Hace menos de año, en noviembre de 2015, el Villarreal anunciaba la renovación de Marcelino García Toral hasta 2019. Todo aficionado amarillo aplaudió esta decisión, porque no había nadie mejor que el asturiano para dirigir al Submarino. Porque había conseguido devolver la esencia a un equipo que había perdido el norte. Un equipo que un mes antes era el líder de Primera División.
Ocho meses después, el Villarreal emite un comunicado que deja a todo el mundo descolocado: Marcelino deja el club. Le pilla por sorpresa a afición, prensa nacional y prensa de Castellón, incluso a funcionarios de la propia entidad. Tal es la magnitud de la noticia, que muchos ven más probable que alguien haya hackeado la cuenta de Twitter y la web a que la noticia sea real.
Pero lo es. Marcelino ha dejado de ser entrenador del Villarreal seis días antes de disputar la previa de la Champions League ante el Mónaco. Un día después de que Roberto Soldado se rompiera el cruzado. En el comunicado no se da ni una sola explicación, pero ya algunos medios coinciden en que se trata de «fuertes discrepancias» entre Marcelino y la directiva en diferentes cuestiones. El Confidencial va más allá y centra el conflicto en una pelea entre Mateo Musacchio y el técnico asturiano. «O él o yo», le dijo Marcelino a Fernando Roig según el mismo medio. El máximo mandatario amarillo no se lo pensó.
¿Marcelino se va del Villarreal solo por una pelea por Musacchio, un jugador que ha estado a punto de marcharse en al menos tres mercados de fichajes? Parece que no. En el aparente mundo en el que vivíamos, vestuario y cuerpo técnico eran uno solo. La alegría recorría las cuatro costados de El Madrigal, y la complicidad era absoluta. En el 80% de las ruedas de prensa de este año, Marcelino ha reiterado su satisfacción y su agradecimiento a sus jugadores por el trabajo realizado. Guiños que eran correspondidos en cada una de las declaraciones de los futbolistas amarillos.
Pero bajo esa capa se escondía una colisión imposible de imaginar. «Las relaciones entre los futbolistas y Marcelino estaban totalmente fracturadas. Un ambiente irrespirable estaba invadiendo todos los rincones del vestuario amarillo, según se desliza desde su interior. Todos los que forman parte de él, no sólo los protagonistas del balón, estaban totalmente distanciados del estratega. El carácter de éste no gustaba a nadie en el camerino, que finalmente ha salido victorioso», publica El Confidencial.
Sea esa o no la explicación, lo cierto es que Marcelino se despide del Villarreal por la puerta de atrás, a pesar de haber sido su técnico más importante desde Manuel Pellegrini (que suena ahora como sustituto). Llegó a un equipo sumido en la desesperación, que veía el ascenso a Primera como el que coge un clavo ardiendo. Marcelino no solo ascendió al Submarino. Un año después ya disputaba competición europea. Dos años después era líder por primera vez en su historia. Tres años después acababa el curso en semifinales de Europa League y en puestos de Liga de Campeones. Una competición que nunca ha catado y que seguirá sin catar.
No entraré a valorar la decisión de Roig y su directiva hasta saber con todo lujo de detalle qué ha pasado y cómo se ha podido llegar a esto. Lo único que sé con certeza es que la vida con Marcelino era feliz. Muy feliz. Y la vida sin él… es una absoluta incertidumbre.