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La derrota más dulce

La selección española
femenina de fútbol perdió su primer partido desde el verano de 2017. Lo hizo
después de 16 encuentros, en los que sumó 13 victorias y tres empates. Anotó 37
goles y solo encajó cuatro en toda la serie. Pero a veces hasta perder tiene
sus buenas noticias.

Porque la Roja lo hizo
ante la mejor selección de mundo. Por primera vez en la historia, el combinado
español se enfrentó a Estados Unidos, campeona de todo. Dominadora
incontestable del fútbol femenino en los últimos 20 años, ha ganado tres
Mundiales y cuatro medallas de oro en los Juegos Olímpicos, entre otras
conquistas. El solo hecho de haber concertado un test con las norteamericanas
ya es digno de aplaudir, más teniendo en cuenta que en el próximo Mundial ambos
países tienen muchas papeletas para enfrentarse en octavos. España apenas había
disputado partidos de preparación ante rivales de verdadero peso en los últimos
tiempos. El haber jugado casi de forma consecutiva ante Alemania y Estados Unidos
es un buen síntoma.

Pero todavía es mayor el
motivo para alegrarse si tenemos en cuenta que las de Jorge Vilda han competido
bien en los dos choques. Contra Alemania (aunque con algunas bajas), en tierras
germanas, España rascó un empate a cero. En el Rico Pérez no se pudo evitar la
derrota en un duelo demasiado trabado, pero el 0-1 (en una jugada aislada, en
un gol en propia puerta) ante una alineación casi titular de las yankis
demuestra lo mucho que ha crecido este equipo, sobre todo en orden defensivo.

Hay que poner un poco de
contexto. La liga estadounidense está parada desde septiembre y este es solo el
segundo amistoso que disputa la selección de Jill Ellis desde entonces. En el
primero cayeron 3-1 ante Francia hace apenas unos días. Ha sido el momento más
idóneo para pillar algo lejos de su nivel a la vigente campeona del mundo.
Dentro de seis meses será otro cantar, pero no hay que desmerecer el trabajo de
Vilda, que buscó robar el balón a Estados Unidos y lo consiguió en gran parte.
Sandra Paños apenas tuvo trabajo (sobre todo en una primera mitad inmaculada de
la defensa española, especialmente de Mapi León) y solo faltó morder en los
últimos metros. La Roja encontró una mina en los disparos desde fuera y a
partir de ahí empezó a intimidar, pero resultó imposible hilvanar jugadas
precisas en tres cuartos de campo que culminaran con un disparo entre los tres
palos. La entrada de jugadoras con velocidad y frescura, como Andrea Falcón y
Lucía García, dinamizó el ataque y por momentos el empate se vio como una
posibilidad.

En una cabalgada de
Christen Press poco después del descanso llegó el único gol del partido. Nadie
pudo frenar a la futbolista del Utah Royals, que fue sorteando rivales hasta
que su disparo, quizá demasiado cruzado, fue desviado al fondo de la red por
Irene Paredes. Uno de los pocos errores que cometió España fue castigado de
forma contundente. Hay motivos para el optimismo, sin embargo.

La mejor noticia fue,
sin duda, el nuevo récord de asistencia batido por la Selección. 2000 personas
más que en el partido con mayor afluencia hasta la fecha, el de las Gaunas del
pasado mes de septiembre ante Serbia. El nuevo dato es de 9182 personas que
asistieron al estadio alicantino en una noche histórica, por el rival y porque
una vez más la gente responde y se vuelca con el fútbol femenino. Toca seguir
remando.


Imagen de cabecera: Federación Española de Fútbol Femenino

Alicante, 1991. Mi madre siempre me decía: "No sé por qué lloras por el fútbol, sino te da de comer". Desde entonces lucho por ser periodista deportivo, para vivir de mis pasiones (y llevarle un poco la contraria).

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