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Las flores de Manchester

La letra de una canción llegó a la redacción del magazine Sing en octubre de 1958. Sin acompañamiento musical, adjuntaba una nota señalando que debía ser entonada con la melodía del “High Germany”, una canción tradicional que hacía referencia a la Guerra de Sucesión española.

La primera grabación musical de aquella letra corrió a cargo del grupo The Spinners y se publicó en su álbum Quayside songs old and new de 1962. Aquella canción comenzaba así: “One cold and bitter thursday in Munich, Germany, eight great football stalwarts conceded victory. Eight men will never play again who met destruction there. The flowers of english football, the flowers of Manchester”. Poco después se descubrió que la letra había sido escrita por Eric Winter, editor de la revista, conmocionado por los hechos ocurridos siete meses antes y que frenaron trágicamente la progresión de una de las grandes generaciones del Manchester United.

Corría el mes de febrero de 1958 y, a pesar de las reticencias de la Federación Inglesa, Matt Busby no se dejaba amedrentar. Sus chicos estarían -otra vez- en la recién creada Copa de Europa para mayor gloria de la ciudad de Mánchester y del fútbol inglés. La FA también lo tenía claro. Los Red Devils podían viajar a cualquier parte del mundo (a la Luna si querían) pero la competición doméstica no esperaría por ellos. El plan de Busby no tenía fisuras. Jugarían contra el Estrella Roja y estarían en Inglaterra para cumplir su compromiso liguero sin ningún contratiempo.

Matt Busby tomó las riendas del Manchester United en 1945, tras la Segunda Guerra Mundial. Busby, que había jugado en el Manchester City en la década de los 30, tenía un ambicioso proyecto en mente que no se haría realidad hasta 1956, cuando los Red Devils levantaban la Copa de la Liga con una media de edad de 22 años.

Su equipo, en el que despuntaba un joven llamado Duncan Edwards, repetiría título en 1957, aunque caería en la final de la FA Cup frente al Aston Villa y en las semifinales de la Copa de Europa contra el Real Madrid por un global de 5-3. Daba igual. El crecimiento experimentado por aquel jovencísimo equipo auguraba una etapa de dominio absoluto.

Junto a su asistente, Jimmy Murphy, Busby estaba conformando una plantilla de leyenda. Sus hazañas ya habían recorrido Inglaterra, se habían hecho notar en Europa y, su apodo, acuñado en 1951 por el periodista del Manchester Evening News Frank Nicklin, ya producía cierto temor al ser escuchado. Bill Foulkes, Albert Scanlon, Wilf McGuinness (que luego sería entrenador del United), Dennis Viollet, Harry Gregg, Eddie Colman, Duncan Edwards, Geoff Bent, Tommy Taylor, Mark Jones, Roger Byrne, Billy Whelan, Jackie Blanchflower, Kenny Morgans, John Doherty, Colin Webster y un jovencísimo Bobby Charlton estaban totalmente preparados para hacer historia. Eran los Busby Babes.

El 5 de febrero de 1958, el Manchester United se medía al Estrella Roja de Belgrado, uno de los equipos más potentes del momento, en la vuelta de los cuartos de final de la Copa de Europa. En Inglaterra, el conjunto de Busby vencía por 2-1. El 3-3 definitivo al que se llegó en Belgrado -con dos goles de Charlton y otro de Viollet- metía al United en la semifinal, donde esperaba el Milan.

El 6 de febrero el equipo se preparaba para regresar a Mánchester. No podían entretenerse. Había una competición liguera por la que pelear. El vuelo tuvo que retrasarse una hora. Johnny Barry había perdido el pasaporte. Aclarado el despiste, el capitán James Thain a los mandos del Airspeed Ambassador puso rumbo a Múnich, donde efectuarían una parada para reponer combustible.

Los muchachos estaban visiblemente agotados y necesitaban descansar. Afuera, el temporal se recrudecía y desde la torre de control se comunicaban con el capitán Thain. El despegue no iba a ser fácil. Algunos aún tenían ganas de seguir bromeando, otros empezaban a impacientarse. James Thain intentó dos despegues. Las ruedas del avión patinaban y desde la torre de control saltaban las advertencias: era mejor posponer la partida. Aún así, Thain lo intentó una tercera vez.

A las 3:04 de la tarde, el capitán se empeñó en hacer despegar el avión una cuarta vez. El aparato logró elevarse apenas unos metros y cayó a tierra, estrellándose contra una casa deshabitada a unos trescientos metros del aeropuerto.

Harry Gregg salió despedido unos treinta metros cuando el avión se partió por la mitad. Visiblemente herido logró sacar a Busby, Charlton, Viollet y a dos pasajeras, Vera Lukic y Venona, su hija. La imagen del siniestro era desoladora.

Walter Crickmer, Bert Whalley y Tom Curry estaban muertos. El primero era el secretario del club, mientras que Whalley llevaba 25 años en el United encargándose del equipo juvenil y Curry había acudido al partido en sustitución de Jimmy Murphy. Junto a ellos yacían Kenneth Rayment (copiloto), Bela Miklos (agente de viajes), el aficionado Willie Satinoff y el steward Tom Cable. Además, perdían la vida ocho periodistas: Alf Clarke (Manchester Evening Chronicle), Don Davies (Manchester Guardian), George Follows (Daily Herald), Tom Jackson (Manchester Evening News), Archie Ledbrook (Daily Mirror), Henry Rose (Daily Express), Eric Thompson (Daily Mail) y Frank Swift (News of the World y portero del Manchester City).

Ocho jugadores del Manchester United perdieron la vida. Roger Byrne, de 28 años, Mark Jones (24), Tommy Taylor (26), Eddie Colman (21), Liam Whelan (22), David Pegg (22) y Geoff Bent (25). Duncan Edwards, entonces con 21 años, resistió heroicamente hasta que murió de un fallo renal 15 días después del siniestro.

Junto a los rescatados por Harry Gregg, lograron salir con vida dos fotógrafos, Peter Howard y Ted Ellyard, un periodista, Frank Taylor, la mujer del agente de viajes Bela Miklos, el oficial de radio George Rodgers, dos azafatas y James Thain, el capitán y piloto del avión. Gravemente heridos, sobrevivieron Ray Wood, el portero suplente, Ken Morgans, un extremo de 18 años, Albert Scanlon, Jackie Blanchflower, Bill Foulkes y Johnny Berry. Un equipo de leyenda tocaba a su fin de la manera más trágica.

La noticia golpeó seriamente a toda Inglaterra y al mundo del fútbol. El Manchester United estuvo más cerca de desaparecer que de resurgir de sus cenizas. Matt Busby, que ya había visto pasar al cura por su habitación de hospital un par de veces para darle la extremaución, logró levantar a un equipo mermado por la tragedia para que siguiera vivo, recomponiendo la nómina del United para evitar que desapareciera el mapa. Al mismo tiempo, logró darle un lugar en la historia.

Tan solo Gregg, Viollet, Foulkes y, sobre todo, Bobby Charlton, permanecieron ligados al equipo. Johnny Berry y Jackie Blanchflower nunca volvieron a jugar. Ken Morgans nunca recuperó su mejor forma tras el accidente y lo mismo ocurrió con Ray Wood. Albert Scanlon se mantuvo en la plantilla del Manchester United hasta 1960, jugando después en el Newcastle, Lincoln City y Mansfield Town.

Solo la insistencia de Matt Busby, el padre de aquella generación, logró convertir al Manchester United en uno de los mejores equipos de Inglaterra y levantarlo después de haber sufrido tan duro golpe.

Tras ser eliminados por el Milan en las semifinales de la Copa de Europa de 1958, donde se presentaron con un equipo de circunstancias, cayeron en la final de la FA Cup contra el Bolton Wanderers.

Basando su proyecto en la figura de Bobby Charlton, devolvió al United a lo más alto. Ganaron la FA Cup en 1963 y la Liga en 1965 y 1967, además de dos Community Shield. Saborearían la gloria europea en 1968, diez años después del accidente, cuando levantaron la Copa de Europa tras vencer al Benfica 4-1 en Wembley. Era el primer equipo inglés en conseguir el trofeo.  25 años después de tomar las riendas de un club golpeado a partes iguales por la tragedia y por el éxito, Matt Busby se retiró.

La última estrofa de aquella canción que llegó a la redacción de la revista Sing un día de octubre de 1958 dice: “Oh, England’s finest football team its record truly great. Its proud successes mocked by a cruel turn of fate. Eight men will never play again, who met destruction there. The flowers of English football, the flowers of Manchester”. Hoy, esos versos se han convertido en todo un himno que sirve para recordar a los que se quedaron en el frío Múnich aquel 6 de febrero de 1958. Las flores de Manchester.

Imagen de cabecera: Christopher Furlong/Getty Images

Historiador. Fútbol y cultura popular. Anglófilo convencido. Cinéfilo militante. Reivindico la necesidad de contar historias más allá del balón.

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