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La historia de los fabulosos hermanos Robledo

Antes de los Di María, David Luiz o Alexis Sánchez, hubo otros. Y también antes de los Juan Sebastián Verón, Osvaldo Ardiles o Ricardo Villa. Jorge Robledo y su hermano Eduardo fueron los primeros jugadores latinoamericanos en pisar la liga inglesa. La historia de estos dos chilenos en su periplo por Inglaterra esconde otras fascinantes intrahistorias ligadas al gol, al miembro de los Beatles más relevante y a un misterioso crucero.

De Chile a Inglaterra

Hay tres equipos en Liverpool, y a mí me gusta el otro.

George Harrison

Cuando las minas de salitre de Iquique, que se utilizaban para la fabricación de pólvora, no parecían dar más de sí y dejaron de producir las fortunas de la época de la Primera Guerra Mundial, nació Jorge Robledo. Corría el año de 1926 y Jorge no estaría mucho tiempo más en Chile. A los tres años abandonó el país junto a su madre y su hermano Eduardo rumbo a Inglaterra, dejando atrás a su padre, un trabajador de las minas de carbón.

Jorge destacó pronto como un gran goleador en el Barnsley, donde con 15 años ya jugaba como profesional gracias a un permiso especial de su madre porque era menor de edad. Fue entonces cuando el Newcastle llamó a su puerta y Jorge no dejó escapar la oportunidad. Eso sí, la firma de su contrato se demoró más de lo previsto porque Jorge, al que pronto empezarían a llamar George, exigió que el conjunto de los Magpies fichara también  a su hermano. En 1949, los hermanos Robledo ponían su firma en un papel para vestir la camiseta de las Urracas.

Ya en la  temporada de 1950/51, George se había revelado como un jugador excepcional, mientras que a su hermano, fichado a regañadientes por el club que no quería dejar a escapar a Jorge, aún le quedaba mucho por aprender.  Jorge convirtió 14 tantos en liga, donde el equipo finalizó cuarto y llegarían a la final de la FA Cup tras derrotar a Bolton, Stoke City, Bristol Rovers y Wolverhampton. Saldrían campeones frente al Blackpool por dos goles a cero. El primer tanto, obra de Milburn, llegó gracias a un centro preciso de Jorge Robledo.

No es un gol cualquiera

Al año siguiente, el Newcastle volvería a alcanzar la final de la FA Cup. En Wembley les esperaría el Arsenal. Jorge había transformado 33 goles en 39 partidos de liga -aunque el equipo acabaría octavo- y, además, Eduardo, al que los hinchas comenzarían a llamar Ted, había mejorado sus cualidades, convirtiéndose en un notable centrocampista, aunque siempre estaría a la sombra de su hermano. La prensa pronto hablaría de los Fabulosos Robledo Boys.

En el camino a la final de la FA, el Newcastle se había encargado del Aston Villa (4-2), Tottenham (3-0), Swansea (1-0), Portsmouth (4-2) y del Blackburn Rovers en la semifinal con gol de Jorge (2-1). Tumbar a los Gunners no sería coser y cantar.

El Arsenal dominó la práctica totalidad del partido hasta que, a cinco minutos del final, apareció Jorge Robledo. Bobby Mitchell encaró a la defensa Gunner,  que pensó que no se detendría, y cuando se los había llevado a todos y tuvo la oportunidad, levantó la vista, vio a George y centró. Wembley se quedó mudo. Mientras, en la línea de cal, Jorge Robledo levantaba los brazos mientras sus compañeros corrían a abrazarle, consciente de que había hecho historia. A más de 300 kilómetros de aquel momento de éxtasis, en Liverpool, un jovencito de 11 años dibujaba con sus lápices.

Desaparecer sin dejar rastro

Tras la temporada 1952/53, el Newcastle decidió vender a Eduardo al Colo-Colo. Jorge, que durante toda su vida había ido de la mano de su hermano, no dudó un instante y se marchó con él a Chile. En su primer partido, un 31 de mayo de 1953 contra Ferrobádminton, George anotó dos goles en la victoria del Colo-Colo por cuatro a cero.

A partir de ahí, Jorge saldría goleador con el equipo en 1953 y 1954, sumando 26 y 25 goles respectivamente, y siendo parte activa en los títulos ligueros que levantaría Colo-Colo en 1953 y 1956 y de la Copa Chile de 1958. Tras rechazar una oferta del club, George Robledo acabaría su carrera como futbolista en el O’Higgins.

Para entonces, Eduardo, siempre eclipsado por Jorge como futbolista, también había decidido retirarse de las canchas. Comenzaba así la etapa más oscura, fascinante y misteriosa de su vida, mientras George ocupaba un cargo de ingeniero civil en la mina El Teniente y se preparaba para ser director deportivo.

La historia «oficial» de Eduardo reza que fue asesinado en un barco. A partir de ahí, los motivos de su muerte se relacionan con su posible condición de agente de inteligencia británico o el tráfico de drogas y otros negocios sórdidos.

En 2004, el periodista Francisco Mouat, que trabajaba en un artículo sobre los hermanos Robledo, recibió una carta de Carmen Calé, viuda de Eduardo, que le sirvió para realizar una crónica veraz sobre los últimos años de la vida de Ted Robledo.

Mouat, a través de los datos proporcionados en la carta, recalcó que la carrera futbolística de Eduardo no había terminado en Chile. Se casó con Carmen Calé en 1956 y regresó a Inglaterra, donde jugaría dos temporadas en las filas del Notts County, aunque no destacaría. De ahí, pasó a trabajar como técnico electrónico en la NASA y, poco después, decidió dar el salto como entrenador, ocupando el banquillo del Once Municipal, un equipo de El Salvador.

Buscando estabilidad económica se metió en el negocio de la industria petrolera, levantando torres de extracción en África y Brasil. Es entonces cuando lo contrata Drilling Co., una compañía norteamericana de barcos petrolíferos en el Golfo Pérsico. En 1970, invitado por el capitán alemán Hans Besseinich, Eduardo se sube al Al Sahn, un barco que pasaría unos días navegando por el Golfo de Omán. Ahí se pierde su rastro.

La desaparición de Eduardo agitó la tranquila vida de los Robledo. George se dedicó exhaustivamente a la búsqueda de su hermano hasta el punto de lograr que se llevase a cabo un juicio por asesinato en Inglaterra contra Hans Besseinich, el capitán del Al Sahn. Aunque se tuvo que lidiar con unas primeras declaraciones que aseguraban que Eduardo nunca embarcó en el Al Sahn, el juició constató que Ted fue invitado por el capitán a unirse a la tripulación del barco, que cenó con él el 7 de diciembre de 1970 y después jugaron a las cartas y que, en mitad de la jarana, se produjo una fuerte pelea. Sin muchas más prueblas, Hans Besseinich fue puesto en libertad y la muerte de Ted quedó archivada como «accidente». Nadie volvió a saber de Eduardo Robledo y su cadáver nunca se encontró.

She loves you, yeah, yeah, yeah

El 3 de mayo de 1952, George Robledo anota el histórico gol que da el título de la FA Cup al Newcastle. En Liverpool, a unos 300 kilómetros de donde se disputa la final, un chico de once años llamado John Lennon ya escribe y dibuja de forma creativa, aunque aún está lejos de convertirse en uno de los cuatro tipos que, según afirmaría aquel crío, serían «más famosos que Jesucristo«. Tras aquella final, el joven Lennon da rienda suelta a sus lápices de colores.

En 1963, los hermanos Robledo ya llevan un tiempo fuera de los campos de fútbol. John Lennon tiene 23 años, se ha unido a Paul McCartney, George Harrison y Ringo Starr y han formado The Beatles, probablemente la banda más famosa de la historia de la música. En agosto de ese año, publican She Loves You, el cuarto sencillo del álbum Please Please Me, que en menos de cuatro semanas despacha 750 mil copias y rompe récords en el Reino Unido. En cuestión de meses, la popularidad de los Beatles se dispara, inician giras interminables, están en su cima creativa y no hay persona sobre la faz de la tierra que no sepa de su existencia. La Beatlemanía es un fenómeno imparable.

Lennon abandonó los Beatles en septiembre de 1969 y comenzó su carrera en solitario en 1970, con el álbum John Lennon/Plastic Ono Band. En octubre de 1974, publica Walls and Bridges, pero nadie repara en su portada. De hecho, pasaría totalmente desapercibida hasta que en 2009 el escritor chileno Néstor Flores atase cabos.

Flores se encontraba en aquel momento fascinado por la vida de Eduardo Robledo, más por el misterio que la envolvía que por lo puramente futbolístico, y durante su investigación se topó con una foto de Jorge Robledo en el momento del gol que daba la victoria al Newcastle frente al Arsenal en la FA Cup. En la fotografía, Jorge Robledo está de frente, observando como el balón cruza la línea de gol de la portería de los Gunners. De espaldas a George, un mítico jugador de los Magpies, Jackie Milburn.

Néstor Flores no tardó en averiguar donde había visto antes esa escena. Había sido en el Walls and Bridges, el disco de John Lennon cuya portada está formada por diversas ilustraciones del músico realizadas en su  infancia. La primera de ellas, sin la perfección de la escena de la fotografía, obviamente, muestra a Robledo mirando el balón en el momento de entrar, con Milburn de espaldas. Arriba, el muchacho firma así: John Lennon Junio 1952 Age 11.

Tras el revuelo organizado por el hallazgo, Flores pudo contar su historia y contactar con alguno de los miembros de la familia de Jorge Robledo. Su hija contaba que: «No sé si le gustaba Lennon, pero sé que cuando era chica me regaló la colección completa de los Beatles. Nunca le pregunté si me la regaló por mí o por él«.

Aunque nunca se ha sabido cuál era el equipo que le quitaba el sueño a John Lennon -ni a ninguno de los Beatles salvo a George Harrison, que no le gustaba el fútbol-, lo cierto es que Jorge Robledo y el músico nunca llegaron a conocerse. Algunos beatlemaníacos aseguran que dentro de los planes de Lennon para sus diversos viajes estaba el de conocer al ex-jugador del Newcastle, pero aquello nunca sucedió.

Con su hermano Eduardo desaparecido en extrañas circunstancias, y sin esperanza alguna de llegar a encontrar su cadáver, Jorge Robledo murió de un infarto a los 72 años en 1988. Fue algo inesperado para su familia. Ocho años antes, en diciembre, alrededor de las 10:50, John Lennon y Yoko Ono regresaban al Dakota, el apartamento en Nueva York donde vivían. Mark David Chapman se acercó por la espalda y disparó cinco veces a Lennon. Le alcanzó cuatro. Aquella misma tarde, Lennon le había firmado una copia del Double Fantasy.

Historiador. Fútbol y cultura popular. Anglófilo convencido. Cinéfilo militante. Reivindico la necesidad de contar historias más allá del balón.

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