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La pasión de Toro

Unbe. Instantes previos al Eibar – Sevilla de la jornada 19 de Primera Iberdrola. Pocos minutos antes de entrar en directo la señal nos brinda imágenes del estadio en los monitores de la cabina de retransmisión. Todavía no hay futbolistas sobre el verde, pero tras una de las porterías empieza a verse cierto movimiento. El túnel de vestuarios que da acceso al césped es de metacrilato, con lo que a diferencia de lo que sucede en la mayoría de campos, podemos ver a las jugadoras antes de que pisen el terreno de juego.

Allí, vestidas de corto, van apareciendo una a una las elegidas para conformar el once inicial del Sevilla. Tras ellas, con equipación larga, se suman al grupo las suplentes que esperarán la alternativa en el banquillo. Y segundos después, con Cristian Toro a la cabeza, hace acto de presencia el cuerpo técnico hispalense al completo.

Las cristaleras nos permiten ser testigos de excepción de una imagen ciertamente bella. El grupo forma un círculo y escucha atento las arengas del entrenador argentino. La charla empieza en un tono comedido, para poco a poco convertirse en un discurso motivacional en toda regla. Todas y cada una de las palabras que vocaliza Toro llevan consigo un plus de energía para sus futbolistas, van cargadas de positivismo y de lo que necesita un deportista de élite para poder mostrar su mejor versión; confianza.

Las arengas suben de tono. Han dejado de ser susurros tras un cristal para ser perfectamente audibles en un estadio sin público y en silencio. El coro formado por titulares, suplentes y cuerpo técnico empieza a botar y a gritar al unísono el nombre de su equipo. Y tras varios ¡Sevilla!, ¡Sevilla!, ¡Sevilla! ensordecedores el grupo se abraza de nuevo para finalmente acceder al terreno de juego entre sus propios aplausos y con las pilas más que cargadas. Fueron tan solo 120 segundos, pero dignos de formar parte de un manual sobre cómo darle alas a tus futbolistas en apenas dos minutos.

El conjunto de Nervión llegaba a Unbe tras una racha de 4 partidos sin lograr la victoria, habiendo sumado dos puntos de doce posibles y para enfrentarse a uno de los equipos revelación del campeonato. El discurso de Cristian Toro tuvo el efecto deseado. El Sevilla se llevó el triunfo de Guipúzcoa con un solvente 1 a 3 y habiendo disputado un encuentro muy completo a pesar de llegar al choque con bajas importantes.

El técnico argentino vive su tercera temporada en el club sevillano. Aterrizó en la Ciudad Deportiva Ramón Cisneros Palacios en diciembre de 2018, sustituyendo a Paco García y con el equipo en zona de descenso. Y desde su llegada impregnó a sus jugadoras de esa garra que le ha caracterizado siempre, consiguiendo que una plantilla que parecía abocada a la pérdida de categoría finalizara la liga en la zona tranquila de la tabla y se quedara a las puertas de disputar una final de Copa de la Reina.

La suya no era una elección al azar. Los dirigentes sevillistas eran plenamente conscientes de lo que había logrado Toro en Valencia pocas temporadas antes. Durante cinco campañas fue mejorando año tras año los registros del conjunto che, hasta convertirlo en uno de los grandes de la competición. El técnico porteño abandonó el banquillo del Antonio Puchades acabando el curso 2016/2017 en una meritoria 3ª plaza, y con el cartel de equipo menos goleado de la Primera Iberdrola superando a FC Barcelona y Atlético de Madrid con tan solo 11 goles encajados en 30 partidos.

En Sevilla parece que la dinámica es la misma. Dos años después de su llegada el cuadro hispalense ha dejado de mirar hacia abajo, ya no está pendiente de los resultados de los equipos que luchan por sobrevivir en la zona delicada de la tabla. El equipo ha levantado la cabeza y empieza a mirar hacia arriba, y a pesar de que todavía no puede aspirar a pasear su escudo por el viejo continente, sus victorias ante Granadilla Tenerife y Levante y el reciente empate ante el Real Madrid,  demuestran que puede competir con plantillas que estarán en Europa el año próximo.

Cristian Toro no es un técnico de una temporada. Hay que dejarle trabajar. Por el momento queda claro que decantarse por él fue todo un acierto para los intereses del conjunto hispalense. Y que sin prisa pero sin pausa va moldeando la fe y la confianza de un grupo que a día de hoy se cree capaz de todo.

Habrá quienes prefieran al entrenador pasivo, aquel que sentado en el banquillo va tomando notas y más notas para después repasarlas junto a sus futbolistas en el descanso o en un entrenamiento posterior. Pero como para gustos los colores yo me quedo con el técnico pasional, aquel que pegado a la línea de cal bracea y gesticula con cada acción sobre el verde. Aquel que vive todos y cada uno de los partidos con la máxima intensidad. Aquel que insufla y proyecta energía a sus jugadoras con cada grito. Y por supuesto aquel que celebra los goles de su equipo como el mayor logro alcanzado a lo largo de una vida.

Nadie sabe lo que le deparará el futuro a este Sevilla. Lo que está muy claro es que su trayectoria es claramente ascendente y que, bajo la batuta de su actual entrenador, jamás le faltarán la garra y la motivación. No sería de extrañar que en pocos años destaquemos la presencia del cuadro de Nervión en la lucha por acceder a Europa, una gesta que de convertirse en realidad resultaría una muestra más de lo que se puede lograr a través de la pasión, esa misma pasión que Cristian Toro contagia a sus futbolistas día tras día y que ha sabido convertir en su seña de identidad.

Imagen de cabecera: Eric Alonso / Getty Images

Contenido patrocinado por Iberdrola

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