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Tenis

La resurrección de Rafa Nadal

Quién te lo iba a decir, Rafa. Quién te lo iba a decir a ti. Quién te iba a decir hace un año y medio que volverías a jugar una final de Gran Slam contra tu gran rival, Roger Federer, y que aunque la perdieras, volverías a confundir a la gente con ese Nadal de pelo largo que años atrás maravilló al mundo entero.

Todo empezó un 18 de enero de 2004 en Auckland, Australia. Tu primera final. La primera de muchas. En ese momento, salió cruz. Perdiste la final con tan sólo 18 años. Una primera final perdida que lo único que hizo fue darte fuerzas para seguir tu progresión, para seguir luchando para alcanzar tu sueño. Y un año más tarde, concretamente un 5 de junio de 2005, con 19 años, te plantas en la final de un Grand Slam. Y la ganas. Te revuelves sobre la arena con los brazos extendidos, y las lágrimas te saltan por los ojos. Un inicio de carrera que ni en el mejor de los sueños lo hubieses soñado. 19 años y el primer Grand Slam, en París, Roland Garros.

Te subiste a un cohete que no podía parar nadie. En 2006, tu segunda final en Roland Garros, esta vez contra Roger Federer, el número uno del mundo por aquél entonces. Le ganas. 20 años y 2 títulos de Grand Slam. Meses después, te plantaste en la tercera final, esta vez en Wimbledon. Roger ahí estuvo infalible. En 2007 repetiste la tónica. Ganaste a Roger en Roland Garros, pero él te venció en Wimbledon.

2008 marcó un antes y un después en tu carrera. El cohete en el que ibas subido cogió más velocidad que nunca. Tu cuarto Roland Garros consecutivo, otra vez contra Roger. Te plantas otra vez en la final de Wimbledon, y la ganas. Una final considerada el mejor partido de la historia del tenis, 5 horas y media sobre la hierba, 5 horas y media que se decidieron con un agónico 7-9 a tu favor. Ganaste Wimbledon. Ganaste Wimbledon en el considerado mejor partido de la historia del tenis. Lo hiciste luchando cada punto, con un juego asombroso que maravilló al mundo. Le ganaste a Roger en su reino. Le pusiste la guinda al año con tu primera medalla en unos Juegos Olímpicos, y decidiste teñirla de dorada. Le demostraste al mundo que estabas ahí, que habías venido para quedarte, para marcar un antes y un después en la historia del tenis.

Empiezas 2009 ganándole a Federer el Abierto de Australia. Tu primer Abierto de Australia. Roger acabó llorando, exclamando un »me está matando». No podía contigo, ibas una velocidad por encima del resto, practicando un tenis inmejorable.

2010, el mejor año de tu carrera. Te plantas en 3 finales de Grand Slam, y las ganas las 3. Roland Garros, Wimbledon y Estados Unidos. Tu primer Abierto de Estados Unidos. Ya nadie dudaba de que eras el mejor del mundo, ni la clasificación ATP, en la que superaste a Roger Federer colocándote como número 1 mundial. Con tan sólo 24 años ya eras historia del tenis. Con tan sólo 24 años ya tenías 9 Grands Slams. Casi nada, Rafa, casi nada.

En 2011, 2012, 2013 y 2014 reinaste en tu reino. Roland Garros. Ni los 3 mosqueteros juntos hubieran podido contigo en esos momentos sobre la arena de la Philippe-Chatrier. Además, sumaste un nuevo Open de Estados Unidos, concretamente en 2013 contra un rival que empezaba a asomar la cabeza, Novak Djokovic.

A partir de ahí, las lesiones te acechan. 2014, te operas del apéndice. En 2015, problemas con la ansiedad y dolor en tu pierna derecha. En 2016 parece que llega una mejora, pero te retiras de Roland Garros por una lesión en la muñeca en tercera ronda. Ese cohete en el que estabas subido, había perdido fuerza y le costaba arrancar. De hecho, todo el mundo creía que no se volvería a ver al Rafa que maravilló al mundo.

No obstante, tú te guardabas un as bajo la manga. Muchos te daban por muerto cuando tú, tan sólo te estabas tomando un pequeño respiro. Te daban por muerto sin saber, que en cualquier momento podías levantarte, llegar a esa pelota que parece imposible y mandarla a la línea para ganar el partido. Te daban por muerto sin recordar tu nombre, Rafael Nadal Parera, sin recordar que eres capaz de hacer posible lo que parece imposible.

Lo haces en 2016, en los juegos de Río donde fuiste abanderado, con un oro junto a Marc López. Tu sonrisa no se paga ni con todo el dinero del mundo. Un oro más que merecido.

2017 no ha podido empezar mejor. Te plantas en la final tras un partido antológico contra Dimitrov, recuperando tu mejor tenis, haciéndole recordar a todo el mundo a ese Rafa de pelo largo que tenía maravillado al mundo. Y te vuelves a encontrar con tu mayor rival durante tu carrera. ¡Quién te lo iba a decir! Roger Federer. Y jugáis un partido que pasará a la historia. Os volvéis a ver las caras y mostráis vuestro mejor tenis. Como si jugarais un partido de exhibición. Deleitasteis al público con cada golpe. Con cada intercambio. Pero te gana Roger. No obstante, en este Abierto de Australia, vuelves a demostrar que Rafa Nadal ha vuelto, aunque en realidad, Rafa Nadal nunca se fue.

Este reconocimiento, te lo has ganado al levantarte cada vez que te has caído. Te lo has ganado enseñándole al mundo que eras capaz de sobreponerte a todos los obstáculos que se interpusieran en tu camino. Te lo has ganado con cada uno de los puntos a los que creías no llegar pero tu empeño y esfuerzo te hacía llegar. Te lo has ganado con cada grito que has dado tras ganar un set. Te lo has ganado a pulso.

Y es que el ¡Vamos Rafa! ya no es solo tuyo. Tu grito, se ha convertido en el grito de todo un país. Has hecho levantar del sofá a miles de españoles con cada uno de tus puntos, con cada uno de tus juegos, con cada uno de tus gritos. Tú, te has levantado tras una dura caída para volver a sonreír, y España, sonríe de nuevo al verte jugar.

Gracias, Rafa. 

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