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Claves de la recuperación de Garbiñe Muguruza

Pasaron únicamente 24 meses desde que Garbiñe Muguruza irrumpiera en el circuito alcanzando la final de Wimbledon 2015. Ahora está de vuelta en el mismo escenario, pero algo ha cambiado en la española.

Ya hay orden en esa cabeza que bullía sin parar y del equipo que la acompañó en la aventura de 2015 sólo quedan dos personas. Además, aprendió a vigilar las comidas. «Parece una tontería, pero todo influye», asegura la campeona de Roland Garros 2016.

«He aprendido mucho como jugadora desde entonces: a enfrentar partidos importantes, a estar bien mentalmente, a llevar los días de descanso…».

Muguruza, de 23 años, se enfrentará mañana con la estadounidense Venus Williams por el título de Wimbledon. Será su tercera final de Grand Slam, una prueba más del enorme potencial que atesora la jugadora nacida en Caracas pero que optó por representar a España.

«Antes tenía más cosas en la cabeza. Lo quería todo a la vez. Ahora intento hacerlo más simple todo, con más calidad en lo que hago«, dice la ex número dos del mundo, que se siente una tenista mucho más madura que la que perdió la final de 2015 con Serena Williams, la hermana de Venus.

«Cuando eres más joven todo es más dramático. Ahora intento quitar muchas cosas que antes me llenaban la cabeza y que me hacían ver todo menos claro».

Si hace dos años entrenaba a la vista de todos, ahora lo hace escondida de las cámaras. Hoy, como los últimos días, se ejercitó en la cancha 11 de la zona de entrenamiento de Wimbledon. Sin público, sin periodistas, sin ojos que la distrajeran.

Getty

En la pista estaban únicamente Conchita Martínez, su entrenadora en Wimbledon ante la ausencia de Sam Sumyk, la fisioterapeuta Alicia Cebrián, el preparador físico Laurent Lafitte, el sparring con el que intercambiaba golpes y Cecilia Casla, su jefa de prensa. Unos cuantos metros más allá estaba su agente, Olivier van Lindonk.

De esas personas únicamente Casla y Van Lindonk estaban en el equipo de Muguruza en 2015. La española entonces escuchaba a Alejo Mancisidor y confiaba los cuidados de su cuerpo a Ignasi de la Rosa.

La jugadora rompió con Mancisidor en agosto de 2015 y después se puso a las órdenes del excéntrico pero intenso Sumyk. Y justo antes de Roland Garros agregó a su banquillo a Cebrián y Lafitte.

«Hay gente diferente en mi equipo, pero eso va con la evolución como tenista. Cuando jugué esa final tenía un equipo que me aportaba ciertas cosas, pero Necesitaba un cambio, algo más para seguir avanzando«, explica Muguruza. «La gente que tengo ahora me ha ayudado a alcanzar esas metas, como bien se ve».

El menú de 2015 también es diferente al de ahora. «Antes comía como una chica más normal, quizás más lo que me apetecía», recuerda Muguruza, en cuya dieta figura ahora en primer plano la quinoa y el atún. También hay hueco para la carne, pero menos que antes.

«Que haya cambiado no quiere decir que comiese mal, sino que ahora intento ser más profesional a la hora de elegir qué me va a dar más energía, cuándo comer algo que no toca. Simplemente es organizarse mejor. Parece una tontería, pero influye mucho porque te ayuda a recuperar más rápido de cara a los músculos, lesiones…»

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