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La resurrección de Kaká en un Milan que aspira a Europa

Joel SIERRAMario Benedetti publicó “El porvenir de mi pasado” -uno de sus últimos libros de cuentos- en la misma época en la que Kaká disputaba sus primeros encuentros con la maglia rossonera. El jugador longilíneo, sereno, bien parecido, de zancada elegante, porte prodigioso, frente erguida y destinado a dominar la escena mundial durante una década; vio interrumpido su sendero de gloria desde que abandonó Milanello. Tras su traspaso envuelto en purpurina a la ‘neogalaxia’ de Florentino Pérez, el poeta espiritual del fútbol se convirtió, de la noche a la mañana, en un hombre frustrado, apático, incapaz, de cabeza gacha y permanentemente lastrado por una enorme nostalgia de sí mismo.

Pocos confiaban en verano en un nuevo advenimiento de aquel profeta achacoso, considerado el peor fichaje de la historia -con toda la inmensidad de la afirmación- y al que tantas veces habían tratado de resucitar, sin suerte ni motivos, en Madrid. Kaká parecía haber olvidado su propio sermón, otrora excelso, y se encaminaba sin remedio, a una muerte segura en el cementerio de elefantes más ilustre del mundo: el Milan. El club con el apetito más voraz a la hora de deglutir estrellas de brillo cuasi extinto.

Pero no. Pese a haber regresado a la que fue su casa por la puerta trasera del fracaso, el fantasista brasileño ha recuperado el gesto amable y la sonrisa sincera, ha vuelto a corretear por San Siro con la testa alta y el paso firme -como en los buenos y viejos tiempos- y ha demostrado haber resucitado de forma corpórea y definitiva tras cuatro años de penitencia, calamidades y estigmas supurantes vestido de blanco.

Sin ir más lejos, el pasado lunes volvió a dejar otro destello de su indeleble talento para, con un toque tan sencillo como maestro, habilitar a Taarabt –con quien se entiende a las mil maravillas- en el tanto que permitió abrir la lata en Marassi. Era el primer partido de Kaká después de la fantástica doppietta en su tricentenario como futbolista del Milan.

El ultimátum a Seedorf ha revivido al club y el Milan atraviesa actualmente el mejor estado anímico del año después de haber conseguido, por primera vez en el presente campeonato, tres victorias de forma consecutiva que deberían convertirse al menos en cinco (reciben a Sassuolo y Livorno en los dos próximas jornadas) para seguir recortando distancia con los puestos europeos. Una quimera impensable hasta hace pocas semanas, convertida ahora en un reto realizable y en un posible premio inesperado. Ínfimo para una institución con siete Copas de Europa pero gratificante para una plantilla fugitiva de la medianía.


Kaká celebrando sus 100 goles en 'rossonero' | Getty Images

A punto de cumplir 32 años, Kaká es uno de los principales porqués de dicha reacción y uno de los escasos resquicios para la ilusión, si bien, las voces sobre una posible marcha a la MLS son latentes. Su contrato se extiende hasta 2015 pero el jugador tiene la potestad de rescindir el vínculo debido a la no clasificación del Milan para la siguiente Champions League. Una circunstancia que obligará a la sociedad lombarda a llevar a cabo rebajas salariales, nada tolerables para un Kaká que ya renunció a parte de su sueldo para certificar su regreso.

Aun con la rumorología adversa, conseguir un billete para Europa -aunque sea en clase turista- y trazar un proyecto sólido para un mejor porvenir, podrían bastar para asegurar la continuidad del Bambino d’Oro. Galliani ya ha declarado que desea verle cumplir su partido 400 y Kaká, siempre agradecido, también se ha manifestado en esta misma línea. Eso sí, parcamente y con ligeras dudas.

Nueve goles y cinco asistencias son sus números en lo que va de temporada. No son cifras sobresalientes, es cierto, pero Kaká es el principal asistente del equipo y el máximo goleador después de Balotelli, en un curso invadido por el trauma y los pobres resultados a nivel colectivo. ‘Ricky’, que aun aspira a estar en el Mundial, ha supuesto en muchas ocasiones el único consuelo entre la vulgaridad para una tifoseria que lo adora y que es consciente de estar disfrutando de su último mito viviente en activo.

Ya lo decía Benedetti mientras el ‘22’ comenzaba a escribir su historia con tinta roja y negra allá por septiembre de 2003. “Algunas cosas del pasado desaparecieron pero otras abren una brecha al futuro y son las que quiero rescatar". Kaká lo ha hecho y en el Milan, quieren que lo siga haciendo. La cuestión ahora, es hasta cuándo.

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