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Fútbol sudamericano

La Uruguay de siempre

El rey de América no
tiene fin. Encender la televisión en el debut de Uruguay en cada gran torneo
tiene una mística que asusta. ¿Qué tendrán? Muchos futbolistas se están
haciendo mayores. ¿Cómo estará el maestro? Pues muy bien, la verdad. La celeste
tiene un aura que te transporta a la infancia, a la felicidad. Suena el himno.
Acompañado de los Cavani, Suárez, Godín o Cáceres; está Óscar Washington Tabárez.
Se acabaron los nervios. Uruguay, como mínimo, volverá a competir. Y
seguramente ganará.

Ecuador debutaba en la
competición tratando de evitar las trampas que suele imponer el cuadro charrúa.
Defienden, te desesperan y te golpean cuando no te lo esperas. Esta vez
cambiaron su modus operandi. Casi desde los vestuarios, el conjunto de Hernán
Darío Gómez cayó en la tela de araña tras una sacudida imprevista. Uruguay, con
sus paulatinos pero pequeños cambios, con el paso de los lustros, dispuso un
4-4-2 con un doble pivote con mayor afinidad con el cuero que el de los años
mozos. En diez minutos ya habían atrapado a su presa gracias a una maravilla de
Nico Lodeiro, que hizo el gol del torneo.

A los 20’ Ecuador estaba
atada. Y así, tratando de deshacerse de su estrés, como si de una película se
tratara, se golpearon ellos solos. José Quintero, obviando que había VAR, le
propinó un puñetazo al goleador, como si estuviéramos a inicios del siglo XX.
Ahora hay cámaras. Ya en el 30’ y con Bentancur dominando la medular sin
achique alguno, el maestro sacó la pizarra. En un córner dieron tres toques
seguidos, con la pelota volando de un lado al otro, para que Cavani la empalara
con una volea de película. El choque estaba visto para sentencia. Sin embargo,
para Suárez nunca es suficiente. Empujó el balón al fondo de las mallas en otro
saque de esquina y alargó el letargo de Ecuador. Se iba a hacer muy duro.

Al equipo de Gómez le
quedaba por delante una tarea utópica. Era hacer una carbonara sin huevos, ni
sal, ni bacon. Ni espaguetis. Ante ello, en el segundo acto solo quedaba apagar
las luces de la cocina y minimizar daños, sin exponerse. Ante tal contexto se
necesitará ver los próximos dos duelos para sacar conclusiones de un conjunto
que ha llegado a Brasil en un entorno cambiante, con muchas dudas. El duelo
prosiguió con los esquemas del prólogo: la dureza, con muchos parones en el
juego, y el dominio del cuarteto formado por Vecino, Bentancur, Giménez y
Godín; tanto ofensiva como defensivamente.
No hubo piedad para los
ecuatorianos, que se marcaron el cuarto en su propia portería. Ante la
sempiterna Uruguay de Tabárez el sino suele estar escrito. La celeste volvió a
ganar. Y esta vez goleando. 

Martorell (Barcelona), 1996. Periodista freelance. Amante del fútbol y loco por la Premier League. En mis ratos libres intento practicarlo.

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