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Las colinas tienen ojos

El viaje hacia cualquier título tiene varias fases. Se suele dar por buena la versión de que en las ligas el entorchado se lo lleva el que consigue ser más regular. Yo soy escéptico porque recuerdo campeonatos inesperados y caídas mayúsculas en situaciones completamente inexplicables desde lo deportivo. Donde si confluyo es en la idea del peso de los últimos partidos.

Cuando uno lleva la delantera y se acerca el tramo final, a pesar de lo recorrido, es imposible disfrutar. Parece una contradicción porque la ventaja debería jugar a favor, pero en el fútbol se empeña en jugar con los de enfrente. Es un calor interno que provoca que el tiempo se acelere, que la cabeza vaya mucho más rápido que las piernas y que lo que hace 2 meses parecía sencillo ahora deje la X y la Y de las ecuaciones sin resolver. 

En gran medida la recta final del camino se convierte en angustia y casi terror. Que se lo digan al Atleti, o al Mallorca, o al Espanyol cuando iba líder. Es una continua observación por parte de los demás que se convierte en amenaza velada desde todas partes. Desde cualquier colina puede salir un hachazo en forma de córner en contra, una persecución que deriva en penalti o una mirada fulminante desde el VAR. 

Si te atrapan tus miedos, te ves encerrado entre acertijos sin respuesta. Se buscan en el físico, en la fortaleza mental, en el nivel de la plantilla o en la gestión del entrenador. Nunca son argumentos concluyentes, ni siquiera metiéndolos en el mismo saco. Te ves arrastrado por una llanura desértica sin poder hacer nada por mucho que intentes mejor la dieta, el descanso, el entrenamiento invisible. Incluso el sólo tener un partido por semana podría aliviar, pero no . 

Es cuestión de fútbol, nada más. Todas las variables que se pueden trabajar y enseñar me atrevería a decir que sirven para gestionar la victoria y la derrota, también la presión, pero no te pueden asegurar el título. Ganar una liga se salta la teoría, la regularidad, el presupuesto y otras tantas bases tan válidas como frágiles. Escapar a los captores no es matemático, no se entrena. Y entonces, ¿seguimos hablando de favoritos?

Imagen de cabecera: ImagoImages

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