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Champions League

La noche que el Mónaco congeló el Emirates

Winter was coming. Volvía la Champions League al Emirates Stadium con una eliminatoria en la que el Arsenal parecía favorito, en la que parecía tener más probabilidades de clasificación contra un Mónaco que había sembrado más dudas que bases sólidas. Un partido que enfrentaba al Arsenal, además, contra una dinámica de resultados que empieza a ser una densa barrera de su camino año tras año.

El Arsenal era favorito ante un rival, a priori, con menos posibilidades, pero en los últimos años la eliminatoria de Octavos de Final se está convirtiendo en la fase donde su camino finaliza en Europa, donde las maletas continentales vuelven a casa. Sin embargo, a priori, no parecía que este año la estadística seguiría engordando. Pero no.

Sorpresa mayúscula en el Norte de Londres. Una pesadilla, un corte de digestión del caviar europeo. El Mónaco ganaba 1-3 en el Emirates, casi sentenciando la eliminatoria, logrando la importante meta de marcar a domicilio con la seria cifra de 3 goles, que complica muy mucho las cosas para los de Arsène Wenger. Noche épica, casi histórica, debe ocurrir en el Louis II de Mónaco para evitar una nueva eliminación de los Gunners.

Falta de puntería, mala suerte, o simplemente un gran planteamiento de los monegascos en campo propio. El Arsenal no encontraba huecos. El Arsenal no conseguía abrir la lata y batir al portero rival. Dicen, en el fútbol si perdonas lo acabas pagando, y el partido en la capital londinense es un claro ejemplo. En materia de ocasiones, quizás, los Gunners estuvieron por encima, tuvieron más peligro a su favor, pero perdonaron, fallaron de forma excesiva. La mayoría de balones acababan fuera, lejos de la portería, creando una angústia e impotencia en la grada, que veía impaciente la mala noche de los suyos.

El Mónaco, sin embargo, todo lo contrario. Jugaron de forma seria en campo propio. Tácticamente preparados y listos para la ocasión. Y en ataque, llegadas justas y suficientes, pero no evitó que tuvieran una efectividad rotunda para, muy seguramente, haber sentenciado la eliminatoria con tres zarpazos que congelaron (todavía más) la noche en Londres.

Y ahora, de nuevo, el nombre de Arsène Wenger sobre la mesa. De nuevo el futuro del técnico francés en el aire, tras un resultado inesperado, tanto por el pronóstico final como por la superioridad de la ventaja en el global. Nadie esperaba que el Arsenal tropezara frente al Mónaco, y mucho menos con un resultado tan importante y tajante.

Muchos afirman que el técnico francés ya no cuadra en las aspiraciones del club. Ya no vale la filosofía del técnico veterano que encuentra jóvenes perlas y les da la oportunidad en el primer nivel. En el Norte de Londres quieren pelear por títulos, y no caer en la ronda de Octavos. En las últimas 4 temporadas, el Arsenal cayó eliminado en esta fase de la Champions League. Ante esa estadística, un rival como el Mónaco había creado en más de uno la ilusión de poder romper con la mala racha, para maquillar épocas recientes. Pero no. Mazazo, golpe duro de asimilar.

El Arsenal deberá conseguir un resultado abultado, igualando mínimo los tres goles del Mónaco a domicilio, intentando no encajar, y con la presión de la consciencia de que un resultado así es complicado de asumir. Tienen faena Wenger y su staff técnico para motivar a sus jugadores de cara a la cita en el principado de Mónaco. Con pie y medio fuera del torneo, olvidar el traspiés (con una seria visita del Everton el próximo domingo) e intentar que la vuelta a la máxima competición continental transcurra de la mejor manera posible.

Pesadilla despiertos en el Emirates. Las caras de muchos de los integrantes de la plantilla del Arsenal, tanto sobre el césped como en la banda, unida a la decepción rotunda y absoluta de la grada londinense. Todos vivieron una noche trágica, para olvidar, con una derrota que duele por la rotundidad, y más partiendo del favoritismo que tenían tras el sorteo.

Valencia, 1989. Productor Audiovisual. Cultura y fútbol Brit como forma de vida. Intento ir más allá de lo que veo. Tengo mucho que aprender, y es maravilloso.

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