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Fútbol Internacional

La guerra de Son

El 1 de septiembre de 2018, Heung Min Son, futbolista del Tottenham, fue la persona más feliz sobre la faz de La Tierra. El surcoreano se encontraba en Indonesia y, desde el gobierno de su país, prácticamente se le había dado un ultimátum. Si Corea del Sur ganaba el partido que se jugaba aquel día, que no era otro que la Final de los Juegos Asiáticos, toda la plantilla recibiría un indulto y se libraría del largo y tedioso procedimiento del servicio militar en el país.

En Corea del Sur, el servicio militar no es solo obligatorio, sino que hay muy pocas vías para conseguir una excepción. Todos los hombres entre 18 y 28 años deben alistarse y, dependiendo del cuerpo en el que estén (Ejército, Marines, etc), la duración será de un año y medio o dos años. El futbolista del Tottenham, entonces, tenía 26 años y sabía que la consecución de aquella medalla era la única manera de no acabar con su carrera. En el país, según las estadísticas, los hombres suelen agotar al máximo el tiempo de reclutamiento y se alistan justo al cumplir los 28 años, edad límite.

Cuando cumplen los 18 años, los hombres surcoreanos son llamados a filas, pero solamente para recibir información, para tener un primer reconocimiento y para que posteriormente se les destine un cuerpo al que ir. En el caso de Son, debería haber estado fuera 21 meses. Es decir, la estrella del equipo londinense habría perdido dos años de futbolista, justo antes de cumplir la treintena, lo que suele coincidir con la mejor época de rendimiento de un futbolista. Considerados héroes, en el país hacen una pequeña excepción con deportistas de alto rendimiento que sean condecorados a nivel mundial y eso fue lo que le sucedió a Corea del Sur en 2018 cuando, en la prórroga, se impuso contra todo pronóstico a Japón, salvando la carrera futbolística de un Son que había mostrado su miedo por tener que alistarse.

A Heung Min Son lo de futbolista le viene de familia. Su padre fue profesional e, incluso, llegó a jugar un partido con la selección. Son jugaba al fútbol en el equipo de su instituto, algo muy extendido en el fútbol asiático, pero con 16 años, gracias a un programa de expansión de la Federación del Fútbol del país, logró viajar a Alemania para hacer una prueba con el Hamburgo. A su calidad como futbolista sumó mucho su ímpetu por querer triunfar fuera del continente. Cuenta su agente que Son llegó a Alemania con nociones avanzadas de alemán, pues entendía que aquello le ayudaría a adaptarse mejor y todo sumaría a la hora de agradar al equipo europeo. El método de aprendizaje del idioma no podía haber sido más variopinto, pues lo hizo viendo capítulos de Bob Esponja en alemán.

Tras acabar el periodo de prueba y volver a Corea, el Hamburgo no dudó en tratar de reclutar al chico de manera definitiva. Las cualidades futbolísticas del mediapunta habían agradado. Son era rápido, tenía buena técnica, habilidad y facilidad para marcar. Nada más cumplir los 18 años pasó a formar parte del Hamburgo y, tras hacer una pretemporada sensacional, los alemanes le ataron firmándole su primer contrato profesional, aunque iba a pasar la mayor parte del tiempo entre el filial y el segundo equipo (que jugaba en Cuarta División) y no iba a debutar hasta un año más tarde. Son pasó tres años más en el Hamburgo, siendo importante a partir del segundo y rompiendo definitivamente en el tercero, reencontrándose con esa faceta de buen goleador y convirtiéndose entonces en el fichaje más caro de la historia del Bayer Leverkusen, que lo compró en verano de 2013. Con el equipo de la aspirina mantuvo el nivel y se estrenó en Champions League, donde dejó unas sensaciones tremendamente buenas en su segundo y último curso en Alemania.

El escaparate de la Champions le convirtió en uno de los fichajes estrella de aquel año en Premier League cuando el Tottenham desembolsó 30 millones por él. Son fue el jugador número 12 de unos Spurs que dirigía Marucio Pochettino y que terminaron en tercera posición, la mejor actuación en época reciente en un campeonato que ganó el Leicester de manera sorprendente.

Desde su segundo curso, Son se convirtió no solo en titular, sino en indiscutible. Opositó claramente a ser uno de los mejores jugadores asiáticos de siempre y formó una sociedad terrible con Harry Kane (de hecho, no existe pareja en toda la historia Premier League que se haya asociado más para marcar goles) que hoy sigue vigente. El surcoreano ha ido siempre mejorando y ha mantenido un nivel altísimo. De las siete temporadas completas que ha jugado con la camiseta de los Spurs, ha superado la veintena de goles en cuatro de ellas, nada mal para un jugador que suele jugar caído a banda o detrás de un delantero centro. Entre goles y asistencias, supera los 200 tantos generados. Casi nada. Por eso se entiende, que después de Son, la gente del Tottenham fuera la más feliz cuando su estrella levantó el oro en esos Juegos Asiáticos de 2018.

Y es que, gracias a ello, esos dos años de servicio se redujeron a solo tres semanas de adiestramiento. Y el Tottenham pudo vivir una de las temporadas más maravillosas de su vida, que se cerró en Madrid, en 2019, con una dolorosa derrota en la final de la Champions League, gracias a que su delantero surcoreano volvió a hacer un temporadón. Son es ese jugador que, sin hacer ruido, se ha convertido en una estrella de la Premier League. Ese futbolista que se ha echado el equipo a sus espaldas siempre, pero más incluso cuando Harry Kane, el jugador franquicia del equipo, ha estado lesionado. Son ha ganado el Premio Puskas al mejor gol del año 2020, con esa jugada maradoniana en la que regateaba rivales como conos para marcar, y el curso pasado, se hizo con la Bota de Oro de la Premier League, compartida con Salah, y quedando por delante de Ronaldo, Kane, Mané o Vardy. Son ha sido fundamental para Pochettino, para Mourinho y para Conte, tres técnicos con ideas radicalmente opuestas entre sí.

En 2020, aprovechando que sufría una lesión (se rompió un brazo) y que los plazos de las fechas de competición por la pandemia habían sido extraños, Son aprovechó para realizar el servicio militar que le tocaba. Tres semanas que, admite, se le hicieron eternas. Que ni quería imaginar lo que habrían sido 21 meses allí. Se graduó como uno de los cinco mejores de su promoción (de más de 150 marines) gracias a sus buenos resultados, y fue condecorado por ello de manera especial.

Considerado como una de las personas más importantes del país por cómo ha llevado la marca Corea del Sur por todo el mundo, el año pasado se estrenó un documental sobre su vida titulado Sonsational. En principio, se iba a tratar de una serie que recogiese la vida del futbolista desde sus primeros días en las calles de Chuncheon (ciudad cercana a Seúl) hasta la actualidad, pero al final se decidió por un documental con imágenes reales que no ha desterrado del todo la posibilidad de que la primera idea se lleve a cabo.

Ahora, Son juega su tercer mundial, tras hacerlo en 2014 y 2018. En el debut hace 8 años, además, convirtió un gol. Está a poco más de una veintena de partidos de convertirse en el jugador con más internacionalidades con su selección y, aunque lo tiene algo más complicado, también podría convertirse en el máximo goleador de siempre de Corea del Sur. Corea del Sur empató a cero con Uruguay en su partido inaugural. Son jugó todo el duelo enmascarado, después de la fractura que sufrió en su último duelo con los Spurs antes de irse con la selección. Toda Corea se agarra a su estrella para soñar.

Imagen de cabecera: Getty Images

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