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La reválida de Karius

Cuando parecía que podía quedarse una temporada en blanco y con suerte poder disputar las migajas que le dejaran Alisson y Adrián en Anfield, Loris Karius ha retornado a casa en busca de una segunda oportunidad que todo el mundo merece y quizás él, martilleado por demasiados frentes sin compasión, más que muchos. El Unión Berlín, necesitado de un portero titular, busca en el teutón la situación idílica de darle un hueco en su meta y hacer que el chico vuelva a tener un presente solvente en esto del fútbol.

Porque no puede ser que el Liverpool, en su búsqueda de un portero de garantías, acudiera a por un muchacho que un par de años después ha quedado casi defenestrado por ciertos errores puntuales que le han metido en un profundo agujero. Muchos deberían estar equivocados si el portero por el que suspiraban para llegar a la cima ahora resulta que no sirve siquiera para hacer banquillo.

Uno ve la carrera de Loris Karius y siente escalofríos por el tremendo paralelismo que hay entre su vida deportiva y la del malogrado Robert Enke. Ambos alemanes, jóvenes triunfadores en su país, centro de las críticas por errores en equipos grandes donde se la pegaron, de exilio en Turquía para intentar recuperar lo que una vez fueron y de vuelta en Alemania cuando ya nadie confiaba en ellos. Y el miedo y los escalofríos, evidentemente, vienen por el último capítulo que tuvo que escribir Enke, tan trágico como doloroso.

Loris Karius pide perdón a sus aficionados tras sus dos errores en la final de la Champions League ente el Real Madrid.

Por eso, porque la historia no se puede repetir dos veces, Loris Karius tiene que triunfar en la capital alemana, en un Unión Berlín que es un equipo puramente familiar y acogedor, un club de tradiciones, de cariño de los suyos y que tiene que ser el paraje idílico para que Karius muestre otra vez todo su potencial.

El alemán nunca será el mejor portero del mundo, pero tampoco el ‘sin manos’ que se nos ha hecho creer. Cuando solo tenía 19 años ya asustaba a Leno y Ter Stegen en las inferiores de Alemania, pese a ser menor que ambos, y logró arañarles algunos minutos con las selecciones juveniles. Karius ha jugado desde la selección Sub16 hasta la Sub21, sin destacar en ninguna de manera colosal, pero estando, que ya es más que lo que la mayoría consiguió.

Si Karius llegó a Liverpool fue porque, tras una vida entera en las filas del Mainz, donde entrenó y jugó Jurgen Klopp, los informes que tenía el técnico del meta eran magníficos para competirle la titularidad a un Mignolet que no estaba cumpliendo con las expectativas. Dos porteros a un nivel similar que lo que deberían haber hecho es retroalimentarse el uno al otro para fortalecerse, pero que en realidad sucedió todo lo contrario: ambos se hundieron.

Y Karius en Anfield no lo hizo mal. Llegó a arrebatarle la titularidad al belga, que partía como número uno, pero aquella final de Champions de hace dos años le pasó una factura que quién sabe si alguna vez podrá pagar. Los errores ante el Real Madrid, con el gol regalado a Benzema y el posterior a Gareth Bale, unidos a sus lágrimas sabedor de ser el máximo culpable, supusieron una herida difícil de cerrar que una afición como la de Liverpool entendió, pero que le supuso ser el centro de las críticas de todo el panorama fútbol. Y es que el escenario para errar había sido el peor.

De golpe, Karius era mirado con lupa, sin importar la categoría del partido, la entidad del rival, e incluso en calentamientos y entrenamientos. Cada vez que el alemán hacía una salida en falso, un despeje defectuoso, un mal blocaje o un mal pase con los pies, era trending topic mundial en las redes. Era el punching ball del panorama fútbol. Su cesión al Besiktas no apaciguó las ansias de quien quería aprovechar cualquier titubeo del alemán para reírse de él y ahondar en la desgracia que llevaba desde la final de Champions.

Dos años después de aquella trágica noche y tras un rendimiento bueno tirando a notable en el Besiktas, Karius vuelve a casa. No será al Mainz, donde habría sido recibido como un hijo pródigo, pero sí a un Unión Berlín que parece encajarle como un guante. Y es que el portero del que hace 10 años se enamoró el Manchester City tras verle jugar con las inferiores de Alemania, aún sueña con recuperar su mejor nivel y debutar con la absoluta.

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