No son pocos los problemas que acucian al Real Madrid en esta, hasta ahora, muy deficiente temporada. La falta de hambre de unos jugadores que alcanzaron la cima de Europa y del mundo en 2017 es alarmante; la incapacidad de Zidane de proponer soluciones alternativas a las que ahora mismo no funcionan es también muy preocupante, así como el mal momento de Cristiano Ronaldo y el resto de estrellas ofensivas, los errores en la zaga, el cansancio de los motores del mediocampo o el escaso rendimiento del banquillo.
En este bosque de dudas, hay una que inquieta especialmente, por la influencia que ha tenido en los últimos años de éxitos en el Real Madrid: la presencia de Marcelo en ataque.
En los momentos de mejor juego, brillantez y resultados del Real Madrid, las actuaciones del carrilero brasileño ha sido clave. Acotando solo a sus movimientos ofensivos, el equipo siempre encontraba por la izquierda un respiro para sacar el balón, un puñal con el que atacar la profundidad, un pie seguro para combinar, un regate eléctrico para desequilibrar y un disparo potente con el que romper.
Se nota cuando no está al máximo, y los resultados del Real Madrid esta temporada son un ejemplo. Cuando su presencia es testimonial y sus apariciones por la izquierda más irregulares, el Real Madrid pierde un elemento que clave en su ataque. Sus compañeros en ataque lo notan, ya que Marcelo es uno de los mayores generadores de peligro y jugadas ofensivas del equipo.
Es más, en las tres últimas victorias del club, Marcelo ha sido clave: contra el Valencia (1-4, un gol), el Deportivo (7-1, dos asistencias) y el Sevilla (5-0, a inicios de diciembre).
Que Marcelo vuelva a su mejor nivel es clave para que el Real Madrid vuelva a la altura de juego que se le presupone. Y qué mejor momento que febrero. Qué mejor momento para volver a brillar que la Copa de Europa.
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