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Gavi: una normalidad insólita

Cuentan sobre Virginia Woolf que escribía de pie en un pupitre elevado y que solía alejarse de él para ver lo que estaba creando con perspectiva. Como si tratara de embellecer un lienzo con las letras de su atrevimiento. Y que el poeta Friedrich Schiller lo hacía con los pies en un barreño de agua helada. No hay una ley escrita para un ritual tan personal como el de enfrentarse a una página en blanco. Como tampoco debería haberla para cualquier ser humano que esté dispuesto a conceder un trozo de su arte. Pablo Martín Páez Gavira recorre kilómetros por encima de la hierba. Sus cordones brincan como una pirueta interminable, que sólo cesa cuando sus piernas dejan de correr. Quien hace las cosas de manera distinta, no las entiende. Quizá el concepto de normalidad no debería ser exactamente como nos lo han explicado.

Todos somos buenos en algo. Los que ya lo han descubierto han sacado ventaja. Siempre lo hacen. Pasan por delante de los que todavía gastan tiempo para pensar en ello. Sobre todo, aquellos que tienen la seguridad de jugar con el descaro y que no sufren de atiquifobia. La facilidad de Gavi para asentarse al futbol de élite y hacerlo con una pasmosa tranquilidad es asombrosa. Sus 19 años son una antítesis que parece plantarle cara a la experiencia. Su precocidad y anomalía se explica desde una brillante capacidad cognitiva para comprender el juego, interpretar sus necesidades y ofrecer soluciones . A través de su impacto en el juego y de su certeza para ubicarse en los espacios.

Suelen decirnos que la piña en la pizza es un debate entre la extravagancia y la aberración, porque hay quien disfruta de ella sin más preocupación y quien se lamenta por el invento de un cocinero alemán. La vida, más allá de que el invierno es frío y en verano hace calor, está llena de afirmaciones sujetas a la opinión. En el fútbol tenemos muchas. Nos cuentan que un jugador es fino o es un jugador de gran físico. Gavi está dispuesto a ser la excepción que pone a prueba la regla, que no es lo mismo que confirmarla. Puesto que las excepciones están para invalidar todo precepto. De juego estético y con una intensidad que se delata en cada choque.

Destaca, como un Ferrari aparcado en un descampado. Como James Dean, cuando fue descubierto por Elia Kazan para ser un elegido en Hollywood. Gavi es algo por asimilar. Un desparpajo impetuoso y encandilador. Un cambio de ritmo para revolucionar la jugada. Ingenioso y travieso; un rebelde que se ha comido a bocados las etapas y que pone en duda las firmes creencias. Rompedor de lo establecido, de lo corriente y común. Presente y futuro en una normalidad insólita.

Editora en SpheraSports. Especialista en Scouting y análisis de juego por MBPSchool. Sport Social Media. Eventos Deportivos

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