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La hora de Irene Ogiza

Imagina cumplir el sueño de tu vida y que de repente se te escape entre los dedos. Eso le ocurrió a Irene Ogiza (Durango, 2000), canterana del Athletic que el mismo día que jugaba su partido como titular se rompió el ligamento cruzado anterior por segunda vez en cuatro años. Sucedió en Abegondo, de la mano de un Ángel Villacampa que ya le había hecho debutar dos semanas antes. Sus padres y su hermano viajaron a A Coruña para presenciar un acontecimiento emocionante para su hija y que acabaría entre nervios y tensión.

“Jugué 24 minutos en ese partido, pero fueron 24 minutos de la leche”, cuenta Irene en declaraciones a la televisión del club bilbaíno. Su calidad le había llevado a salir de una telaraña de piernas de las jugadoras del Deportivo cuando, justo después de soltar el esférico, cayó al césped entre gritos. “Al terminar el encuentro tuve la oportunidad de tranquilizar a mi familia porque estaban más nerviosos que yo”.

Fue operada un jueves y justo ese domingo arrancó el confinamiento domiciliario debido a la crisis del coronavirus. Un golpe de hipotética fortuna que le valió para recuperarse con la competición paralizada. Con la vuelta a los entrenamientos pudo incluso hacer los mismos ejercicios que sus compañeras del filial, sin ritmo después de muchos meses sin jugar. Regresó a los terrenos de juego en partido oficial el 8 de noviembre, en la cuarta jornada de Reto Iberdrola ante el Collerense en Mallorca. ¿Su carta de presentación? Un golazo con una espectacular vaselina desde fuera del área. En diciembre marcó un doblete ante Osasuna, uno de los favoritos al ascenso a Primera Iberdrola.

La destitución de Villacampa a principios de año podría haber una noticia negativa para los intereses de Ogiza, pero su sustituta en el banquillo fue nada menos que Iraia Iturregi, su entrenadora en el ‘B’ y la misma que la había convertido en una futbolista clave en su esquema. No en vano, antes de su debut con el primer equipo había disputado 15 de las 16 jornadas de Reto Iberdrola como titular. “Es una gran entrenadora. He aprendido mucho de ella y solo tengo palabras de agradecimiento”, señala la espigada centrocampista, que tardó poco en volver a entrar en la dinámica del equipo senior. Ante el Santa Teresa volvió a jugar como titular, saliendo del campo a los 69’ con buenas sensaciones a pesar del empate (2-2).

El destino le aguardaba un día para el recuerdo. Titular el pasado domingo por primera vez en casa, en Lezama, Irene fue la gran protagonista al marcar dos de los tres goles del triunfo bilbaíno ante el Espanyol. No era una victoria cualquiera: las leonas llevaban tres meses sin ganar, en una racha negativa que se estaba haciendo interminable (siete derrotas y cuatro empates en las últimas 11 jornadas). Solo una semana después de reaparecer, nueve meses después de su lesión con el primer equipo, ‘Ogi’ aprovechó dos envíos a balón parado para tirar de su don de la oportunidad: primero mandó a las redes un balón suelto en el área, después anotó el 3-0 de cabeza valiéndose de su notable altura (1,80). Todo en apenas 20 minutos de partido. “No me lo creía ni yo que había metido dos goles”, declaró con una sonrisa de oreja a oreja en sala de prensa.

Suma de tres por primera vez Iraia Iturregui de la mano de uno de sus principales baluartes en el filial, una futbolista con mucha agilidad y destreza con los pies a pesar de su imponente planta. Una jugadora que todavía no cuenta con ficha del primer equipo pero que promete ser importante si mantiene su espectacular progresión y si las lesiones le respetan. La salida de mediocampistas de tanto nivel como Damaris y Maite Oroz han lastrado al Athletic en una zona donde no había sustitutas de garantías más allá del fichaje de Sophie Istillart o la siempre regular Marta Unzué.

Estudiante de Organización Industrial en la Escuela de Ingeniería de la Universidad del País Vasco, la joven de Durango quiere dejar atrás las lesiones y triunfar en un Athletic que aspira a volver a ser uno de los grandes del fútbol femenino español. Es su momento.

Imagen de cabecera: Athletic Club

Alicante, 1991. Mi madre siempre me decía: "No sé por qué lloras por el fútbol, sino te da de comer". Desde entonces lucho por ser periodista deportivo, para vivir de mis pasiones (y llevarle un poco la contraria).

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