las cosas bien. Ahora necesitamos su capacidad y su optimismo». Joan Gaspart, presidente del Barça, en El País.

Tras la destitución de van Gaal, César Luís Menotti parecía el elegido. Con su envidiable plática el Flaco se hacía querer, y la directiva barcelonista se dejaba impresionar por el campeón del mundo que dirigiese a Maradona casi veinte años atrás. Pero sorpresivamente el 31 de enero de 2003, se anunció el fichaje de Radomir Antic. Joan Gaspart presentaría al serbio el 2 de febrero y diez días después estaría anunciando su dimisión y la futura convocatoria de elecciones, manifestando posteriormente que había sido tan mal presidente en los últimos dos años y medio como buen vicepresidente desde su llegada en 1978. Según él, su manera de sentir el Barça, su forofismo, no podía compaginarse con la labor de mandatario. No había levantado ningún título.

Enric Reyna ocuparía ahora la presidencia de manera interina, y en el banquillo Antic debería centrarse en lo suyo, que no era poco. El serbio pasaba por ser un técnico respetado en el país, aunque a esas alturas nadie lo esperaba en el club culé, ya que desde que consiguiese el doblete Liga-Copa con el Atlético de Madrid en la 95/96 había bajado mucho su trascendencia. Lejos quedaban los mejores recuerdos de Antic, los dos campeonatos con el Partizán de Belgrado en los ochenta o su paso por el Real Madrid, donde fue relevado por Leo Beenhakker cuando los blancos lideraban la tabla en la 91/92 -curiosamente en la jornada 19, justo la que ahora le daba la alternativa-.

Sus experiencias recientes eran algo menos alegres. Un descenso con el Atlético cuando, como ahora se le presentaba la oferta barcelonista, fue contratado para intentar recuperar un grupo que había sido un desastre de la mano de Ranieri y la gestión de la directiva en la 99/2000. Otro igual de triste con su segundo club amado en España, ese Real Oviedo que dignamente colocase en novena posición en 1995 posibilitando su posterior fichaje colchonero. Este último trayecto sería para la 2000/01 y el conjunto asturiano acabó antepenúltimo, bajando de categoría.

A veces se gana y otras se pierde, pero el trabajo y los conocimientos son irrebatibles. Por eso llegó Antic al FC Barcelona, por su probada y sobrada capacidad.

El Barça que revivió Antic

En lo práctico, las ideas y el estilo empleado que hicieron grande a Radomir Antic se asemejaban más al funcionalismo comedido de Bobby Robson que al estilismo temerario de Cruyff o van Gaal. Solo se trata de maneras distintas de encontrar la victoria. Pero en la lectura de fondo, Gaspart parecía haber claudicado, jugándose su puesto con un entrenador llamado casi exclusivamente para conseguir puntos. Asfixiado por la situación, el modelo de juego pasaba a ser secundario y los objetivos tomaban inmediatez.

En su Atleti, Rado formó un invariable y tradicional 4-4-2 sin extremos. Allí, Simeone y Vizcaíno hacían pareja y delante de ellos la presencia de Caminero y la clase de Pantic pretendían servir balones a la dupla ofensiva formada por Kiko y Penev. Lo que ahora utilizaría en la entidad catalana se basaría en premisas similares.

A su llegada al Barça y sabiendo a lo que se enfrentaba, la primera pretensión de Radomir Antic fue «simplificar» el sistema. El equipo necesitaba estabilidad, por lo que buscaba algo conocido que todos los integrantes, veteranos e inexpertos, pudieran aplicar con eficacia. Con cada jugador en su mejor lugar, había que guardar más la posición defensiva, replegar cuando fuere necesario y atacar de forma variada, en posesión si se disponía del esférico o en contragolpe cuando se viera la oportunidad. Siempre aprovechando la amplitud del campo. El abecé del fútbol. Y el talento haría el resto. El dibujo que eligió Antic, así como la confianza incondicional en el mismo y en determinados jugadores facilitó las cosas.

Además del cambio de esquema, varias decisiones con respecto a los jugadores fueron destacadas. Christanval, Rochemback y Gerard dejaron de contar, y Gabri pasó a ser un relevo polifacético. El francés acabaría con cinco encuentros, los dos centrocampistas con veintiuno y menos de diez titularidades respectivamente y Gabri sumaría veintisiete.  Cocu y Mendieta pasaron a su mejor posición y Saviola y Riquelme ganaron importancia. Todo salió bien, como se podría prever.

Otra de las labores esenciales fue la psicológica. Las normas del exigente holandés quedaron suavizadas por el carácter dialogante de Antic. Era necesario rebajar la ansiedad y el serbio lo hizo ver. Independientemente de los resultados, la sensación exterior era de que todo fluía, el ambiente parecía aseado.

Alineación habitual: Bonano (Valdés)/ Reiziger-Puyol-Frank de Boer-Sorín/ Xavi-Cocu- Overmars-Mendieta (Riquelme)/ Saviola-Kluivert

Antic partió con Bonano en el marco y formó la línea defensiva con cuatro hombres, siendo los marcajes individuales menos férreos que en la previa. En ella acertó reubicando a Puyol como central marcador junto a un Frank de Boer con 32 años a quien, como él mismo declararía, le venía muy bien a su lado un jugador con las características de Carles. En los innumerables experimentos defensivos de van Gaal Frank había perdido seguridad, pero ahora sería fundamental, recuperando su buen nivel y sumando un total de 35 encuentros ligueros.

 «Sin introducir grandes novedades tácticas, Antic intentó cambiar nuestra mentalidad. Vino con un mensaje optimista». Bonano, para Don Balón.

Como pasó con Frank de Boer pero a un nivel superlativo, Rado recuperó a Reiziger (29) para la causa. El lateral estaba marginado por el técnico holandés más incluso que lo estuviese con los entrenadores anteriores, que tampoco confiaban en su capacidad. Radomir lo asentó en la derecha e incluso lo usó de polivalente, como comodín defensivo para la Liga de Campeones donde el fichaje Juan Pablo Sorín (26) no estaba disponible. Consiguió 17 titularidades en Liga, lo que semanas atrás parecía imposible. Tal fue el rendimiento de Reiziger que el año próximo, cumplidos los treinta, no sólo se mantendría en la plantilla sino que sería indiscutible en el primer Barça de Frank Rijkaard.

El problema en la siniestra lo solventó Sorín, quien, a diferencia de Román y Saviola, era un fijo en la selección Argentina dirigida por Marcelo Bielsa. Presentado por el propio Antic, su cesión desde el Cruzeiro fue muy positiva, actuando siempre como titular hasta alcanzar la cifra de 15 partidos. Pese a partir de lateral, el costado fue suyo de esquina a esquina, dado que en el nuevo sistema aplicado por Antic el volante zurdo siempre sería un jugador de actuación a pierna cambiada, con más virtudes para la asociación que para el desborde en línea de cal. Mendieta, Riquelme o el recuperado capitán Luís Enrique, en sus movimientos hacia dentro, encontraron el complemente perfecto en las transiciones y apoyos de Sorín. A pesar de su buen rendimiento, la contratación de Gio al año siguiente frenó su fichaje definitivo.

«Antic ha aportado detalles, sobre todo en el juego por banda, con Overmars en la derecha y Sorín en la izquierda», declararía Fran de Boer en una entrevista a Don Balón.

Xavi y Cocu fueron la apuesta segura para el mediocentro. Cocu volvía así a adelantar su posición, ubicándose donde más influía, y Xavi siguió organizando el juego. Ambos, por separado, tuvieron lesiones y ahí fue cuando entró en acción Riquelme. Los tres primeros partidos de Antic Román los comenzó desde el banquillo, saltando en la segunda mitad. La ausencia de los lesionados pivotes le abrió las puertas del once, y pocas veces volvió a sentarse. Los mejores meses del «10» como azulgrana se vieron a partir de marzo. Cuando faltó Xavi, Riquelme actuó por dentro y cuando lo hizo Cocu fue Mendieta quien pasó a la zona de creación y Román partió escorado a la izquierda. Esto no cambió demasiado con respecto a van Gaal, aunque sí las exigencias. El nuevo 4-4-2 no tenía enganche puro, y el argentino debía partir del lateral como lo hiciese Pantic en el Atleti del Doblete. Juan Román Riquelme disputó un total de 30 partidos ligueros, 14 como titular y acabó como máximo asistente.

Las últimas variaciones tácticas y quizá las más influyentes que introdujo el serbio fueron en el mecanismo de creación. El equipo contemporizaba más y luego salía a través de Xavi buscando los costados, donde Sorín doblaba y Overmars (29) percutía. Marc, que pese a dominar ambos pies de natural era diestro, cambió su ubicación. Con van Gaal solía ser suplente y salir en la zurda o cerca del delantero. Ahora Antic sacaría lo máximo de él dándole un hueco fijo en la banda derecha del once para favorecer la velocidad en los contragolpes y el centro a la pareja de delanteros. Overmars respondió, asistió y además aportó seis goles en 26 juegos.

Arriba del todo estuvo lo mejor, el mayor acierto del entrenador. Los dos puntas compareciendo juntos por primera vez actuando como delanteros puros. Con Antic, Patrick Kluivert y Javier Saviola lo jugaron absolutamente todo, complementándose a la perfección. 16 goles el primero y 13 el segundo dieron la razón a su firme apuesta. Como pasase con Kiko Narváez en el 95, Kluivert, sin dejar de pisar el área, retrasaba ligeramente unos metros su posición para influir en las jugadas, aprovechando así su exquisita calidad técnica, su altura y el dominante juego de espaldas. Como Kiko, claro. Saviola se aprovechaba de todo ello. El Pive ahora jugaba en su mejor puesto, siempre dentro del rectángulo de gol, buscando el espacio con insistencia y virtud. Y literalmente su rendimiento explotó. El ataque barcelonista pasó en poco tiempo de ser lo más débil del equipo a ser temido en los campos que lo recibían.

La cosecha de Radomir

Radomir Antic comenzó empatando y acabó ganando todo lo que jugaba. Al margen de las sensaciones, que siempre pueden cuestionarse, el balance del serbio fue ampliamente positivo, a diferencia del de su antecesor. Su periplo a pié de césped se inició en la fecha 21 de Liga, dado que en la anterior Toño de la Cruz se había sentado en el banquillo del Calderón para presenciar la derrota por tres goles a cero que el Atlético de Luís Aragonés infligiría a los azulgrana, y que los dejaba en decimoquinta posición. Aquella sería la última humillación que sufriría el Barça esa temporada. 24 partidos después, detallados en 12 victorias, 8 empates y 4 derrotas, el conjunto estaría sexto clasificado, dentro de UEFA y eliminado en la prórroga de los cuartos de final de la Liga de Campeones por la Juventus de Turín.

En la de su estreno contra el Athletic de Bilbao en el Camp Nou, Antic formó con el once en 4-4-2 que le sería identificable. Saviola empezó su racha goleadora y el equipo se puso 2-0, con otro tanto de Overmars, quien acabaría siendo el mejor del partido. Finalmente los vascos lograron remontar la situación y acabaron sacando un empate a dos.

Las jornadas 22 y 23, así como la intersemanal de Champions disputada el 18 de febrero, serían el primer gran impulso. Tres victorias de calado recuperarían a un equipo hundido. Primero un 0-2 a domicilio en el derbi contra el Espanyol, luego un 4-0 en casa frente al Betis en el que Saviola consiguió su primer hat-trick y finalmente la victoria más importante en lo anímico, el 3-0 endosado al Inter de Milán que asentaba al Barça en el liderato de un grupo que completaban Bayern Leverkusen y Newcastle, y con el que se alcanzaba el record de ser el primer equipo de la historia en ganar once partidos consecutivos en la máxima competición. Y donde volvió a marcar Saviola y regresó un Luís Enrique antes lesionado.

El partido contra Osasuna de la fecha 24 dejaría la primera titularidad de Riquelme con Antic. Lo haría como mediapunta, jugando a buen nivel, partiendo Mendieta en esta ocasión desde la banda derecha. Los de Pamplona empatarían el partido en el 91´y arrebatarían así a los azulgranas la cuarta victoria consecutiva. Esta igualada se repetiría en las dos jornadas siguientes, donde únicamente se arrancó un punto contra el Valladolid en casa y el Alavés a domicilio. En el primero de esos duelos Cocu y Puyol se lesionarían, continuando Riquelme en el once y dándose cabida a un acertado Thiago Motta.

Antes de la mayor goleada de los de Antic habría tiempo para una nueva victoria europea. Sería el 11 de marzo y el Bayern Leverkusen se llevaría un 2-0 de Cataluña. Patrick Andersson volvía tras lesión y de aquí en adelante sería indiscutible en la zaga azulgrana en los partidos de Liga de Campeones. La goleada por seis a uno frente al Racing de Santander coincidió con el regreso de Puyol, y junto al 0-2 que los catalanes se trajeron de Inglaterra en el enfrentamiento contra el Newcastle, harían el primer tope ascendente previo a las únicas derrotas barcelonistas.

Ocurrió a finales de marzo e inicios de abril, y los exclusivos clubes que consiguieron rendir al Barça de Radomir Antic fueron el Villarreal, el Deportivo de la Coruña y la Juventus. El submarino amarillo abriría la mala racha con un 2-0 en la fecha 28. El Deportivo, que llegaba segundo, fue el único que pudo asaltar el Camp Nou, remontando en dos ocasiones para acabar llevándose la victoria por dos goles a cuatro en un partido donde un Xavi tocado visitó el banquillo y Gerard López compareció en su lugar, siendo esta una de las escasas veces que aparecería con Antic.

La eliminatoria de ida y vuelta jugada en abril contra la Juventus fue especialmente dolorosa, dada la imponente racha que llevaba el equipo en Europa. La ida en Italia acabó 1-1 con gol, otra vez, de Saviola. Con Riquelme en el banquillo, los noventa minutos de la vuelta finalizaron con el mismo marcador y solo Zalayeta en la prórroga dio el pase a los transalpinos, que en semifinales eliminarían también al Real Madrid para perder luego en Old Trafford la final contra el AC Milan, desde el punto de penalti.

El equipo estaba eliminado del resto de competiciones y ahora su única aspiración era alcanzar los puestos UEFA. Y llegaban dos huesos duros de roer, el Real Madrid, que lideraba la tabla, y la Real Sociedad, que la había comandado gran parte del año y seguía en los puestos altos. Los catalanes arañaron un punto en el Santiago Bernabéu en un partido sin Xavi ni Saviola, con Riquelme nuevamente sentado, Víctor Valdés titular desde la eliminación europea y Ronaldo y Luís Enrique como goleadores.

En la jornada 31, Riquelme y Cocu volvieron a la alineación y el equipo se impuso 2-0 a la Real Sociedad. Ya no se volvería a perder. De las últimas ocho fechas se ganarían siete y se empataría únicamente contra el Sevilla en el Pizjuán, para la fecha 33. Así se acabaría asaltando épicamente los puestos europeos. Sería en la última jornada, en un enfrentamiento contra el Celta -cuarto clasificado- y a la espera de que el Real Madrid hiciese sus deberes y venciese al Athletic, sexto en ese momento, para acabar ganando la Liga. La victoria barcelonista por dos goles a cero y la paralela por 3-1 del conjunto merengue permitieron que el buen trabajo hecho por Antic se viese recompensado con la clasificación para la Copa de la UEFA.

Pese al papel de Radomir Antic, el FC Barcelona había acabado sexto, por detrás de Real Madrid, Real Sociedad, Deportivo de la Coruña, Celta y Valencia, y sin ningún título, pasando así a considerársele una de las plantillas más desaprovechadas de la historia.

 

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