Decía
Charles Darwin en su teoría de la evolución que solo los seres que se
adaptaban al medio, a los cambios y a las dificultades eran capaces de
continuar. En su fondo, esta idea se basaba en la desaparición de ciertos
rasgos de una generación a otra y en la aparición de otros. Este darwinismo,
aplicado al fútbol, deriva en jugadores faltos de talento para según qué
cosas o que se acoplan mejor a otras situaciones que a la suya original.
Desde pequeño, siempre pensé que los futbolistas polivalentes eran malos futbolistas. Aquellos que no eran tan buenos para jugar en su posición y que servían de parches para tareas dispares en las que nunca destacarían. El primer jugador del que tuve conciencia que de repente mutaba su posición de un partido a otro fue Miguel Veloso, aquel pivote defensivo portugués al que en una misma temporada vi jugar con el Sporting de Portugal de lateral izquierdo, de central, de centrocampista adelantado y de extremo derecho. En ninguno de los sitios destacaba como de seis puro, pero no es menos cierto que tampoco desentonó en ninguna de las situaciones. Esa habilidad para jugar en el lateral o en la medular también la poseen Fabinho, ahora futbolista del Liverpool y Danilo, que ya en el Oporto dejó detalles de su calidad. En el final de su carrera se lo vimos hacer a Lahm y Guardiola convirtió a Kimmich, que nunca había jugado en un sitio que no fuera el centro del campo, en uno de los laterales con mejor planta desde su debut.
Existen
muchos futbolistas que a lo largo de su carrera han cambiado su posición por
exigencias del guion. Hablamos de aquellos que, tras una centena de partidos
profesionales en una demarcación, han permutado para desarrollar toda su
carrera en otra que no tenía nada que ver. No es sitio este para hablar de Diego
Godín, por ejemplo, mediapunta hasta que fue cadete para luego convertirse
en uno de los mejores centrales de la década. Esto es más bien para referirse a
Alberto Lora, que un día dejó de ser el delantero referencia para
ganarse una carrera de notable en el lateral derecho; O de Javier Arizmendi,
que después de ser internacional absoluto y Sub21 por España como ariete, acabó
en la misma demarcación que Lora.
Son
quizás los casos más sonados por el salto tan grande entre posiciones. Más
común, usual y entendible son los casos de jugadores que en una misma banda
adelantan o atrasan su posición. Casos de Jordi Alba o Juanfran Torres.
El primero lo hizo a principios de su carrera; el segundo, ya en plena madurez
y como parche provisional, acabó asentándose como un pilar en la defensa de
Simeone hasta el punto de ir a un Mundial y a una Eurocopa con España.
Quizás
el cambio más repetido se encuentra en aquellos mediapuntas o jugadores de
banda que pasan a ser el ancla del equipo. La edad, el paso de los años y su
buen toque de balón hacen que muchos de ellos puedan dejar de jugar pegados
a la cal, pues ya no poseen la explosividad de la juventud. Solo la
inteligencia táctica y el buen trato de pelota les permiten hacer frente a un
salto tan drástico. Cambiar el chip y saber que perder un balón en la banda
puede ser un mal menor pero que hacerlo como pivote supone un error crucial.
En este
ramillete de jugadores encontramos por ejemplo a Andrés Guardado, quien
disfrutó de años de alegría en la banda, que luego se apagó con el paso de los
años y que volvió a ser diferencial centrando su posición. También a Bastian
Schweinsteiger, que un día se acostó como uno de los mejores extremos del
mundo y al día siguiente se levantó como uno de los mejores centrocampistas del
panorama fútbol. Nada fácil su cambio, pues lo hizo en plenitud de condiciones.
También Augusto Fernández, un jugador de banda derecha a quien defender
ni le gustaba ni se le daba bien y que en el Celta acabó sorprendiendo a todos
en el centro del campo, algo que le valió un fichaje por un grande, el
Atlético, y la llamada de Argentina. No se puede olvidar a Beckham, a
quien un marketing desmesurado y una diestra de seda han dejado un regusto de estrellita
a aquellos que apenas le vieron jugar. El inglés metía la pierna donde
muchos no lo hacían y un día abandonó la banda para ser el eje cuando
Capello lo requirió.
No se
puede uno olvidar de Gareth Bale. El lateral zurdo del Southampton que
firmó el Tottenham y cuya explosividad y llegada al área acabó con él como
extremo. Su facilidad cara al gol le hizo jugar en algunos partidos como
mediapunta y ante la falta de delanteros llegó a ejercer él de ‘9’ con los
Spurs. Luego llegó el Real Madrid y la presencia de Ronaldo le llevó al perfil
diestro de la delantera. Una carrera cuyos pasos parece seguir hoy Ryan
Sessegnon, la perla del Fulham ya en filas Spur.
Tampoco
a James Milner, ese mediapunta que ha jugado por tramos de su carrera
como interior, como lateral, como extremo, como medio defensivo, como medio
ofensivo y hasta como delantero centro cuando el Manchester City tenía a
Jovetic, Dzeko, Bony y Agüero lesionados. Y qué decir de Saúl Ñiguez,
que ha jugado ya como profesional en todas las posiciones salvo portero y
delantero centro (aunque con el Atleti B sí llegó a jugar como hombre más
adelantado).
Óscar
de Marcos, Sergi Roberto, Emre Can, Charles N’Zogbia, James Milner, Angulo,
Raúl García, Altintop… La lista es amplia, pero los futbolistas capacitados
para cumplir en varias demarcaciones son escasos. No hablamos de defensas
capacitados para jugar de laterales o de centrales que pueden hacer de pivotes,
sino de profesionales capacitados para dar un cambio en sus carreras de manera
drástica. ¿Y a ti, cuál se te ocurre?